Capítulo 25.El Método Victoria.
Mi objetivo es muy simple: quiero que Lourdes, Javi y Barbarita jueguen al Strip Póker entre nosotros.
Con lo ocurrido en la última visita, descubrí que, a pesar de su estricto carácter, Lourdes es fácil de manipular, solo hay que entender cómo piensa. Conseguimos que chupe concha delante de sus hijos, e incluso yo me di el gusto de chuparle la pija a Javi. Me pregunto si el pendejo estará pensando en mí. Y su hermana... después del beso cargado de semen, estoy segura de que se va a acordar de mi toda la vida.
Conseguimos convencer a Lourdes de comer un asado con nuestra familia, y mi intención era convertir esa noche en una buena partida de Strip Póker. Sin embargo, Mayra me hizo entrar en razón.
Estábamos en la cama, desnudas, acariciándonos las conchas la una a la otra, no se podría catalogar eso como una masturbación pura y dura; más bien era como el preámbulo de una paja.
—Si hacés eso, Lourdes va a salir corriendo —dijo mi hermanita—. Ella no va a querer participar en un juego sexual, con sus hijos.
—Pero... se animó a chupar concha...
—Sí, pero viste cómo se puso después. ¿Cuánto pensás que aguantaría en una partida de Strip Póker? Estoy segura de que el tercer desafío se pondría como loca, gritaría que somos todos unos degenerados, y se iría a su casa. Ya fuiste muy rápido, y te felicito, avanzaste un montón; pero ahora... creo que vas a tener que tomarte las cosas con más calma.
—Puede ser... ¿y se te ocurre algo que podamos hacer?
—Yo intentaría hacerle bajar la guardia, que venga a casa y vea que, de vez en cuando, podemos ser "gente normal".
—Es cierto. Quizás no sea lo más divertido; pero de otra forma va a ser imposible convencerla de participar en una partida de Strip Póker.
—Ah, y también debería haber menos gente en casa, si somos muchos, Lourdes se va a incomodar, y no se va a mostrar tan abierta.
—¿Quiénes deberían estar?
—Em... yo, por supuesto, porque no me lo quiero perder por nada del mundo —mi hermanita me mostró una sonrisa que mezclaba inocencia con lujuria—. Mamá, porque es la que más consigue alterar a Lourdes, vos... porque alterás a Javi... y Benja, porque me da la impresión de que le gusta a Barbarita.
—¿Si? ¿Te parece?
—Sí, por la forma en que le miró la pija la vez que te cogió en el patio. Con eso ya sería suficiente.
—Muy bien, vamos a organizar una velada como esa. Voy a tener que hablar con Caro, le voy a decir que mantenga entretenido a Erik. Con papá y el tío Alberto es más fácil, con ellos se puede dialogar. Que se vayan a pescar por ahí durante una noche y listo.
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El plan de Mayra avanzó a la perfección. Cuando Lourdes tocó el timbre, a las diez de la noche, la recibimos de la forma más cordial y normal posible. Le presenté a mi novio, Benjamín, ella lo miró con cierto desagrado, como si dijera: "Este es el que le mostró la verga a mi hija". Sin embargo se relajó al ver que teníamos ropa normal, incluso mi madre y yo estábamos usando blusas sin escotes que no fueran muy ajustadas, para que no se nos marquen mucho las tetas.
Las llevamos a comer pizzas al patio, una comida ligera y agradable para pasar una noche calurosa en familia. En un momento pensamos ofrecerles cerveza; pero imaginamos que la idea no sería del agrado de Lourdes, por lo que nos conformamos con jugos de fruta. Aunque Benja se encargó de echar un chorrito de vodka en mi vaso y en el suyo, para hacerlos más interesantes. Este chico es un amor. Me entiende perfectamente.