20. Yionne

36 6 0
                                    

❦•──────•20•──────•❦
YIONNE

Paralelo
Elementum

Me sobo el brazo mientras entró en la fortaleza de piedra en la que solía quedarme. Mi piel aún me arde luego del quemón que recibí y no se calma, ni siquiera luego de todo el tiempo que ha pasado.

Bell se quedó en la cabaña que solía quedarse, solo que esta vez no peleó, no miró mal, no se quejó. Ella se mantuvo en silencio y con una expresión vacía.

Tengo ganas de llorar, no solo porque estoy nuevamente lejos de mi familia, también porque fui ilusa al creer que el hermano de Bell tenía algo de humanidad.

Aún recuerdo la vez que le dije a Bell que desearía a alguien como ella, pero su hermano claramente no es la opción.

Él es cruel, rencoroso, grosero, arrogante, carece de emociones positivas. Y sobre todo, él sacrificaría a todo el mundo para salvarse, totalmente contrario a Bell.

—En la cocina debe haber comida —habla Aisher mientras entró en mi habitación.

—No tengo hambre —espero que Aisher se queje por mi grosería, pero él se mantiene en silencio y sale de mi habitación.

*★*☆*★*☆*★*☆*★*☆*★*☆*

Trato de dormir, pero el dolor en mi brazo no cesa. Necesito una pomada que calme el dolor.

Si Aisher le hubiera dado a su blanco probablemente habría matado a Lucien, porque está pequeña fracción de fuego que me rozó me duele como el infierno.

Después de unas horas tomo la fuerza para levantarme. Me pongo las pantuflas que traía puestas y salgo de la habitación.

Camino por los pasillos que están oscuros, ni una sola antorcha ilumina el camino. Soy cuidadosa para evitar una caída dolorosa, así que con pasos lentos logró llegar a la gran cocina.

Rebusco entre los cajones de madera alguna pomada, pero solo me encuentro con cubiertos, platos y un montón de cosas que no sabía que estaban aquí.

No encuentro nada, así que al menos en una vasija echo agua fría que hay dentro de un balde y con un trapo que había en uno de los cajones hago una especie de paños fríos.

Tuerzo los ojos y respiro con dificultad cuando el frío trapo toca mi piel herida. Siento que en cualquier momento podría empezar a gemir del maldito dolor.

—Vamos, vamos. He tenido peores accidentes —me recuerdo a mí misma.

Estuve bañada en sangre, trataron de asesinarme, estando en la academia una navaja casi me deja sin páncreas, incluso una vez trasquilaron mi cabello. Esta maldita quemadura no es nada.

El dolor es mental.

Creo que he empezado a gemir sin darme cuenta así que trato de regular mi respiración, es entonces cuando captó que los gemidos no provienen de mí.

Sigo el sonido sin soltar el trapo húmedo de mi quemadura. Tengo que pasar por el comedor a oscuras y luego por un estrecho pasillo que al final me termina conduciendo a una habitación oscura en el fondo.

No distingo lo que hay adentro, ya que el lugar no tiene ni siquiera la iluminación de afuera. Lo único que mi vista humana puede distinguir son las tres líneas que brillan como fuego ardiente.

Me acerco más a esas líneas. A tan solos unos metros de distancia logró ver que no son solo líneas.

Mierda.

Matar y Destruir [Dueto Destructores #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora