9. Lo hecho está hecho

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"Hundida yo estaba, ahogada en soledad. Mi corazón
lloraba de un vacío total, eras tú mi necesidad. Triste y desolada,
ya no pude soportar. Más desesperada, era imposible de estar,
todo lo intenté, por donde quiera te busqué. Eras tú mi
necesidad. Llegaste tú, todo cambió".

-Llegaste tú, Jesse & Joy.

La alarma suena, frunzo el ceño.

No puedo creer que ya sea hora de levantarse.

Siento que no he dormido nada, si acaso un par de horas. Y el hecho de que tengo el cuerpo adolorido y bastante cansado, no ayuda a que quiera salir de la cama.

Me estiro para silenciar el aparato. Lo consigo, pero el brazo que descansa sobre mi cintura asegura su agarre, y me jala sutilmente hacia atrás para que regrese a mi lugar.

Me quedo quieta, pasmada por su movimiento. Por la extrañeza que me produce la confianza y seguridad que tiene para hacerlo. Siento que se acerca, y su pecho toca mi espalda desnuda. Su calmada respiración cae sobre mi hombro, provocando un agradable cosquilleo que se expande por el resto de mi cuerpo, concentrándose en mi estómago.

Esto resulta mucho menos incómodo de lo que creí que en realidad sería. Aun así, me niego a voltear. No me siento lista para hablarle después de todo lo que ocurrió hace tan sólo un par de horas.

Aún parece demasiado irreal que él esté aquí, igual que todo lo que hicimos después de medianoche. Pero está claro que no ha sido un sueño. Esta vez, no ha sido uno de esos sueños tan vívidos que suelen aparecer de vez en cuando.

Él está aquí.

En verdad está aquí, en la misma cama que yo.

Le echo un vistazo a la habitación. Me arrepiento casi al instante, es un verdadero desastre.

Todo está tirado. Es como si un tornado hubiera pasado, arrasándolo todo a su paso.

No esperaba menos.

El reencuentro de nuestros cuerpos fue exigente, insaciable, salvaje, impaciente. Lo hicimos en todas partes. Ninguno de los dos pudo recuperar la sensatez y detenerse.

Vuelvo a mirar la hora, Willow no ha de tardar en levantarse y venir. Intentará abrir la puerta, a pesar de que tiene seguro.

Entro en pánico. No hay donde Nate pueda esconderse. Y ella de ninguna manera puede ver que él ha pasado la noche en mi habitación.

Me levanto, su mano se desliza por mi cintura, intentando retenerme de alguna manera. Me pongo la bata, y la cierro. Hago más nudos de los que debería.

Nate alza la mirada para verme, parece bastante somnoliento.

—¿Qué ocurre? —se talla los ojos—. Aún es temprano —bosteza—. O eso parece.

—Tienes que irte —bajo la voz—. Willow despertará en cualquier momento, y no puede verte en mi cama.

No se resiste como creí. Parece comprender, porque asiente con la cabeza.

Bosteza, y se levanta de la cama con pereza.

Toma su ropa del suelo, y se viste. Evito mirarlo mientras intento ordenarme el cabello. Aunque, de reojo, no puedo evitar echar un vistazo de vez en cuando.

—Estaré en la sala —termina con la ropa, vuelve a bostezar.

—De acuerdo, no hagas mucho ruido.

Nosotros noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora