Capítulo VIII

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La aldea no era igual de la que veníamos, las casas de ésta no eran como la madera vieja y crujiente que ya me había acostumbrado a pisar. Las pequeñas casas estaban construidas por un firme hormigón que podría protegerse de balas de lo gorda que sería la pared probablemente. Tampoco eran del color marrón oscuro del pueblo de Johnny, eran de un color amarillento, no del que daba grima, era un amarillo acogedor que transmitía amabilidad y hospitalidad. A lo lejos parecía que las paredes eran tan suaves como el pelaje del gato del rey Vegetta, según decían los rumores. Sin embargo, cuando de verdad tocabas la pared hacía un cosquilleo rasposo que si hacías más fuerza seguramente te rozarías la palma. Noté como una sonrisa se dibujaba en mi cara, no había visto un pueblo tan precioso en mi vida, había todo tipo de plantas alrededor y los pueblerinos te sonreían a la vez que pasabas por su lado. No como en la aldea llena de vaqueros bordes que te miraban extraño al pasar.

Al parecer, El Diablo opinaba igual ya que cuando una persona le saludaba sin temor ninguno sus ojos se iluminaban de esperanza, parecía que nadie lo conocía allí y eso le hacía feliz, le hacía sentir que la vida le estaba dando una segunda oportunidad. Mangel observaba con admiración cualquier cosa que se interpusiera en su camino, si bien fuera una simple hoja de un árbol o una oveja cualquiera. Rubius sonreía a las mujeres jóvenes que pasaban por allí, ellas al recibir un guiño del caballero real se llevaban una macho al pecho y suspiraban satisfechas de que un apuesto caballero les hubiera dado un mínimo de atención. Por otro lado, Johnny caminaba confuso, era como si estuviera en un mundo completamente diferente, cosa que era verdad que parecía. Su cuerpo se tensaba incómodamente cuando un pueblerino le saludaba con una sonrisa amable y le decía "buenas tardes", él simplemente respondía levantando un poco su sombrero.

Me acerqué a una señora mayor que estaba tejiendo una tela sentada en un banco de madera, a su lado dos niños admirando las viejas pero habilidosas manos de la anciana.

一 Siento interrumpir, pero, ¿podría decirnos dónde estamos?一 Señalé a mis compañeros que escuchaban expectantes la conversación.

一 Esto es México, cerca de la frontera con Texas. 一 Me alegré al escuchar que cada vez estábamos más cerca de nuestro objetivo, solo nos faltaba el otro trozo del mapa y ya podríamos encontrar el Templo de Esmeralda.

Solo con la sonrisa ampliada en mi cara mis compañeros pudieron saber cuál era la respuesta. En un par de saltos de felicidad, llegué hasta ellos, Rubius, Mangel y yo lo celebramos como si hubiéramos ganado una guerra, aunque, los tres sabíamos perfectamente que esto no había hecho nada más que empezar. No nos dimos cuenta de que la señora se acercó a nosotros hasta que Rubius gritó como una niña del susto que le había dado, la señora habló con las carcajadas infinitas del mexicano de fondo.

一 Ustedes deben de ser exploradores, ¿qué os trae por aquí?

El mexicano se abrió paso entre nosotros y alzó la barbilla orgulloso, parecía un héroe después de haber salvado a su pareja de las garras del dragón. Cerré los ojos esperando el golpe de humillación que nos daría la realidad cuando dijéramos que íbamos tras un templo que la mayoría pensaba que era falso, que no existía.

一 Comida.

No era lo que esperábamos pero estábamos de acuerdo, todos teníamos hambre. Los cuatro asentimos dando énfasis de que necesitábamos algo de comer antes de que cayéramos al suelo desmayados por falta de alimentos. El Diablo y yo sólo llevábamos medio pan circulando por nuestras venas, mientras que, Mangel, Johnny y Rubius tenían un pan entero, por lo menos.

一 La neta, me estoy muriendo de hambre. 一 El mexicano soltó un alarido.一 Me comería hasta un caballo, doña.

Mi vista captó cómo los dos caballos de Johnny se alejaban dos pasos del mexicano cuando dijo aquello, solté una pequeña risa, aquello sí que había sido inusual. La señora se preocupó y nos llevó a un merendero de madera con un par de bancos a cada lado. La mesa era tan grande que el pueblo entero podía sentarse a comer allí, supongo que era donde hacían las comidas generales de la aldea, cuando celebraban algo o para pasar el rato sin más. Un par de hombres se sentaron a nuestro lado, saludando alegremente en el proceso. La anciana nos dejó un plato de frijoles a cada uno de nosotros junto con una cuchara, claramente. Nada más dejar el plato en frente nuestra comenzamos a comer en silencio, se notaba que todos teníamos un hambre inmenso y que no queríamos hablar entre nosotros para poder disfrutar del sabor de los riquísimos frijoles.

一 ¡No mames, esto está delicioso, doña! 一 Exclamó el mexicano一 Hacía meses que no tenía una comida decente.

Su plato ya estaba vacío, me sorprendió cómo alguien tenía la capacidad de comerse algo tan inhumanamente rápido. Aunque, pensándolo mejor, todos hacíamos lo mismo cuando teníamos hambre, ¿verdad? Continué comiendo mi plato de frijoles, era la primera vez que probaba una comida así de diferente. En Karmaland solo teníamos chuletas de cerdo o pollo, no había mucha variedad, pero teniendo en cuenta los momentos difíciles que estábamos viviendo en nuestro reino era de agradecer.

一 Ahora que hemos terminado todos, Mangel, saca el mapa por favor, veamos si estamos en el sitio correcto. 一 Rubius hizo un ademán con la mano para que Mangel le diera el mapa.

Lo extendieron en la mesa, la mitad del mapa estaba dibujado a mano, no había costa de mar por lo que podríamos decir con un poco más de exactitud que estábamos relativamente cerca del sitio. En la esquina de arriba aparecía el símbolo del sol de oro y esmeralda que se creaba cuando juntabas ambas piezas. Ningún nombre de algún pueblo estaba escrito en el papel arrugado, no había nada más que un garabato en un sitio en concreto, ¿cómo podríamos llegar allí si no teníamos ninguna indicación? Es verdad que en el momento en el que juntásemos las piezas la magia no guiaría hasta allá, pero ¿y si no existía la magia? No tendríamos indicación alguna. Con la mitad del mapa no podíamos avanzar.

一 ¿Eso es el mapa del Templo de Esmeralda?一 La voz de uno de los hombres que estaban a nuestro lado interrumpió nuestra crisis existencial, y causó una mayor.

¿Cómo sabía qué mapa era? No, mejor preguntar: ¿¡Cómo sabía de la existencia del templo!? Poca gente se creía aquella historia, pude comprobarlo en el Saloon cuando conocí a Johnny.

一 ¿Cómo sabes que éste es el mapa?一 Preguntó Mangel ansioso de saber la respuesta.

一 Mi abuelita tiene la otra mitad en su casa. 一 Con la cabeza señaló a la anciana que nos había dado de comer.

El mexicano de pronto se levantó y se excusó diciendo que iba al baño. Mangel sin despegar la vista del hombre, le agarró del poncho y lo obligó a sentarse de nuevo en su sitio, se le había visto la intención de atracar a la anciana desde el momento en que el señor la mencionó. Agachó la cabeza, su charro escondiendo su cara completamente, comenzó a jugar con la cuchara de su plato. Mangel se inclinó hacia el hombre, este era su gran momento de sacar sus habilidades con las palabras y negociar la posesión del mapa. Se ajustó las gafas para que pudiera ver mejor a su oponente.

一 Mi abuelo también tenía este trozo de mapa, se fue entregando de generación en generación en mi familia, hasta que llegó a mí. Quiero hacerle honor a todos mis antepasados que murieron, nunca he tenido una oportunidad tan clara de tener dinero, es más, nunca he tenido tanto dinero. Me haría muy, muy feliz si tuviera la otra mitad y así conseguir el tesoro. 一 Unas lágrimas falsas cayeron por los ojos de mi compañero, esto era demasiado surrealista para mí. Chantaje emocional, la mejor opción para esta situación.

一 Es todo tuyo, amigo 一 La mandíbula de Mangel cayó, su respuesta fue tan inesperada. Ninguno de nosotros pensó que sería tan fácil pedir algo tan valioso como el trozo de un mapa a un templo mágico.一 Era eso o que lo utilice como servilleta, ustedes verán.

一 No, no. Queremos el trozo, sí. 一 Respondió mi amigo tartamudeando un poco.

Como si la anciana hubiera estado esperando toda su larga vida para este momento, golpeó el otro trozo del mapa en la mesa, los platos rebotaron en el acto. Disimuladamente, agarré ambos trozos de papel y los junté bajo la mesa. Ahora todo tenía más sentido, en el mapa ponía "Estás aquí" y un punto rojo indicando exactamente el pueblo, unas líneas intermitentes hacían un zig-zag hasta el otro trozo de papel donde estaba el garabato. En la esquina de abajo había un texto, donde ponía lo siguiente: "Para camino más exacto, utilizar la brújula del Sol Verde". Al leer aquel nombre deduje que se refería a ambas piezas de oro y esmeralda, ya que al juntarlas formaban una especie de sol.

一 Diablo, dame tu pieza de la llave. 一 Sus ojos oscuros como la noche, se conectaron con los míos, llenos de determinación.一 Es hora de que nuestra aventura comience de verdad. 







(Editado)

EL CIEGO || K!Quackity x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora