Capítulo XI

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一 ¿Qué es eso?一 El mexicano se fijó en algo que caía de lo más alto de las paredes del laberinto, por la inmensa oscuridad podría decir que era de un tono más oscuro que el de la pared. Parecía caer por la estructura hasta llegar al suelo haciendo pequeños zigzags, cualquier persona podría confundirlo con una serpiente o un chorro de sangre, teniendo en cuenta que estábamos en un antiguo templo, sin embargo, era una enredadera.

一 Eso es una planta. 一 Respondí.

一 ¿Seguro? A mí me parece que es otra cosa.

Suspiré con una sonrisa plasmada en mi cara, claramente era una enredadera pero entendía que Quackity no estuviera tan seguro, ya que al ver de sólo un ojo podría confundir cosas. Encima, estábamos a oscuras y no veíamos casi nada, sin contar lo que nuestras pupilas dilatadas podían deducir.

一 Estás muy ciego para ver de sólo un ojo. Es una enredadera, tranquilo.

一 No más quería saber. 一 Dijo rascándose la nuca avergonzado.

Caminamos unos metros más, mi mano se deslizaba por la pared pero esta vez no era para admirar los dibujos de ella sino para tratar de memorizar el patrón de las paredes y así poder volver fácilmente si hacía falta. Un olor extraño inundó mi nariz, era como oler carne podrida con algo metálico en ella. Me fijé que el borrón negro que se suponía que era Quackity se agachó a un lado del pasillo del laberinto.

一 ¿Y esto? ¿Sabes lo que es?

Lo único que pude ver fue una mancha bastante grande de un líquido extraño, no sabía decir con certeza si estaba seco o no, pero no tenía buena pinta. Me acerqué al lado de Quackity para intentar ver algo mejor, aguanté una arcada cuando logré ver que el mexicano deslizaba su dedo por todo el charco. Se lo acercó a la nariz para deducir el olor y de pronto, tan rápido como pasaba una bala, se levantó de su sitio agarrando mi brazo en el camino y levantándome a mí también, se giró en sus pies para mirar hacia atrás. La mancha de aquel líquido raro continuaba hasta desaparecer en la oscuridad, nos acercamos a ver dónde terminaba.

Mi respiración se cortó por un momento cuando mis ojos se toparon con los de aquella criatura, ojos rojos como rubíes brillaban en la oscuridad dando a conocer un poco la forma de lo que supuestamente era su cabeza. Una calavera de un caballo tapaba su cara de verdad, pero no quería saber lo que se escondía detrás de aquellos huesos, con sólo mirar las manchas de sangre que decoraban la calavera podía deducir que no era amigable. El resto del cuerpo no sabría describirlo, aparte de que no lo veía, sabía perfectamente que sería lo más anormal y diferente a cualquier animal del mundo. Sus uñas largas y afiladas rasgaban una carne, y no era de un animal cualquiera. Era de un humano. Un explorador que cayó en la misma trampa que nosotros en aquel momento. Si no hubiera sido por el brazo que aún se conservaba decentemente, no hubiera podido asumir que era una persona, puesto que los sesos y los huesos estaban hechos añicos y la cabeza estaba deformada y ensangrentada, la criatura había descuartizado  a aquella persona.

Noté que la áspera mano de Quackity entrelazó sus dedos con los míos, sin embargo, no despegué mis ojos de los de la criatura, la cual ahora me miraba como si fuera su próxima víctima. Sinceramente, yo también pensaba que moriría en aquel momento.

一 Corre.

El susurro del mexicano fue la gota que colmó el vaso. La criatura se nos echó encima, pero pudimos salir corriendo antes de que nos tirara al suelo. Nuestras manos aún entrelazadas para no separarnos en el laberinto, los giros y amagos que hacía Quackity tiraba de mi brazo como si yo fuera una marioneta, aún así no quería soltarme de él. Ninguno de nosotros sabíamos adónde íbamos o dónde terminaríamos, por Heberon, ni siquiera sabíamos si saldríamos vivos de allí. Quackity giró otra vez, esta vez noté las uñas de la criatura desgarrar una parte de mi brazo, no grité simplemente solté un insulto hacia la criatura. La adrenalina que recorría mi cuerpo en aquel momento no me dejaba sentir dolor alguno, lo que probablemente sería una gran consecuencia más tarde. Los pasos de la criatura tampoco ayudaban, sentía su respiración anormal en mi nuca lo que hacía que mis piernas no se rindieran por mucho que mi cerebro quisiera.

EL CIEGO || K!Quackity x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora