Capítulo VI

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一 Sigo sin estar de acuerdo con esto.一 Se quejó Johnny.

Les había explicado todo lo que me había contado el mexicano, no dejé ningún detalle atrás. Mangel parecía estar de mi lado, y como había deducido, Rubius y Johnny, no estaban de acuerdo. Aunque, por mucho que se quejaran yo no les haría caso, aquel criminal de seguro que sabía algo sobre el Templo y yo no dejaría escapar una oportunidad así. Por desgracia, sólo teníamos dos caballos disponibles, Johnny se negó a compartir caballo con el mexicano (si se daba la situación) y Rubius y Mangel irían juntos en un caballo, de verdad que esos dos sí que eran inseparables. Viendo que no tenía caballo que montar decidí ir turnando con Johnny e iríamos cambiando quién iba en el caballo y quién a pie. Escuché a Johnny resoplar, yo rodé los ojos, seguro que estaría así el viaje entero y no creo que yo tuviera tanta paciencia. Los vaqueros entraban y salían de las puertas del Saloon, ninguno fallaba en mirarnos preocupados o extrañados, excepto los que salían borrachos, aquellos miraban al suelo para no tropezarse con nada. Levanté la vista del suelo y me encontré con aquellos ojos oscuros que a la noche no me dejaban dormir, casi salté al techo del Saloon del susto que me había dado el ladrón. Él solamente soltó una carcajada y se acercó a mis compañeros. De pronto, una mula con una tela encima y unas bolsas de cuero a sus lados se acercó al mexicano y lo golpeó suavemente en la espalda con el morro. El ladrón se dio la vuelta sorprendido y abrazó al animal.

Johnny bufó en modo de burla.

一 ¿En serio? ¿una mula? Es muchísimo mejor llevar un caballo a los viajes de largo plazo. Los ladrones como tú deberían saber algo así perfectamente. 一 Se cruzó de brazos una sonrisa de superioridad plasmada en su cara. La pelea diaria ya había comenzado y sería inevitable detenerla, me sorprendería si salíamos vivos de este viaje.

El mexicano no se vio afectado por tal comentario, es más, se apoyó en la mula con una sonrisa traviesa, su sombrero tapaba sus ojos por lo que no podía decir qué estaba mirando o pensando ya que no los podía ver. Después, el mexicano rio por lo bajo.

一 Mi caballo fue asesinado en cierto atraco a una aldea, por un ex-sheriff en concreto. 一 Levantó la cabeza para así desafiar la mirada de Johnny. Por muy alto que fuera el vaquero, en mi opinión, el mexicano imponía mucho más que él. 一 Así que no se como quieres que traiga un caballo muerto.

En aquel momento, la expresión de Johnny era indescriptible. El mexicano le había recordado los horrorosos eventos que ambos habían experimentado. Lo que era un trauma para uno, era un futuro objetivo para otro. Podía ver todos los flashbacks que Johnny estaba viendo en ese momento con solo mirarle a los ojos, sus ojos se habían cristalizado un poco sabiendo que si seguía con la discusión probablemente perdería. Así que, por su orgullo y reputación se negó a continuar, agachó la mirada y con un semblante de perdedor se montó en el caballo diciendo que deberíamos comenzar el viaje lo más pronto posible. El mexicano soltó una risa de victoria y comenzó a caminar, la mula siguiéndolo por detrás. Rubius y Mangel se miraron entre ellos y sin ningún comentario que decir se subieron a la montura del caballo y alcanzaron al ladrón junto a Johnny. Yo tuve que correr un poco para poder alcanzarlos a todos.

Llevábamos horas andando y Johnny aún se negaba a dejarme montar el caballo. El silencio que había entre nosotros cuatro era de las experiencias más incómodas que había vivido. El desierto por el que andábamos tampoco tenía nada entretenido que mirar para así poder matar el tiempo. Solamente era una capa de arena roja y arbustos medio muertos, de vez en cuando aparecían unas montañas tanto altas como bajas, a veces me preguntaba si veríamos alguna aldea cercana si subíamos aquellas montañas. Johhny, Rubius y Mangel se habían quedado atrás hablando de lo que probablemente fuera una conversación llena de críticas hacia el mexicano. Yo estaba a su lado sin decir ni una palabra, noté que me quería decir algo pues movía su mirada hacia mí de vez en cuando. No quería decir nada hasta que él diera el primer paso, quería ver cuánto le costaba hablar a una persona comenzar una conversación en mitad de un silencio incómodo. Aunque, recordando cómo reaccionó cuando el bar entero se quedó en silencio la vez que él entró no creo que tardaría mucho. Justo después de darle una patada a una roca del suelo, se aclaró la garganta llamando mi atención.

EL CIEGO || K!Quackity x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora