CAPÍTULO XXII

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Cheese y Cheddar dieron un salto a la cama, Cheese cayó en la cabeza de Copia y Cheddar corrió hasta Melina, ambas chillaron y comenzaron a jugar entre ellas, causando que la humana y el Papa se despertaran.

—¿Qué hora es?

Copia abrió un ojo y asomó la cabeza sobre la de Melina para poder ver el reloj. Luego volvió a cerrarlo y a poner la cabeza en la almohada.

—Cerca de la seis —entonces Melina se removió despacio para poder tomar a Cheddar y no aplastarla—. ¿Qué haces? ¡Vuelve a la cama!

—Debo alistarme para el desayuno, será extraño que no aparezca y me van a buscar.

—Les diré que estabas conmigo, nadie hará preguntas. Ahora ven a acostarte de nuevo. Es una orden.

Melina se colocó la ropa interior para posteriormente ponerse la pijama, luego se sentó arriba de Copia, colocando cada pierna a los lados del mayor. Él finalmente abrió los ojos y colocó sus manos en los muslos, acariciándola.

—Recuerda que tienes la junta.

—Si sigues arriba de mi no te dejaré salir de esta habitación en todo el día —Melina tragó saliva, sabía que hablaba en serio—. Y todos en el clero te escucharán.

Pesadamente Copia se levantó luego que Melina caminara hacía la puerta, para después despedirse con un pequeño beso.




Una vez aseado y con el estómago lleno se dirigió a la sala de juntas, ahí ya se encontraba Sister en la puerta para recibir a los directores y accionistas y algunos miembros para revisar el proyecto de dos nuevos hospitales. Sister le miró, Emeritus tenía una pequeña sonrisa inconsciente, percibía el brillo en sus ojos, y sabía de las visitas nocturnas que recibía.

—Te ves diferente.

Emeritus asintió pues estaba de acuerdo .

—Me siento diferente.

—Bueno, dormir con la persona que amas es algo positivo, trae consigo muchos beneficios.

Emeritus volteó la mitad de su cuerpo para mirarle, con las manos entrelazadas.

—Cheese y Cheddar no son personas.

Sister rió por lo bajo.

—Soy tu madre —dijo en un tono de voz bajo y de una manera cariñosa—, y si me pediste traer a la humana no fue precisamente porque su vocación sea pertenecer aquí.

Emeritus se quedó sin palabras, no sabía qué responder, a Sister parecía no molestarle la idea y aunque no habían hablado nunca abiertamente de su relación, con el guiño que le dio su madre, entendió que estaba de acuerdo. En ese momento Swiss apareció con los directivos detrás de él.
Raven fue la última en saludar, vestía una falda larga de corte recto que le llegaba un par de dedos más abajo de las rodillas, una blusa formal de color rojo con los tres primeros botones sueltos dejando ver su escote, los tacones de aguja resonaban con cada pisada que daba, el cabello negro suelto y maquillaje perfecto.
Emeritus se limitó a darle un rápido apretón de manos. Una sensación de incomodidad lo atacó, habían pasado unos días desde la última vez que se vieron y las circunstancias no fueron las mejores.

—Papa, es un placer volver a vernos. Sister, cómo se encuentra.

Swiss rodó los ojos al escucharla hablar, por alguna razón que no comprendía el tono de voz de la vampira le parecía falso.

—Bienvenida, Raven. Pasa, no quiero retrasar la junta.

—Sus órdenes, mi lord.

AMOR IMPUESTO [CARDENAL COPIA/PAPA EMERITUS IV] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora