Expia por tu
pecado
"¿Qué hace ella usualmente?" Preguntó Manolo.
"No lo sé." Ella respondió.
"¿En qué parte de la Ciudad D vive?" Preguntó de nuevo.
"No lo sé." Ella contestó.
"¿Como está ella?" Preguntó de nuevo.
"No lo sé." Ella respondió de nuevo.
......
Estupefacto, Manolo miraba a Lola y le preguntó: "¿No vas a decir algo más que
no sea 'No lo sé'?"
Lola respondió con una mirada desconcertada. "Nunca hemos estado en
contacto. ¿Cómo puedo saber todo eso?"
"Olvídalo. ¡Nunca debí preguntarte!" Manolo se despidió y caminó hacia la
puerta de la habitación. Cuando abrió la puerta, vio la escena que sucedía en la
habitación opuesta y cerró la puerta a toda prisa.
Al darse cuenta de la extraña reacción de Manolo, Lola sospechó y caminó hacia
él. "¿Qué acabas de ver?"
"¡Nada, no vi nada!" Manolo se reía y hablaba evasivamente. Nada convencida,
Lola hizo a Manolo a un lado y abrió la puerta para ver por sí misma.
En la habitación opuesta, Yolanda sostenía el brazo de Jorge, el cual llevaba una
maleta de cuero. Cuando Lola abrió la puerta, los dos enamorados también la
vieron.Lola miró a Manolo. "¿No te ibas a ir?"
"¡Me quedaré un poco más!" ¿Qué tal si ella nunca volvía en sí después de eso?
"¡Me iré si tú no lo haces!" Lola entró en la habitación, recogió su bolso del sofá
y salió.
Manolo cerró la puerta con llave y la siguió.
"¿Lola?" La llamó por detrás.
Lola se le quedaba mirando al sonriente Manolo: "¿Estás enamorado de mí?"
Al oír su pregunta, Manolo casi se ahogaba en su propia saliva. "Mira,
muchachota, ¡a mí no me interesa estar con niños!"
Aliviada, Lola le lanzó una mirada a Manolo, el cual se dio cuenta de la
resignación de Lola.
"¿Qué quieres comer esta noche? ¡Yo te invito!" Manolo preguntó
generosamente.
"Realmente dudo de tus motivos. ¿No tienes que repasar el guión?" Juntos, Lola
y Manolo salieron del ascensor y salieron del hotel.
"Meh. Ese guión es pan comido, pero no debería dejar pasar la oportunidad de
pasar el tiempo con una persona tan interesante como tú. ¿Qué tal si damos un
paseo?" Manolo no llevaba gafas de sol. Pero no importa, él y Lola solo eran
amigos, no temía ser fotografiados por los paparazzi.
"¡Muy bien! ¡Vamonos!" Por el rabillo del ojo, Lola vio una figura familiar,
mientras caminaba hacia el lujoso automóvil de Manolo sin pensarlo dos veces.
Manolo acompañó a Lola a uno de los mejores restaurantes de estofado en el
País A. Lola pidió su plato super picante. Como resultado, Manolo tuvo un
tiempo muy difícil. Salió con una mano en la pared, sintiéndose como si el
estómago estuviera sangrando.
Lola miró al gracioso Manolo y lo arrastró al centro comercial. Al pasar junto a
una tienda de vinos tintos, Lola recordó que había comprado unas cuantasbotellas de vino tinto en el País A y las había dejado en Fuente Perla. "¡Olvídalo,
deja que Jorge se ocupe de ellas!"
Lola y Manolo fueron a la boutique, y Lola compró un regalo para Wendy. Lola
pensaba que Ramón se había perforado la oreja izquierda, así que ella le compró
un par de pendientes de hombre.
Al final, Lola le compró a Manolo una muñeca hecha a mano porque estaba muy
feliz de tener su compañía. "Oye, Lola, ¿cómo puedes darme algo tan infantil?"
Protestó Manolo.
"¿Lo quieres o no? Si no, ¡devuélvemelo!" Lola le lanzó una mirada de reojo.
"Está bien. ¿Por qué no?" Manolo puso la muñeca en el bolsillo de su abrigo y
tomó las bolsas de las manos de Lola.
Manolo la llevó de vuelta a la puerta del hotel antes de irse a casa.
Lola abrió la puerta de la habitación, la cerró, encendió la luz y vio a un hombre
sentado en la habitación, ¡lo que la asustó mucho!
Ella juró no volver a vivir en este hotel nunca más. "¿Cómo es que alguien puede
entrar y salir de mi habitación tan fácilmente?"
El hombre en el sofá sopló lentamente un anillo de humo. "Tú y ese hombre han
estado fuera durante tres horas y veinte minutos. Me has hecho esperar una hora
y diez minutos".
"¡Tú lo pediste!" Lola tiró las bolsas en el sofá, se quitó el abrigo de lana y lo
colgó en la percha. "Sr. Jiménez, está en la habitación equivocada. La habitación
de su novia está en el lado opuesto. Por favor, salga."
Lola se cambió los zapatos de tacón alto y sus pies se sintieron mucho más
cómodos.
Jorge fue directo a su cama, estiró las piernas y ocupó la mitad de la cama.
Lola lo miró indiferente, abrió la puerta de la habitación y se preparó para llamar
a la puerta de Yolanda."¡Atrévete a salir de esta habitación!" La fría advertencia del hombre vino de la
habitación. Lola retiró su pie que estaba ya fuera de la habitación.
Lola cerró la puerta con rabia y regresó a la cama. "Jorge, ¿por qué no me dejas
en paz?"
"¿Por qué debería? ¿Para complacerte?" Apagó su cigarrillo y jugó con el
encendedor.
"Sr. Jiménez, ¿qué debo hacer para que me deje en paz?" Lola se sentía
realmente impotente. Ya que se habían divorciado, ¿por qué no podían romper de
una vez por todas?
"¡Duerme conmigo!" Al escuchar su clara respuesta, Lola agarró la almohada y
la golpeó contra el cuerpo de Jorge.
"Sr. Jiménez, pero si soy tan mala mujer. ¿Aún así cree que soy la adecuada
como para dormir con usted? Lola dijo irónicamente y miraba al hombre
despreocupado en la cama. ¿No debería estar disgustado de verla?
"¡Es por tu maldad que te torturaré lentamente!" Aún después de decir todo eso,
Jorge continuó jugando con el encendedor.
Ella se rió entre dientes. "Jefe Jiménez, ya lo había dicho en el show. A partir de
aquel momento, usted es como un extraño para mí. ¡No puede hacerme romper
mis palabras!" Se sentó en el sofá, mirando al hombre descarado.
"¿Por qué estoy seguro de que no hemos llegado a un consenso?" Lola estaba a
punto de volverse loca. ¿Cómo puede ella deshacerse de este tormento?
"¿Te vas o no? Si no te vas, arrojaría a Yolanda al mar para alimentar a los
tiburones". Lola trató de amenazarlo y funcionó. El hombre puso una cara de
espanto instantaneamente.
"Me estás amenazando de nuevo con la vida de Yolanda, ¿verdad?" Jorge se
levantó de la cama y caminó hacia Lola.
¡Este hombre peligroso! Lola se levantó del sofá y corrió hacia la puerta de la
habitación. Jorge la alcanzó y la tomó del brazoArrojó a Lola al sofá, "¡Lola, atrévete a tocar a Yolanda una vez más!" Jorge
miraba a Lola con tristeza, listo para darle una lección.
Lola se levantó del sofá y lo miraba a los ojos. "¡Si no quieres que lastime a tu
mujer, entonces saldrás de aquí ahora mismo!" Jorge gradualmente extendió su
mano alrededor del delgado cuello de Lola. Él dio un paso adelante, y ella
retrocedió, hasta que estaba presionada contra la fría pared.
"No puedes ordenarme a que vaya a ninguna parte. ¡Lo que debes hacer ahora es
expiar por tu pecado! ¡Contigo misma!" Jorge la agarró por la muñeca y se
dirigió hacia la cama.
Lola sonrió con desprecio. "¿Está tu mujer sin tener sexo? ¿Dejándote andar?
Jorge la presionó en la cama y besó a esta mujer inflexible en los labios...
En este momento, Lola escuchó un golpe en la puerta.