14. Una vida contigo

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—¿Es tu novio mami?

Le pongo la playera rosa del pijama, ella se apresura a quitarse el cabello de la cara para poder mirarme.

—No, sólo intenta olvidarlo. ¿Quieres?

—¿Van a casarse?

Suspiro.

Está claro que no sirvió de nada que me apresurara a tomarla de la mano y la trajera a su habitación para intentar ignorar el tema. Es algo que no voy a poder sacarle de la cabeza tan fácilmente.

Nate sólo se marchó, escuché la puerta principal cerrarse mientras estaba en el cuarto con Willow. Pero quizá haya sido lo mejor.

Ahora tengo que encontrar la forma de solucionar este terrible desastre. Lo de menos es que ella nos haya visto besándonos. Lo más complicado, sin duda, son todas las ideas que han comenzado a burbujear en su cabeza. Todas las ilusiones de vernos juntos han cobrado más fuerza que nunca.

No quiero romperle el corazón, hacer añicos sus sueños. No creo poder soportarlo.

Ni siquiera me pasó por la cabeza que Willow pudiera salir del baño y encontrarnos en una escena tan comprometedora.

Qué idiota. Jamás podré perdonarme este error tan terrible.

—No, Willow.

—Pero se aman —canturrea, mientras da brinquitos en la cama. Los ojos le brillan con emoción—. Se aman, por eso se dan besos. ¡Y van a casarse como la sirenita y el príncipe!

—Ya —la tomo de la cintura para que deje de brincar, ella sigue sonriendo—. A la única que amo es a ti. ¿Quisieras que eso cambiara?

—No, pero...

—Si me caso con Nate, ya no podrás dormir conmigo en la cama —la miro, intentando que asimile mis palabras—. Porque estará él. Tendrías que compartirme con él, y ya no pasaríamos tanto tiempo juntas. ¿Eso te gustaría?

Se queda callada, claramente pensándoselo.

Parece tener muchas preguntas. Frunce el ceño.

—¿Por qué se dieron beso? —ladea un poco la cabeza.

—Porque nos tenemos cariño —intento sonar convincente, sus ojos azules me miran con atención—. Y a veces los adultos muestran de esa forma que se quieren. Pero te prometo que no volverá a pasar.

—Entonces, ¿no van a casarse?

—No —repito, intentando no perder la paciencia—. Sólo somos amigos.

—Y...

—No más preguntas cielo. ¿De acuerdo? —la corto, y la cargo para llevarla a mi habitación—. Lo único que debes saber, es que Nate y yo nos llevamos bien. Pero no tenemos una relación amorosa ni nada parecido.

—¿Nunca van a casarse? —me rodea el cuello con los brazos, noto que me mira con cierta esperanza.

—No —evito mirarla, entro a la habitación—. Pero eso no va a cambiar el hecho de que él siga viniendo. Él en verdad te quiere, y mucho.

La dejo en la cama. Y mientras me cambio, noto que se me queda viendo, como si quisiera hacerme más preguntas, pero se contiene.

Termino de ponerme el pijama y me meto en la cama. Ella se me acerca y acomoda la cabeza en mi pecho mientras me abraza.

—Entonces... —empieza. Suspiro, esperando que vuelva a preguntarme si vamos a casarnos—. ¿Voy a tener un hermano?

La miro escandalizada.

Nosotros noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora