Capítulo XIII

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Mis manos apartaron unas monedas que tapaban algo de bronce y rubí, de allí desenterré una pequeña estatua de un tamaño parecido al tótem. Lo alcé al aire en forma de victoria, esto nos valdría para reemplazarlo por el tótem. Quackity ahora estaba enterrado entre un par de montañas aún buscando algo para reemplazar, Rubius se dio cuenta de que encontré un objeto y se acercó a mí, asintiendo en camino. Posó una mano en mi hombro y me empujó suavemente hacia el pilar. Sentía que las esmeraldas del tótem me miraban fijamente, el aura que irradiaba era algo intimidante, dentro de unos segundos tendría el poder de la vida eterna en mis manos. Seré la primera y única persona en vivir para siempre, y encima habré hecho historia. Era un sueño hecho realidad. Sonreí mientras alargaba mi brazo para intercambiar cuidadosamente el tótem por la estatua, cuando mis dedos rozaron el tótem sentí un pequeño cosquilleo eléctrico adentrarse en mis venas, ya podía sentir como no podría irme de este mundo nunca.

Rápidamente intercambié los objetos y esperé unos segundos para ver si había alguna reacción ante el cambio. Nada. Ningún detector mágico o algo parecido consiguió identificarlo. Me di la vuelta para enseñárselo a mis compañeros, salté de la sorpresa al encontrarme con la cara de Johnny, su mirada era extraña pero no pude saber por qué. Su mano rozó la mía, la que estaba sujetando el tótem y sonrió. Le respondí con otra sonrisa y antes de que yo pudiera decir algo, él me ganó.

一 T/N... Gracias. 一 Apretó su agarre en mi mano, sus ojos aún fijos en mí. 一 Gracias por haberme enseñado que no debo creer en lo que dicen los demás, sino en mí, en lo que creo yo.

一 No es nada, Johnny.

Me hizo callar con otra de sus sonrisas carismáticas y se agachó a estar a mi altura, y después se acercó a mi oreja, los pelos de su barba de tres días haciéndome cosquillas en la mejilla.

一 Y, sobre todo, gracias por tu ignorancia.

El disparo de su pistola me ensordeció por unos segundos, en aquellos momentos solo podía orientarme por la vista y vi a Johnny con su mirada por encima de mi hombro soplando el humo que salía de la boca de fuego de su pistola. Veía todo con lentitud como si mi cerebro no tuviera tiempo a procesar lo que estaba pasando. La fría sensación del metal del tótem desapareció, al igual que aquel cosquilleo, como sustituto tuve un dolor insoportable en la zona de mi abdomen. Llevé mi mano allí para ver si así el dolor cesaba, quise vomitar cuando noté un líquido espeso manchar mi mano y ropa. La sangre caía a borbotones y cuando me di cuenta de aquello, comencé a sentir una gran molestia en mi cabeza.

一 ¡T/N!

La voz de Quackity me hizo venir al mundo por unos segundos, traté de buscarlo con la mirada pero mis ojos se negaban a permanecer abiertos. Caí de rodillas, nunca me había sentido tan débil en mi vida. Unas cálidas manos se posaron en mis hombros, no quise mirar a cualquiera que estuviera delante mía, bueno, mis ojos no querían. Una suave mano me alzó la cabeza y me encontré con los oscuros pero amigables ojos de Mangel, estaban un tanto cristalizados, cosa que me preocupó bastante. Observé su boca moverse pero no logré escuchar nada, un pitido que provenía de mis orejas me lo impedía. Me levantó del suelo y rodeó mi brazo por sus hombros para ayudarme a andar. Me tropecé con mis propios pies, ya ni siquiera sabía dónde estaba, solamente quería cerrar los ojos y dejar de sentir el dolor quemante que se extendía por mi abdomen. Simplemente, quería que el pitido de mis orejas dejase de sonar y me dejase en paz. Quería sumergirme en aquella oscuridad que ahora me parecía tan cómoda.

Cerré los ojos un momento, para descansar un poco, y de pronto una luz me cegó los ojos, noté el vaivén del galopar de un caballo y un cálido brazo soportando mi peso, mi cabeza estaba apoyada en algo cálido también, levanté la mano para saber dónde estaba pero la dejé caer cuando el cansancio tomó control de mi cuerpo. No hice nada más que suspirar. Me di cuenta de que la cabeza de la persona que me llevaba giró hacia mi dirección.

一 No te preocupes, T/N. Te llevaré a la aldea donde la doña nos dio de comer hace unos días. Trata de mantenerte consciente para mí, ¿sí?

No pude evitar sonreír al escuchar aquel acento que tanto me gustaba, no sabía dónde estaban Mangel y Rubius en aquellos momentos, pero sí sabía que Quackity estaba conmigo, lo que me motivaba a mantenerme con conocimiento. Me pregunté dónde estaría Johnny en ese momento, ¿adónde fue? ¿por qué me disparó? ¿por qué huyó en lugar de enfrentarse a Rubius, Mangel y Quackity? De vez en cuando, escuchaba a Quackity decir algo por lo bajo aunque nunca lograba descifrar lo que era.

El peso de la realidad cayó en mí cuando me di cuenta de que si moría, ya no podría escribir mi nombre en el papel del universo, dejar mi huella en el mundo. Johnny lo haría. Johnny volvería a su pueblo con el tótem en la mano, se inventaría una historia cualquiera mintiendo que los tres que vinimos desde lejos morimos en el camino, y seguramente diría que él mismo mató a El Diablo, llevándose así toda la fama de América y el resto del mundo. La fama que debería de haber sido mía y de Mangel, los únicos que pusimos esfuerzo en buscar este tesoro, incluso me atrevería a decir; la fama que Quackity también merecía, por haber ofrecido su ayuda en vez irse a robar más aldeas.

Traté de acomodarme un poco de la posición en la que estaba pero en cuando hice un mínimo de esfuerzo con el abdomen el dolor aumentó, y juré notar como la fría y traidora bala se hundía más en mi cuerpo creando más herida y más sangre. No podía creer que aquella bala fue la misma que disparó Johnny, yo confiaba en él. Nos dio un techo en el que dormir y ayuda con la que contar durante el viaje. Es verdad que no se llevaba bien con el mexicano pero eso era inevitable, tuvo la oportunidad de irse a casa al principio de nuestra exploración, o ¿acaso lo tenía todo planeado desde el principio?

El vaivén cesó y noté a Quakcity llevarme, hasta algún sitio. Se cayó al suelo o me dejó en el suelo, no sabía cuál de las dos sucedió pero sentí la arena del suelo pegarse a mi cuerpo, unos borrones negros invadieron mi vista ya no podía decir si era mi cerebro que me estaba engañando o eran personas. Sentí unas manos suaves y arrugadas posarse en mi frente, después escuché algo pero era como si yo estuviera bajo el agua y alguien me hablaba desde fuera. Esa sensación de flotar en el agua, en silencio y en la oscuridad era adictiva, podría estar horas allí. El cansancio que mi cuerpo sentía era abrumador y no podía hacer nada más que dejarme llevar por la corriente y aceptar mi destino.

El destino de morir. Ya sabía yo que no conseguiría cumplir mi sueño, todo iba demasiado bien como para que fuera real. Por los dioses de Karmaland, ¡hasta conseguí sobrevivir a la persecución y el ataque de un monstruo de verdad! Supongo que eso era lo único que quedaría marcado en la historia, pero en la inventada de Johnny; "T/N la persona que trató de huir de una criatura pero murió en el intento". Él quedaría como el héroe del cuento y todos lo aclamarían como el salvador de Texas. Yo quedaría en el olvido de Karmaland, la reputación de Rubius rebajaría y lo tomarían por "El Soldado que fracasó", Mangel se quedaría en su taller encerrado queriendo evitar los guardias del rey, ya que Su Alteza dijo que si volvíamos con las manos vacías nos mataría personalmente. Finalmente, Quackity probablemente seguiría con su trabajo como ladrón, pero con peor fama aún.

Antes de sumergirme totalmente en los fríos brazos de la oscuridad, me pareció notar unas gotas cálidas de agua en la mejilla, seguidas de unos labios temblorosos.

Supongo que serán imaginaciones mías. 






(Editado)



N/A: Se vienen cositas. 

EL CIEGO || K!Quackity x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora