Strip Póker en Familia [01]

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Capítulo 1.

Que Inicie el Juego.


Los truenos rugían y los relámpagos iluminaban la noche, con las primeras gotas de lluvia se fueron mis esperanzas de salir a bailar.

El aguacero no me tomó por sorpresa, sabía que era cuestión de tiempo, pero no quería admitirlo; me aferraba a la absurda esperanza de que una ventisca salvadora ahuyentaría las nubes, justo antes de que comience a llover. Pero no ocurrió. Alrededor de las nueve de la noche todos mis planes para el sábado se diluyeron con el agua y se fueron por el desagüe.

Las discusiones entre mi hermano Erik y yo, suelen ser frecuentes, aunque casi siempre están causadas por una buena razón; sin embargo aquella noche, por la amargura que trajo la lluvia, estábamos hechos unas furias y bastaba la simple mirada del otro para provocar insultos o actitud desafiante. Sus planes también habían sido truncados por el mal clima. Victoria, mi madre, tuvo que intervenir en más de una ocasión. Ella es el pilar anímico de la familia, hace tiempo que nos hubiéramos desmoronado, de no ser por ella; viviríamos sumidos en el caos y la anarquía total.

Ante la amenaza de pasar el fin de semana encerrados en nuestros cuartos decidimos hacer una tregua. Ya tendríamos tiempo para solucionar nuestras diferencias, cuando estuviéramos solos. Por la astucia que me caracteriza, sabía que yo iba a ser la vencedora; especialmente si tenía tiempo de prepararme para ello. Erik era un animal que sólo empleaba su fuerza bruta para solucionar cualquier inconveniente; si bien nunca llega a golpearme, tiene por costumbre apretar mis brazos, como si sus dedos fueran una tenaza, hasta hacerme gritar de dolor. Esta fuerza desmedida es producto de años de trabajo como albañil, junto a mi padre, quien es Maestro Mayor de Obra. Mi papá, José, alias Pepe, al ver que su único hijo varón, y el mayor de los tres, carecía por completo de aptitudes mentales, decidió darle empleo bajo su mando. Esto al menos le permite a Erik ganarse la vida con un oficio digno.

Como ya no podía pelear con mi hermano, me tiré en el sofá a contemplar el infinito. No tenía idea de qué haría durante el resto de la noche, y dormir no era una opción. Había dormido toda la tarde.

―¿Estás bien, Nadia? ―Me preguntó mi hermanita, cuando me vio acurrucada en un sofá con los ojos inyectados de furia.

―Sí, Mayra, gracias. No te preocupes. ―Se sentó a mi lado, la envolví con un brazo.

Mayra era la menor de los integrantes de la casa, con tan sólo dieciocho años y una personalidad de cristal, se había convertido en el recipiente de todos los mimos. A veces la veíamos tan frágil y delicada que nos costaba dejarla sola por más de una hora, aunque eso no ocurría con frecuencia.

«En mi casa siempre hay gente», es una frase que nos acostumbramos a decir cada vez que alguien organizaba alguna reunión con amigos. A mí no me molestaba convivir con la mayor parte de mi familia; a excepción de Erik, todos son buenas personas. Pero también tenemos nuestros límites, por lo que las discusiones suelen ser frecuentes. En cambio Mayra es un ser de paz, para que ella llegue al punto de discutir con alguien, seguramente esa persona había hecho algo muy malo. Ella nunca pelea con nadie, vive en su mundo y pide permiso para todo, como si fuera una molestia en su propia casa.

―Perdón, pero vamos a tener que suspender todo, no para de llover.

Le había prometido que saldríamos juntas a bailar, sería la primera vez que pondría un pie en una discoteca para mayores de dieciocho. Si bien ella ya llevaba varios meses con esa edad, por nuestros estudios no habíamos tenido la oportunidad de salir juntas antes. Esta debía ser nuestra gran noche, y la lluvia había arruinado todo.

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