11. Aisher

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AISHER

Paralelo
Elementum

Llevo a Yionne devuelta a la fortaleza luego de esa escena de Anabella. No entendí que quiso decir sobre nuestra relación, no es como si en primer lugar me hubiera importado tener algo con ella, solo es que pensé que algo había cambiado cuando le conté sobre nuestros padres.

Yionne se mantiene en silencio mientras la acompañó a su habitación. Lleva puesta esa ropa de siempre y me empiezo a preguntar si no le incomoda siempre tener lo mismo puesto.

Vagamente recuerdo cuando venían las princesas Grosvenor. La más pequeña de ella, Faye, siempre tenía vestidos bonitos de muñeca, mientras su hermana mayor traía vestidos que rivalizaban con los que usaba mamá.

La cuestión es que nunca repetían ropa, adoraban usar sus vestidos diferentes cada día. Por eso me pregunto si Yionne no estará harta de tener siempre la misma ropa.

—Pequeña bestia —la llamo y ella se da la vuelta. Ha aceptado con fastidio mi apodo.

—¿Qué quieres príncipe tirano? —mi boca se contrae un poco con un intento de sonrisa.

—¿No estas harta de llevar siempre la misma ropa?

—No tengo más ropa, por si no lo habías notado —su voz tiene un tono un poco sarcástico.

—¿Quieres más ropa?

—No importa mi respuesta, de cualquier modo, no tengo nada más que ponerme —trata de darse la vuelta, pero la detengo cuando me acerco a ella y la tomó por el codo.

—He preguntado si quieres más ropa.

—Sí —responde con fuerza mientras mantiene sus ojos sobre mi mano que aprieta su codo.

Me gusta como su piel a pesar de ser tan clara y parecida a la porcelana no es delicada.

—Entonces vamos —hago que empiece a caminar detrás de mi mientras mantengo mi agarre, solo que ahora le rodee su muñeca con mi mano.

—¿A dónde me llevas? —pregunta con calma.

—Espera a ver —ella asiente y siento como si confiara en mi.

Y se siente como la mierda más extraña y satisfactoria que podría experimentar.

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He llevado a Yionne al gran armario de vestidos que tenía mamá. Es toda una habitación repleta de vestidos de todos los colores, estilos y telas.

Mamá era extravagante y adoraba cada detalle de oro que pudiera tener un vestido. Muchas veces ella misma diseño modelos que pidió a los sastres que realizarán. Mamá era un ejemplo de buen gusto y realeza.

—¿Qué hago? —pregunta Yionne con un gramo de inocencia. Es increíble cómo está chica con cabello como la nieve y rostro de muñeca, no luce inocente por más que sus características lo hagan creer.

—Elige uno de los vestidos, te lo regalo —ella abre sus ojos con sorpresa. Ese color de sus ojos nunca lo he visto por aquí y ahora que lo detallo más me resulta precioso.

Sus ojos son la mezcla de dos tonos, están en batalla el gris y el azul por ver cual resalta más. Aquí las personas suelen tener un solo tono de ojos, pero ella tiene dos colores y eso la convierte en una cosita especial.

—¿Puedo elegir cualquiera? —pregunta.

—Sí, sólo no los que son de color rojo —la decepción llena su expresión.

Matar y Destruir [Dueto Destructores #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora