Tú voz, mis manos

Paul Lock - We Made it

I promised and no matter how far we've come no matter
I'd leave my heart in the palm of your hand
I promise and no matter I try to lose I always do it again
It's crazy but we made it 

EL fin de semana había sido el mejor del mundo para la pequeña Andrea, quien estaba sumamente feliz de estar esos días con Erick y Jenny, sin duda alguna su vida había tenido un cambio de ciento ochenta grados, ese fin de semana había comido lo que ella quisiera, hamburguesas, hot-dogs, hot-cakes, waffles y un sinfín de dulces, de igual manera había podido ver lo que ella quisiera ver en la televisión, ya sea películas, caricaturas, programas de música y demás y no solo eso, lo había hecho acompañada de esas dos personas que habían cambiado su vida completamente.

Erick y su novia Jenny le habían mostrado a la chiquilla que no todo era malo, que sin duda había momentos difíciles, pero eran solo, tiempos con obstáculos, los cuales podrías sobrepasar con mucha dedicación y esfuerzo, lo cual ella tenía y hacía, ya no iba a sufrir como lo había hecho antes, ya no se iba a dormir con el estómago vacío ni con dolor en su cuerpo por los golpes que recibía por parte de sus papás, ya que sus nuevos padres solo la llenaban de amor y cariños.

Habían ido a comprar su recamará la mañana siguiente, se había vestido con parte de la ropa que le habían comprado sus nuevos papis, ella se sentía tan bien cuando su mamá Jenny la ayudaba a bañarse y la peinaba, o cuando tomaba la mano de papá Erick o este mismo la cargaba en sus brazos o en sus hombros, o que su mamá la procuraba y la tomaba de la mano cuando cruzaban la calle, o la ayudaba a amarrarse sus agujetas, era muy feliz.

La mueblería era grande con muchas repisas, camas y demás aparte, ella no sabía mucho leer los números, pero veían muchos y sabía que eso era costoso, sin embargo, ellos no les importo cuando les señalo una cama, que tenía grabados de estrellas talladas en la madera, con unos muebles del mismo diseño, los cuales cuando se los mostraban, brillaban en la oscuridad con el barniz usado en ellos, era como si fuera un universo, y sin titubearlo lo compraba la pareja, para que se les enviara el mismo día.

Andy estaba maravillada por esto, nunca había tenido una cama en toda su vida, solo dormía donde podía en su ex casa, en el sillón o cuando no tenía suerte en el suelo con alfombra un tanto sucia cerca de la puerta, pero ahora tenía una cama para ella sola, un cuarto.

De ahí se movían a una juguetería, donde quedaba maravillada con todas las cosas que había en dicho lugar, juegos, muñecas, pelotas y demás cosas, pero lo que captaba su atención era los instrumentos de juguete, guitarras, micrófonos y demás algo que dejaba maravillado a Erick, él pensaba que cuando iba a las mentorías la pequeña era para solo estar ahí lejos de su casa, pero, al parecer tenía gusto por dicha arte de las musas.

—¿Te gusta mucho la música Andy?

La pequeña lo volteaba a ver con sus grandes ojos miel sonriendo.

—Si papá, más la que tú haces —contestaba como si fuera lo más obvio del mundo la pequeña haciendo reír a Jenny y sentirse sumamente orgulloso Erick.

—¿Quieres aprender a tocarla y hacerla? —le preguntaba Jenny.

—Si...aunque...me gustadia, pode habar bien, pada cantal— decía medio triste la pequeña bajando un poco su mirada, ella se avergonzaba mucho de su problema del habla, era algo que la frustraba mucho y era algo que notaban ambos chicos, que, de hecho, Jenny ya había empezado a buscar los mejores terapeutas de lenguaje para ayudarla y Erick tenía pensado ayudarle con clases de canto para que desarrollará bien todo.

—Vas a ser una cantante hermosa Andy, eso tenlo siempre por seguro— comentaba Jenny mientras que la pequeña jugaba con su primer juguete de todos, aquella Kitty de la cajita feliz, iba a todos lados con ella, era su posesión más preciada, amaba esa pequeña figurita de plástico más que nada en este mundo, su primer regalo de todo el mundo, dado por los mejores papás del universo.