Capítulo XIV

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Quackity dejó que la señora y un par de mujeres cuidasen de T/N, observó cómo llevaban el pálido cuerpo en sus brazos y entraban en una de las casa, quiso entrar a ayudarlas, asegurarse de que T/N despertaría pronto. Sin embargo, por la palmadita que le dio un hombre de la aldea no creyó que sería así de fácil. Al pensar aquello hacía que la sangre que recorría sus venas hirviera y cada segundo que pasaba quería golpear a Johnny cada vez más fuerte.

Rubius y Mangel llegaron con la mula, la cual ahora parecía más triste, aunque probablemente estuviera cansada de todo el camino de vuelta. Observó que su animal aún tenía la flor puesta, se sorprendió al saber que no se había caído. Recordó la sonrisa que brotó en la cara de T/N cuando vio a la mula con la flor, él estaba buscando una rosa para ponerla en la otra oreja pero cuando se levantó y vio la sonrisa se quedó atónito, notó que sus ojos se humedecieron ahora no podría ver aquella sonrisa. Ya no podía ni ver a la única persona que confiaba en él. Sus pies se movieron solos, comenzaron a caminar hacia la casa donde T/N descansaba en paz. Abrió la puerta suavemente, no quería asustar a las mujeres que estaban dentro atendiendo la grave herida de T/N. Una de ellas, la que tenía un vestido azul se percató de que había entrado a la vivienda, el oscuro pelo de la jovencita estaba recogido en una trenza que caía hasta su cadera, su piel morena de estar al sol la mayoría de tiempo al sol y sus oscuros ojos, los cuales miraban a Quackity asustados. Parecía que la chica estaba mirando a un fantasma en lugar de al ladrón, él tragó saliva.

一 Eres... 一 La voz dulce y asustada voz de la mujer temblaba, sus cuerdas vocales se negaban a hablar, solamente querían gritar. 一 El Diablo.

La chica se echó hacia atrás, sus pies dieron un paso hacia atrás y su espalda chocó contra un mueble del pasillo, su mano estaba a la altura de su boca apenas tapando su expresión de terror. Quackity suspiró molesto, ya estaban tardando en reconocerlo. Al principio, cuando llegaron a la aldea, pensó que era el único lugar que no conocía su reputación, por la simple razón de que ni la señora ni su nieto reaccionaron del mismo modo que aquella mujer que estaba delante suya. ¡Ni siquiera las mujeres que suspiraron amorosamente por Rubius salieron corriendo! Trató de poner su mejor sonrisa para calmar a la joven, aunque escasamente funcionó.

一 No vine a robar, solamente quiero ver a T/N. 一 Levantó las manos para enseñar que no tenía ninguna arma en las manos y que no quería hacer ningún tipo de daño. 一 La persona a la que dispararon.

Quackity sintió un gran alivio cuando la "doña" apareció por la puerta del fondo del pasillo, al percatarse de que ellos estaban allí la anciana se acercó y calmó a la mujer diciendo que el ladrón no haría nada. Aquello no pareció convencer del todo a la joven pero al final le dejó avanzar por el pasillo. La anciana le guio hasta la habitación donde T/N reposaba con los ojos cerrados, aquellos ojos que antes miraban a Quackity con admiración. Sintió un nudo en la garganta al ver a T/N en aquel estado, su cuerpo tumbado en la cama, inmóvil. Su piel, tan pálida como la nieve y probablemente igual de fría. La mano de Quackity inconscientemente agarró la de T/N, ya no estaba tan cálida como la última vez. Se sentó en un taburete que estaba al lado de la cama y acarició la mano de T/N con su pulgar, su mirada se deslizó hacia su mejilla, la misma que hace poco besó junto con sus propias lágrimas. Después, los oscuros ojos del ladrón se fijaron en los labios de la inconsciente persona que descansaba en la cama, tenían un tono ligeramente morado que hacía resaltar con la piel pálida, aquellos labios que pronunciaban palabras que Quackity nunca quería olvidar, aquellos labios que pronunciaban su nombre cuando él tuvo el valor de decirlo, aquellos labios que sonrieron cuando encontraron el templo y aquellos labios que tanto quería besar.

La señora, que estuvo todo ese tiempo observando al ladrón, finalmente se acercó a él con una expresión de pena en su rostro. El mexicano no soltó la mano de T/N mientras se giraba a mirar a la señora, la cual, suspiró melancólicamente.

一 Será difícil traer de vuelta a T/N, el disparo fue en una zona muy mortal del cuerpo, si sobrevive sería un milagro.

Aquella frase fue como un puñetazo en el estómago para Quackity, sus manos comenzaron a temblar, y sintió que le costaba respirar. La anciana le acababa de decir que T/N probablemente moriría, y él ni siquiera pudo salvar a la única persona que confió en él. ¿Qué haría sin que nadie le creyera? La sonrisa de Johnny apareció en su mente, aquella sonrisa que cualquiera veía como encantadora, Quackity la veía como una razón más para matarlo. Quería golpear innumerables veces a aquel asqueroso vaquero, quería dejarlo inconsciente en el suelo, sangrado y golpeado. Tal y como Johnny hizo años atrás, aquel día en el que Quackity juró que en el futuro volvería a la aldea y la quemaría hasta que no quedaran nada más que cenizas.

Y ese futuro ya había llegado.

Se volvió hacia el cuerpo de T/N, acarició su mejilla con el pulgar y se levantó del taburete.

一 Doña, cuide de T/N. Iré a reunir personas para así atacar la aldea del maldito Johnny.

Quackity abrió la puerta para irse, pero fue detenido por la joven de antes, la cual se sorprendió al verlo, seguramente estuvo espiando la conversación entre la anciana y el ladrón, aunque no debió de obtener mucha información ya que no hablaron casi nada. Más tarde, la chica sonrió.

一 No deje a nadie vivo, Gran Q.

Quackity sonrió, recuerdos de todo sus atracos llegando a su mente.

一 Nunca lo hago.

Con eso dicho, cerró la puerta dejando a ambas mujeres a cargo de la persona por la que juró destruir la aldea. Salió de la casa, Rubius esperando en una mesa con los demás pueblerinos, se incorporó al ver a su compañero acercándose a su sitio. Entre todos los hombres le hicieron un sitio y le ofrecieron un vaso de chupito de Tequila por el cual se negó, había cosas más importantes que hacer en aquel momento.

一 ¿Cómo está T/N? 一 Preguntó Mangel preocupado, Quackity no se percató de que estaba en la mesa hasta que habló, por eso lo miró sorprendido, sin embargo, su expresión cambió rápidamente al pensar en T/N y su estado actual.

一 La doña me dijo que no sobrevivirá, a no ser que ocurra un milagro. 一 Su mano formó un puño. 一 Ese Johnny...

一 ¿Milagro?一 Cuestionó Rubius, se rascó la cabeza para pensar algo y cuando sus ojos se iluminaron un poco todos los hombres que estaban en la mesa supieron que tuvo una idea. 一 ¡El tótem! Se lo llevó Johnny, pero no puede estar muy lejos, ¿no? Quiero decir, él estará en su aldea ahora mismo y tendrá el tótem en algún lugar de allá.

一 El rubito tiene razón. 一 Exclamó uno de los hombres de la mesa. 一 No conozco a ninguna de las personas que ustedes mencionaron, pero ya le agarré asco a ese tal Johnny.

Quackity sonrió, tenía a gente de su lado y lo defendían, por mucho que su reputación fuera una de las peores del continente.

一 Entonces, ¿Qué dicen? ¿¡Quién está conmigo para matar a esos vaqueros!? 一 El ladrón golpeó la mesa con su puño y gritó orgulloso. Recibiendo como respuesta los alentadores rugidos y gritos de los pueblerinos y compañeros.

Rubius se subió a la mesa, los vasos rebotando ligeramente a causa del pisotón que tuvo que dar para subir. Desenvainó la espada y golpeó con su puño su propio pecho.

一 ¡Matemos a esos cabrones!一 Gritó desde el fondo de su garganta y lo más alto posible. Quería que las aldeas de alrededor los escucharan.

Quackity se acomodó su sombrero y sonrió, su faceta de ladrón tomando control de su cuerpo y mente.

一 Esto será una masacre. 







(Editado)

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EL CIEGO || K!Quackity x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora