Tú voz, mis manos

Imminence - Diamonds

I will never win the fight for you
But I'll always save a light for you
Even if I'm not a part of you
I will spare a piece of my heart for you 

Estaban en el cementerio que habían dicho los padres de Erick, con dos ramos de flores que eran destinados para la nana del chico, dirigiéndose a la tumba de la nana de Erick, ella había sido la razón por la que Erick pudo estudiar música, lo cuido como si de un hijo se tratará y jamás lo dejo caer a pesar de todo, ella se mudó con Erick a Boston a una edad temprana del niño, sus padres habían pagado todo y fue cuando ellos a la edad de tres años de Erick se iban a vivir a dicho estado.

Esto lo habían decidido debido a que querían que el chico viviera lejos toda la contaminación y estrés que tenía la ciudad de Nueva York, Aleida quería que el creciera en un ambiente limpio donde pudiera desarrollar su inteligencia musical, ella lo iba a cuidar siempre, como aquel hijo que jamás tuvo, era su motivo en la vida.

La tumba era un insulto para la nana de Erick ante sus ojos, solo una lápida en el suelo cerca de un árbol en un lugar alejado de cualquier otro, con los nombres de la misma, Aleida Weber, su fecha de nacimiento no estaba ahí ni nada más que como se llamaba, esto por obviedad llenaba de enojo al vocalista, estaba sumamente furioso por sus padres y lo que habían hecho, esta mujer merecía algo más que esta tumba de segunda.

—¿Hay manera de hacer que nos dejen darle un entierro digno? —La voz del vocalista estaba apagada, esto dolía mucho a Jenny, siendo que odiaba escuchar a su amado de esa manera, ella entendía que la señora Aleida había sido una persona muy importante para el en todo aspecto.

—Si lo hay, podemos pedir que nos dejen arreglar su tumba, lo que pienso es que podemos modificar este espacio, podríamos hacerle un mausoleo aquí de esa manera no molestaríamos su descanso —la abogada veía a su pareja, mientras que Andy detectaba que sus padres estaban tristes eso la acongojaba mucho, no quería que Erick ni Jenny estuvieran tristes o que no se sintieran bien.

—Papis... —se escuchaba la tímida voz de la pequeña y ambos la volteaban a ver notando que tenía los ojos rojos con lágrimas haciendo que se angustiaran ambos.

—Andy preciosa, ¿Qué sucede? —se ponía de cuclillas Jenny tomando el rostro de su pequeña hija en sus manos.

La pequeña absorbía un poco su nariz para que Erick sacará un pañuelo de su bolsa del pantalón dándoselo a su pareja para que le pudiera sonar su nariz.

—No quiedo que mis papis estén tistes...me duele ver que papá Eick...esta llodando —La voz de la pequeña era tranquila pero muy apagada, mostraba el dolor que sentía al ver a sus seres más amados de esa manera, la empatía que mostraba la pequeña era algo que siempre había sorprendido a la pareja.

Erick se sentaba a lado de sus chicas, tomando a su hija para sentarla en su pierna y posteriormente abrazarla acariciando su espalda con pequeños círculos para que se calmará la chiquilla.

—Estoy triste Andy porque ya no podré ver a alguien que yo quería mucho, no es malo estar triste de vez en cuando, lo malo es que no te quieras levantar de ah í—la voz del padre de la pelinegra era tranquila y llena comprensión estaba intentando explicarle a la infanta lo que sucedía con palabras que ella pudiera comprender.

—Lo se papi, eso es cuando alguien muede...es cuando ya no vedas a esas personas nuevamente, se van a otro lado mejor —decía muy inteligentemente la pequeña viendo a los ojos a su padre y después a su madre.

Esto sorprendía a la pareja, era apenas una niña de siete años casi ocho y ya entendía completamente el concepto de la muerte, los dejaba inquietos eso, más pensando en el pasado que había tenido Andy, con aquellas personas de mala calaña que la lastimaban y la humillaban, no sabían que más podrían haberle hecho a la pequeña.