Capítulo 27.Invitación.
El día estaba soleado, cálido y radiante. Por eso salí al patio dispuesta a tomar sol durante unos minutos. No mucho, porque si bien me gusta estar un poco bronceada, descubrí que tener cierta palidez en la piel hace que mis tetas luzcan mejor.
Me tendí en una de las reposeras, completamente desnuda, y dejé que los rayos de sol hicieran su magia.
Pocos minutos más tarde llegó mi mamá, con dos vasos bien grandes llenos de limonada fresca, me tendió uno y dijo algo que me dejó descolocada:
—Nadia, ¿podrías ponerte algo de ropa? —Me fijé que ella tenía puesto un bikini celeste que en otra mujer hubiera sido modesto, pero en su voluptuoso cuerpo quedaba algo pequeño.
—¿Qué? ¿Por qué? —Tomé un sorbo de limonada casera, tenía un buen equilibrio entre acidez y dulzura, justo como a mí me gusta.
—Es que... no quiero tener problemas con Lourdes.
La miré sin comprender nada.
—Después de lo que pasó realmente creés que Lourdes se va a quejar de que yo tome sol desnuda?
—No lo sé... pero es preferible evitarlo —ella se acostó en la reposera que estaba junto a la mía—. No te cuesta nada ponerte un bikini.
—Pero... me va a quedar la silueta del bikini marcada... y no quiero.
—No seas caprichosa, Nadia. Tampoco podés estar todo el día con las tetas y la concha al aire.
Me senté y la miré a los ojos, aunque ella tuviera la mirada fija en el cielo.
—Mamá. ¿Se puede saber qué te pasa? Porque hace dos días estabas defendiendo la postura de andar todo el día en culo, y ahora... ah, ya sé... qué boluda. Me había olvidado que a veces te entran ataques de culpa. Seguramente estuviste pensando que sos una pésima madre por todo lo que pasó y que la familia se está yendo al carajo.
—Se está yendo todo al carajo —dijo Victoria—. ¿No te das cuenta, Nadia? Cuando vino Benja con su familia... terminamos todos cogiendo a la primera de cambio. Eso ni siquiera fue un juego. Fue una orgía, como en los tiempos de los antiguos romanos... y con mucho incesto.
—Pensé que lo habías disfrutado.
—Sí que lo disfruté, así como también disfruté lo que pasó con Lourdes. Pero... me da miedo. ¿Qué va a pasar dentro de un año o dos? ¿O dentro de diez?
—¿A qué te referís?
—Decime la verdad, Nadia. Después de todo lo que pasó... ¿Alguno de tus hermanos se mostró especialmente cariñoso con vos?
—Bueno, si por mostrarse "cariñosos" te referís a que terminamos cogiendo, sí, claro que pasó. Y vos lo sabés muy bien.
—No me refiero a eso. Lo que quiero decir es si alguno te expresó... otro tipo de cariño.
Me puse rígida. Entendí perfectamente a qué se refería. Hubo momentos en los que Mayra y Erik mostraron un cariño hacia mí que debería ser normal en una pareja, pero se ve muy raro entre hermanos. Un tipo de "amor" que va más allá de lo fraternal.
—Em, sí... puede ser —le respondí.
—¿Ves? Eso es lo que más me preocupa. Que empiecen a tener este tipo de "muestras de cariño" entre ustedes y que eso les traiga serios problemas en el futuro.
—Pero mamá, yo tengo novio... Mayra se lleva cada día mejor con Florencia, no me extrañaría que empiecen a salir... y hasta Erik está de novio, con Carolina, y no creo que quiera dejarla ir, con lo bien que coge esa chica.