DOCE|No suena tan mal si...

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ALEXANDREY.

—Cuando escuché ese absurdo rumor sobre ti no lo pude creer, pero ahora me doy cuenta que es verdad y sigo sin poder creerlo.

—Ve al grano, Evan.

Evan Astaroth sonrió antes de sentarse a mi lado y lazar una copa de vino. Si los alfas estuvieran regidos por un sistema, seguro y Evan era un dominante, pero mientras eso no pasara, se quedaba como un alfa común y corriente de carne y hueso.

—Tienes algo que nos pertenece —el alfa lo dio por hecho y ni siquiera hubo necesidad de preguntar a qué se refería—. El jefe está furioso y te manda unas palabras. Espero que con eso te quede claro que es mejor entregarle a Blake.

—¿Realmente es lo mejor? Blake es mi amante.

—¿Lo sigue siendo después de 10 años? Cuando los veía juntos eran imposibles de ignorar y sin duda ese omega es precioso, pero no te pertenece.

—Tu jefe lo botó a la basura, así que ahora es mío.

—La mercancía que ese omega escondió y ahora te está dando como si fuera suya... —hizo una pausa donde dejó las palabras al aire—. Van a traerte problemas ahora que Kanne ya no está.

—¿Cómo por qué necesitaría a ese idiota?

—Era el único hermano que el jefe consideraba y el bastardo que le robó 2 millones de dólares. Escucha, Alexandrey. Estoy aquí porque el jefe está dispuesto a dejarlo pasar, pero debes entregarle a Blake, sabes que es lo más razonable, ¿por qué te aferras a él?

—Es mi omega.

—¿Y eso qué? No pasa nada si se alejan, no es como si fueran a morir.

—Dime una cosa, ¿por qué quieren a Blake y no a la droga?

Evan se quedó callado unos momentos, analizando qué podría decirme, pero eso fue suficiente para mí. Pronto dejé de prestarle atención al alfa y me centré en su físico.

Seguía siendo un hombre apuesto que cuidaba su salud y entrenaba lo suficiente, con una cicatriz en su ojo derecho que le había robado la vista y unas manos llenas de heridas viejas. A sus casi 47 años, lo más seguro es que este hombre valiera más por viejo que por alfa.

—Eso ni yo lo sé —respondió. Los dedos de Evan comenzaron a tamborilear sobre la barra, atrayendo mi atención por un segundo—. El jefe no me lo dijo.

El sonido del saxofón resonaba en mi pecho y me giré para ver a la joven beta que tocaba apasionada. Era un sonido precioso que degustaba incluso en una situación tan tensa como esta, donde parecía estar charlando con el mensajero de la muerte.

—Blake se queda conmigo —intenté zanjar el tema.

—El jefe está dispuesto a negociar contigo, ¿qué te parece si le das al omega? En cambio te puedes quedar con la droga y distribuirla como mejor quieras.

—Dime por qué quieren a Blake.

—Si te lo digo, ¿vas a regresarlo?

—Quizá, sólo me interesa la droga.

—La razón por la que el jefe lo quiere —el alfa se giró y me regaló una sonrisa—. Es sencilla: Blake dio a luz a dos niños.

—¿Qué?

—Felicidades, al parecer eres padre de unos mellizos Gamma que tienen 10 años. El jefe los quiere y espera que no te involucres.

—¿Tuvo mellizos? Imposible, con esa herida es un milagro que siga vivo, ¿esperas que realmente te crea algo tan estúpido como eso?

Abismo InmoralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora