Capítulo 29 "Bad World"

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Nevada, EE. UU.

El lugar tenía una ausencia total de tonalidades coloridas, el olor parecía poco agradable, todos los accesos y puertas tenían una máxima seguridad, la prisión estatal de Nevada era una de las prisiones más peligrosas y custodiadas en el estado, sin embargo, esa seguridad tenía un origen particular que nacía de sus presos...

Homicidas, violadores, psicóticos, psicópatas y narcotraficantes eran los presos con cargos menores, pues de forma específica, la prisión resguardaba con una responsabilidad contundente a presos que simplemente no volverían a pisar las afueras del mundo por el resto de su vida, ¿Razón? Personas más poderosas se habían encargado de refundir los ahí.

Cerca del mediodía, un elegante hombre con una complexión musculosa y definida, entró de forma restringida y supervisada al largo pasillo de celdas que resguardaba a los presos más peligrosos de toda la prisión, teniendo una lista infinita de restricciones desde el hecho de no poder recibir visitas, hasta el de una absoluta prohibición de estar en los patios al mismo tiempo que el resto de presos con cargos menores.

Las puertas parecían impenetrables, los colores grisáceos eran monótonos en toda el área, detrás de él caminaban dos guardias y había uno más que lo dirigía a su específica búsqueda, aceptada únicamente por un grotesco soborno que parecía tener consecuencias perturbadoras si llegaba a saberse.

El guardia que lo dirigía abrió la primera y muy gruesa puerta con tonalidades pálidas, el tétrico silencio se vio corrompido y acto seguido dejó entrar al hombre para observar la celda aislada de un prisionero que llevaba demasiados años en el mismo sitio.

El overol naranja lo portaban todos los presos, sin embargo, no todos tenían esposadas las manos a pesar de permanecer en una celda, el aspecto del prisionero era por mucho uno de los peores de su vida, aunque realmente a esas alturas, ya no importaba, su vida había sido parte de un trato por venganza, como un cobro personal o familiar, sus pasadas decisiones lo habían colocado ahí...

-¡Downey! - gritó el guardia - Tienes un puto haz de suerte en tu vida de mierda, ha llegado alguien que pagó mucho por verte, así que sé considerado.

Burlonamente el guardia salió hasta la puerta junto con sus otros dos compañeros, dejando a solas y separados por los largos y fríos barrotes de la celda al elegante visitante y a Robert Downey...

Con desconfianza Downey se levantó de la fría barra que lo acogía como asiento y miró detenidamente al inexpresivo hombre que estaba a las afueras de su celda, luciendo un costoso abrigo oscuro que descansaba sobre su traje Zegna de tres piezas. Su aspecto como preso podía ser tétrico, pero su memoria era indescriptiblemente perfecta, podía recordar a cualquier persona que hubiera visto en su vida, y el hombre que tenía ahora frente a él, en definitiva, jamás lo había visto.

-Estoy muy seguro de nunca haberte conocido, ¿Quién eres? – cuestionó con severidad.

-No importa quién soy – contestó el hombre inexpresivamente – Importa lo que sé de ti, Downey – su mirada recorrió a los alrededores de la celda, desde el piso hasta el techo, observando los barrotes, el espacio dónde se encontraba y la distancia que lo mantenía aislado del preso en el que estaba interesado, fijando su mirada por último en él – De ti y de los que te refundieron en este lugar, los Hiddleston.

-¿Y ese es tu interés? – burló Downey con una sarcástica sonrisa – Lárgate, pierdes tu puto tiempo.

-¿En serio? – cuestionó con cinismo - ¿Realmente piensas pudrirte aquí? ¿Sin saciar tu rencor?

Downey rio sarcásticamente, negando con la cabeza y mirando nuevamente al hombre frente a él - No sé si ya lo notaste, pero por hacer algo al respecto, terminé en este lugar de mierda, me han quitado todo, y aunque sé demasiado, no puedo hacer nada con ello, han dejado a personal a cargo para verme pudrir...

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