4. Aisher

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AISHER

Paralelo
Elementum

Me acomodo las telas que uso para cubrir mi delgado cuerpo después de cerrar las puertas en la que quedó la chica, Yionne Skov.

Sé el nombre de cada una de las personas que le importan a mi hermana, porque, aunque ella nunca me noto, siempre fui una sombra que la observó desde la oscuridad.

No hubo día desde que mi madre fue asesinada «Porque sé que ella no murió, alguien la asesino» en que no me senté en el lago mágico y observé. Mamá solía decir que el lago te daba un poder inmarcesible, pero también te quitaba lo que más querías.

El lago es oscuro y sin una profundidad visible. Es verdad lo que decía mamá sobre que te permite ver lo que más deseas, pero nunca me ha dado más poder del que ya tengo. Después de qué mamá murió empecé a sumergirme casi a diario y nunca incrementaron mis poderes.

El lago durante años me mostró a mi hermana, aunque la imagen de ella estuvo en constante cambio. En verdad, este lago es un misterio.

No me costó darme cuenta de que es un portal que conecta con el paralelo de los humanos, por ahí desapareció mamá con mi hermana y por ahí fue que entre y cree todo el juego.

Era solo un niño, pero descubrí la verdad rápidamente. Por eso diseñé el juego, para que mi hermana volviera aquí. Ella cree que lo hago por crueldad, pero la verdad es mucho más grande y no creo que esté preparada para la verdad sobre su linaje familiar.

Cruzo la puerta de la fortaleza de roca roja en la que he estado viviendo desde hace años. Antes solía vivir en un gran castillo en el centro de todo, pero desde que mamá se fue, tengo pesadillas sobre ese lugar. Siempre veo sombras y dolor cada que me acerco allí.

Con mi viento me impulso y caigo al otro lado del lago de lava que rodea toda la fortaleza. Espero por el propio bien de la humana, que su curiosidad no sea más grande que su instinto de supervivencia.

Camino por entre el bosque oscuro que jamás cambia. Extraño esos días en los que este lugar no era una sombra maldita, llena de desgracias.

He dejado a mi hermana en una cabaña no tan lejos de aquí para poder vigilarla. No es que me importe que ella llegue a mí, no puede lastimarme, pero sí que se puede hacer daño a ella misma.

Estando fuera de la cabaña, los recuerdos me invaden. Es seguro que Anni no recuerda que prácticamente vivía aquí, ella apenas tenía cuatro años cuando todo sucedió, yo nueve.

—Hermana —habló con voz dura, pero que no emite una amenaza, no necesito que ella se sienta así, quiero que desee ayudarme, que confíe en mí.

La busco por la habitación y me llevo una sorpresa cuando la encuentro en medio del comedor. Está sentada en la silla cabecera con la mirada perdida, rota. Ella acaba de perder a lo único que conocía como familia y aunque finge ser fuerte frente a mí, sus ojos hinchados delatan que ha estado llorando.

—¿Qué quieres? —usa un tono tranquilo conmigo, pero sé que es solo una artimaña para que crea que quiere cooperar.

—Primero, deja de fingir, es de mala educación —mi hermana se echa a reír.

—Ni siquiera creo que sepas que es educación —se burla de mí. No le respondo, no quiero entrar en una disputa estúpida.

—Estás acá porque te necesito —hablo con amabilidad fingida.

Cada emoción en mi es fingida, porque si fuera yo mismo probablemente la asustaría. Anabella parece de esas personas que es capaz de lidiar con la ira de la peor bestia, pero nunca con alguien tan vacío como yo.

—¿Hiciste toda esta mierda porque me necesitas? —la furia arde en su mirada, mientras aprieta con fuerza la punta de la mesa.

—Tal vez —no revelaré información de más.

—Mate un montón de personas, me convertí en lo que tanto teme la gente y perdí a mi familia solo porque tú me necesitas ¿Es una broma? —se levanta de su asiento lista para irse en contra de mí.

—Puede ser —ella pierde la paciencia y me lanza una piedra que no sabía que tenía. La esquivo, pero no evitó que quiebre uno de los vidrios.

—¡Maldito monstruo! ¿Sabes que si me hubieras pedido ayuda sin toda esa mierda te habría dicho que sí? —asiento sabiendo que así sería, Anabella tiene el lado generoso del que madre solía hablar cuando me llevaba a jugar con mi tío.

—¿Aún lo harías? —preguntó tomando asiento, necesito aportar calma o esto se convertirá en una catástrofe.

—Por supuesto que no, moriría antes que ofrecerte mi ayuda —habla tan sinceramente que me pregunto si se está conteniendo para no asesinarme—. Me quitaste absolutamente todo, no mereces un gramo de ayuda.

—Lo sé —le indico que se siente, pero ella solo me gruñe—. No tienes que ayudarme porque tu generoso corazón te lo pida. Mejor ayúdame porque el trato que te puedo ofrecer es mucho mejor.

—Habla —sonrío con malicia cuando toma asiento.

Anabella puede haber pasado su vida entera lejos de casa, pero sigue teniendo ese rasgo familiar.

—Por cada ayuda que me des, te daré algo a cambio, soy generoso.

—No me convence —da un manotón en la mesa—. Habla fuerte y claro sobre lo que me ofrecerás y pensaré en darte la ayuda.

—Claro, pero esto sería entonces un trato ¿Aceptas?

—No, primero me dices y muestras que tengo que hacer. De lo contrario no haré ningún trato.

—Bien —cedo y le indico que se levante para poder mostrarle a lo que tendrá que enfrentarse.

Cuando mi hermana se acerca a mí puedo detallarla perfectamente. Es la viva imagen de mamá y si él la viera enloquecería más. Es una suerte para Anabella que la cicatriz en su rostro y pecho la diferencie de mi madre o estaría por completo perdida.

Elementun solía ser un lugar hermoso, con reyes justos, un pueblo poderoso y contento, pero un día un mal reinado acabó con todo. Anabella debe ayudarme a poner todo en orden o este paralelo no será el único entre sombras.

Matar y Destruir [Dueto Destructores #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora