VEINTE| El celo de un Gamma

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CALIAN.

¿En qué demonios me metí?

Esto es peligroso...

Las feromonas de Alexandrey están ahogándome, arden en mi piel y es como si estuviera aspirando brasas y humo al mismo tiempo. Ni siquiera mis feromonas son suficientes para protegerme y soportar la respiración solo empeora todo. Quiero salir de aquí.

—Duele... Ah, espera, espera...

Pero no se detuvo. No dolía ser penetrado, dolía estar respirando sus feromonas.

Y apenas iba por el tercer nudo... voy a morir si sigue así.

Cuando intenté huir como acto reflejo de sentirme en peligro, Alexandrey agarró mi cuello y me pegó a su cuerpo, podía sentir que mis muñecas iban a quebrarse si continuaba así. Ejerció mayor presión y mis huesos crujieron agónicos, el dolor me hizo llorar y acabé cediendo. Sentí mi hueso desplazarse un poco y después acomodarse, fue una acción tan rápida que solo quedó un leve calor en mis articulaciones.

—No puedo... No puedo más... ¡Alexandrey, vas a matarme si sigues así!

Y así me soltó.

Me arrinconé en la propia cama, abrazando mi cuerpo y limpiando mis lágrimas. Veía la cara del Gamma.

Asustada.

Las marcas en mis muñecas me alarmaron y me dolió moverlas, al parecer no estaban rotas, pero sí había rastros de un pequeño esguince. Había vendas, así que me arrastré sin quitarle la mirada de encima y comencé a vendarme tras poner una pomada para el dolor muscular. Esto apenas era el comienzo y ya me había lastimado así, pero el Gamma no tenía razón alguna, solo seguía sus instintos y eso me colocaba a mí en una situación un poco difícil.

No quería justificarlo, pero... me dijeron que no viniera y aquí estaba, muriendo por mi propia mano.

Y vaya que la muerte supo a gloria.

—Ven aquí —susurré—. Está bien, no pasa nada.

Se encogió de hombros como un niño pequeño y después se acercó con una sumisión jamás vista en un Gamma. Pero sus ojos continuaron nublados, así como la densidad de sus feromonas aumentó.

Alcé mi mano para tocarlo y eso hizo que el Gamma se sobara y besara mi dorso. Sus músculos, así como sus venas, palpitaban, y ese sudor que resbalaba por su piel me atrajo a sobremanera. Era peligroso. Y eso me volvió loco. Quería dejar que me tomara, que se anudara a mí e hiciera conmigo lo que quisiera, pero iba a morir porque yo no tenía a un Alfa por amante, sino a un Gamma. Mi cuerpo estaba siendo presa de una atracción hacia mi Gamma, lo quería sentir sobre mí, el pensar en ser devorado por él me puso duro de nuevo y sentí la lubricación natural de mi cuerpo, mi vientre cosquilleaba y mi trasero estaba húmedo y pegajoso, mierda, no puedo con esto.

—Calian...

Su voz estaba ronca y me acerqué hasta él para acunar su rostro en mis manos y besarlo. Al inicio se confundió y sorprendió, después abrió sus labios y me besó con cierta ansiedad, me gustaba. Me gustaba la forma en la que estaba besándome.

Nuestras feromonas lograron conectarse con ese pequeño beso, haciendo que ya no fueran tan hostiles y hallaran un balance entre sí. Si este efecto me causaba una sensación placentera.

Quise saber qué pasaría ahora que Alexandrey estaba consciente de mí.

Me recosté sobre la cama, quedando en una posición que le permitió penetrarme una vez más. Abrí mis piernas, permitiéndole adentrarse en mí y sintiendo que las feromonas ya estaban deslizándose por nuestros cuerpos.

Abismo InmoralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora