Capítulo 10

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Respondí el beso desesperado, metiendo mi lengua y mordiendo sus labios.

Jimin se acomodó a horcajadas sobre mí, nuestros cuerpos encajaban perfectamente. Comenzó a restregar su culo en mi polla, de una forma tan hábil y deliciosa que estaba sorprendido de no haberme corrido ya.

Metí mi mano en la parte trasera de sus bóxers y apreté su culo. Era algo que deseaba tanto y parecía que Jimin también porque comenzó a gemir en mi boca lanzando ese cosquilleo a mi polla.

Nos separamos cuando necesitamos tomar aire. Jimin me miro con la mirada cristalina estaba muriendo de deseo, igual que yo.

—Folláme, Kookie.—murmuró jadeante.—Quiero sentirte dentro de mi.

Su petición fue escuchada, me levanté girándonos en la cama y comencé a mordisquear sus tiernos pezones haciéndolo retorcerse de placer.

Bajé sus bóxers para liberar su hermosa polla, no había nada en el que no fuera hermoso. Pase mis dedos por su cabeza húmeda y no pude resistirme. Baje para probarlo, pase mi lengua por su cabeza llena de presemen y era delicioso. Jamás había probado a un hombre y el sabor amizcle de Jimin era lo más delicioso que había probado en mi vida.

Metí toda su polla en mi boca y comencé a chupar toda la suave piel concentrándome en la punta. Jimin se retorcía y gemía de una manera tan embriagadora, eran esos sonidos que tanto me hacían perder la cabeza.

—Kook, necesito que me folles.—jadeó con la mirada puesta en su polla follando mi boca.

Dejé lo que estaba haciendo y me incorporé a su altura apoyando una mano al lado de su cabeza.

—¿Tienes lo que necesito para follarte?—pregunté mirándolo a los ojos y Jimin asintió.

Se levantó haciéndome a un lado y sacó del cajón de su lado un preservativo y un bote de lubricante.

—Lo tenías todo planeado.—murmuré alzando una ceja.

—Para ti siempre estaré preparado.—sonrió y volvió a besarme poniendo todo su peso sobre de mí.

Nos giré nuevamente en la cama sin separarme de sus labios. Jimin restregaba su erección en mi abdomen, dejándome saber lo ansioso que estaba.

Me quite la pijama y rompí la envoltura del preservativo para desenrollarlo en mi polla. Vertí un poco de lubricante en mis dedos y volví a sus labios.

Mientras lo besaba y mordía sus deliciosos labios, lleve un dedo a su apretada entrada.

Jimin jaló de mi cabello cuando sintió el primer dedo entrar y yo dude un segundo de haberlo lastimado, así que detuve mis movimientos.

—Estoy bien, solo hazlo. Prepárame, necesito tu polla.—murmuró sobre mis labios.

Y como el chico obediente que soy, lo hice. Metí otro de mis dedos, no sabía cuánto más podía aguantar. Necesitaba penetrarlo o me correría patéticamente sin ser tocado.

Me golpeé mentalmente para no correrme e introduje otro dedo. Ahora mi único miedo era lastimarlo.

—Estoy listo.—gimió Jimin.—Mete tu cosa en mi, ahora.—chilló agudo.

—Tan ansioso.—sonreí.

—Demasiado, he esperado por esto desde hace mucho.—me miró a los ojos.

Alineé mi polla en su entrada y comencé a empujar con cuidado. Estaba tan apretado que me costo un poco al principio.

—¡Hazlo, Jungkook! ¡Follame ya!—ordenó Jimin.

Empujé con un poco más de fuerza y ¡Joder! Estaba metido hasta las bolas en Jimin, la sensación de ser apretado en él me hizo sentir mareado.

Jimin lanzó un chillido ahogado apenas entre en él y enterró sus dientes en mi hombro.

—¿Estás bien?—pregunté realmente preocupado.

Jimin asintió.—Tu polla es enorme.—jadeó.—Se siente muy bien y estoy seguro de que será mejor si comienzas a moverte.

Reí bajo, no podía creer lo descarado que era Jimin. Siempre decía lo que pensaba y en él sexo no era distinto.

Comencé a moverme lentamente, saliendo y entrando. Disfrutando de su calor y de como mi polla resbalaba deliciosamente dentro de él.

Me incorporé recargando una mano al lado de su cabeza y comencé a mover mis caderas más rápido cuando estuve seguro de que ya no le haría daño y se había acostumbrado a mi.

Jimin enterraba sus uñas en mi cadera y gemía descontrolado haciendo una pequeña O con su boca.

—Kookie, ahí, ahí, Kookie.—gimió cuando encontré su punto dulce.—Más duro, por favor.—pidió y yo obedecí, impulse mis caderas con más fuerza haciendo que nuestra piel chocara y emitiera sonidos morbosos y excitantes.

Estaba disfrutando de algo que había deseado, que me había quitado el sueño y a veces, hasta la tranquilidad.

Algo que no sabía Jimin, era que yo era un maldito dominante en la cama, me encantaba el sexo y tenerlo ahí dispuesto a todo era lo que necesitaba.

—Voltéate.—ordené.—Quiero ver tu culo mientras te follo.

Salí de él para ver cómo hacía caso de inmediato y se colocaba en cuatro mostrándome lo que sabía, era el mejor culo que había visto en mi vida.

Volví a penetrarlo sujetándome de sus caderas. Empujando tan fuerte que sentía que llegaba tan profundo.

—¿Te gusta así, Jungkook? Jimin giró su cabeza para hablarme.

—Me gusta—gruñí.

Mis estocadas eran tan fuertes que pude ver como con cada choque de nuestras pieles, la blanca piel de Jimin se ponía colorada.

—¡Hazlo, Jungkook! Demuéstrame cuánto deseabas estar dentro de mi...hermano. ¡Quiero sentirte todavía mañana!

Y maldita sea si escuchar eso no me excitó mas. Era un maldito tabú que me enloquecía.

Me enterré en él con tanta necesidad, Jimin lanzaba su caderas hacia atrás para enterrarse más en mi y acariciaba su polla al mismo tiempo.

—Me voy a correr, Kookie.—gimió y lo hizo desastrosamente sobre las sábanas. Agudizando sus gemidos y levantando su cabeza mientras apretaba mi polla.

La sensación de su orgasmo me embriagó y los dedos de mis pies se tensaron mientras me corría dentro de él.

Me derrumbe en su espalda, tratando de recuperar el aliento.

—Feliz cumpleaños, Kookie.—susurró.

Apenas me recuperé, me levanté y tiré el preservativo.

—Tendremos que dormir en tu cama.—sonrió cuando volví.—la mía está arruinada.

—Siempre arruinas algo con tu orgasmo.—Me reí, era esa pequeña broma que lo hacía reír después del sexo.

—Me gusta arruinarlo contigo dentro de mi.

Nos recostamos en mi cama, aunque la razón había regresado a mi, no me sentía arrepentido de nada.

Después lidiaría con mis sentimientos de culpa. Había sido la mejor noche de mi vida, el mejor cumpleaños de mi vida.

—¿Podrías abrazarme y dejar de pensar en lo que sea que te haga sentir estresado?—murmuró Jimin.

Sonreí y lo rodeé con mis brazos, como era costumbre Jimin se quedo dormido antes que yo.

Y estoy seguro que descanse como nunca antes lo había hecho, abrazando a la criatura sexy que me había torturado con su belleza durante meses.

Mi hermosa tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora