Capítulo 6.La Juego de Mayra.
Después de la segunda partida de strip póker en familia, hicimos lo posible para volver a la rutina normal... con la ropa puesta. Los siguientes días transcurrieron como si fuéramos una familia normal. Bueno, casi... me refiero a todo lo normal que puede ser una familia que llegó a un punto en el que vernos sin ropa ya no supone un tabú. De hecho, más de una vez me crucé con mi tío Alberto saliendo del baño, después de una ducha, sin llevar puesta una toalla. Incluso a veces caminaba hasta la cocina y se quedaba charlando con mi madre, con las bolas colgando plácidamente. Cabe aclarar que mi madre nunca emitió una queja hacia este comportamiento, aunque mi hermana o yo estuviéramos presentes en ese momento. Llegué a la conclusión de que para Vicky y Alberto eso ya era algo normal.
Pero lo más extraño ocurría por las noches, en el cuarto que comparto con Mayra. Las dos seguíamos masturbándonos abiertamente, incluso hubo veces en las que nos propusimos la una a la otra dedicar algunos minutos a la autocomplacencia. Imagino que para mi hermana era tan extraño como para mí el hecho de compartir con alguien un momento tan íntimo, y eso era lo que lo hacía tan interesante.
Estas prácticas nos ayudaron mucho a forjar una relación de confianza más estrecha, y estoy segura de que por eso Mayra se animó a plantearme una idea que tenía en mente.
—Es una pequeña apuesta; pero sin cartas de por medio —me dijo, mientras las dos charlabamos desnudas en mi cama. Minutos antes nos habíamos hecho una paja espectacular, digna de una película porno—. Si vos ganás, yo tengo que cumplir el desafío que elijas... y si yo gano, vos tenés que hacer lo que digo.
—Bien —dije, sin dudarlo. Era una mecánica muy similar a la que empleábamos en nuestras partidas de póker, la idea me resultaba atractiva—. ¿Y en qué consiste la apuesta?
—Em... lo que pasa es que si te lo digo, te estaría condicionando.
—No entiendo.
Ella mostró una sonrisa angelical que venía acompañada de cierta chispa picaresca.
—Digamos que tiene que ver con algo que podría pasar o no. Si te digo que és, vos podrías actuar en consecuencia, para ganarme la apuesta.
—Ah, ya veo... pero me parece un poquito injusto. Si no sé de qué se trata, vos podrías inventarte cualquier cosa.
—Ya sé... yo voy a anotar lo que puede ocurrir (o no), y lo guardamos en un sobre. A ese sobre lo sellamos bien y lo abrimos... em... ¿el viernes de la semana que viene?
—¿Ese sería el plazo máximo?
—Sí. Si lo que yo escribo está errado, vos ganás... si acierto, gano yo.
—Bien, trato hecho.
Era miércoles, por lo que mi hermana contaba con un plazo de más de una semana para que se cumpliera su predicción. No tenía idea de qué podría ser. Se me ocurrieron tantas locuras que simplemente abandoné la tarea, no iba a adivinar qué estaba pensando esa chica ni en un millón de años.
Los días siguieron y ese sábado no hubo una partida de Strip Póker. Mi mamá consideró que no era apropiado hacerlas tan frecuentemente, de lo contrario la situación podría degenerarse mucho. Ese día di por ganada mi apuesta con Mayra, estaba convencida de que su predicción debía cumplirse durante alguna de estas partidas de póker, y al no existir una, no iba a ocurrir. A menos que hubiera apostado que este sábado no habría póker... lo cual es posible. Pero no, si mi hermana pensó en algo, seguramente se trate de que algo iba a ocurrir, requeriría alguna acción por parte de algún miembro de mi familia.