Capítulo XIX

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No notó nada, tal vez era que ya estaba muerto y su cuerpo había dejado de sentir hace unos segundos, tal vez era que de tanto dolor ya no lo sentía, no lo sabía. Aunque, el olor del fuego no había cesado, tampoco los gritos y los tiros que se escuchaban de vez en cuando, lo que le confundía a Quackity, ¿irían ganando o perdiendo? ¿Qué harían sus compañeros cuando él muriera? ¿Dejarían de pelear o no? ¿Qué sería de T/N? Quizá lograba sobrevivir al disparo y él no estaba para saberlo. De pronto, un gruñido muy conocido llegó a sus oídos, aquella voz era de Johnny. Después del gruñido fueron unos insultos y el sonido de unos golpes metálicos. El ruido de unos pasos se fue acercando a su cuerpo, una bota metálica tocó el costado del mexicano.

一 Diablo, vamos, levanta. 一 La suave voz de Rubius hizo que el mexicano sonriera un poco, había ido a buscarlo. 一 Tienes que matar a ese cabrón, ¡vamos!一 Levantó la voz al mismo tiempo que levantaba el débil cuerpo de Quackity, él apoyó la mayoría de su peso en el cuerpo de Rubius, tal vez podría servirle como la vista que ya no tenía. Se aferró a la chaqueta del albino, sus pies torpes al andar.

一 N-no puedo. 一 Trató de fruncir el ceño pero la herida recién hecha no le dejó. 一 Ya no...

Rubius no necesitó más explicaciones ya que vio la grave herida en lo que antes era el buen ojo del mexicano. En aquel momento, el soldado sintió más ira hacia Johnny, primero T/N y luego Quackity. Esperaba que el siguiente no fuera Mangel, y si lo era, juró a los dioses de Karmaland que mataría a Johnny, después lo reviviría con el tótem y lo mataría de nuevo. Así continuamente. Miró al agonizante vaquero que estaba tirado en el suelo, unos minutos antes le había dejado inconsciente golpeándolo con el mango de su espada para tener tiempo de ver si el ladrón estaba en buen estado, pero ya vio que no. Una ola de determinación invadió el cuerpo de Rubius, y miró a Quackity que también sintió aquel repentino sentimiento.

Era como si la orquestra de la ópera estuviera haciendo un crescendo, aquella llama que yacía en sus corazones se convertía en un incendio. Aquel sentimiento que hacía que tus músculos se tensaran de emoción y determinación, tu garganta queriendo gritar a los cuatro vientos cualquier cosa. La música de la orquesta llegaba al final de su emocionante crescendo al mismo tiempo que Rubius caminaba hacia Johnny con Quackity apoyado en él. Los ojos de Johnny cayeron en ellos dos y se levantó rápidamente. Acercó la mano a su cartuchera, el color de su piel palideció cuando no notó la pistola. Y para colmo, su expresión cayó asustada cuando se dio cuenta de que Quackity era el que tenía el arma, su brazo era sujetado por Rubius que guiaba al ciego.

一 No lo entendéis, muchachos. 一 El vaquero alzó los brazos.一 Soy la mano derecha de Dios, fui elegido por el Señor para guardar el Tótem de Inmortalidad. ¡Me pertenece! ¡No podéis matarme!

De entre los gritos y los tiros que se escuchaban de fondo, el sonido de la pistola cargando fue añadido. El dedo índice de Quackity temblaba sobre el gatillo, ya había confiado en sí mismo una vez, y salió mal. Entonces, ¿de qué servía volver a intentarlo?

一 Y yo soy el diablo que olvidaste.

El cañonazo del arma de fuego pareció silenciar las demás peleas por un momento, el cuerpo de Johnny cayó al suelo de espaldas con los brazos abiertos, el agujero en la mitad de su frente sangraba de una forma inhumana, el cuerpo no se movió ni hizo nada. Estaba muerto. Los ojos de Rubius se iluminaron al ver que lo habían matado, aquel sentimiento de crescendo explotó en una melodía de victoria para ellos.

一 ¿Le dí?一 Preguntó el mexicano, preocupado por no escuchar nada de Rubius.

一 Sí, le has dado. 一 Suspiró. 一 En toda la frente.

EL CIEGO || K!Quackity x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora