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Eva.

Mis lágrimas seguían saliendo.

—¿Que chingados hiciste ovidio?—  sentí el agarre más fuerte de parte de Alfredo.

—Yo..yo..yo..fue un accidente— el tartamudeaba mientras me miraba.

—Yo no creo, digo Edgar siempre fue el favorito de papá — dijo ahora Iván.

—¡Cállate Archivaldo!—

—Tu lo acribillaste a balas Ovidio—

—¡Fue una accidente! Me equivoqué— me dijo Ovidio mientras trataba de acercarse a mi. Pero yo no quería sentirlo cerca de mí.

—¿Te equivocaste Ovidio?— dije yo.—¿Esa es tu respuesta? Un " me equivoqué" ¡Mataste al hombre que más amaba cabrón!— dije llorando mientras sentía como caía de rodillas.— ¡Me mataste a mi en vida!—

—Te dije que fue un accidente— me dijo.

No dije nada, no espere nada y salí de ahí. Tanto tiempo pensé que Ovidio era el hombre correcto, que el me amaría tanto como yo pienso que lo hago.

¿Pero como amar a alguien que no me ama como soy?

Ovidio.

Mire como Eva salió corriendo. Cuando la perdí de vista voltee la cara a mis hermanos.

-Ay quino- limpie las ''lagrimas" que tenía. —Ya la tenía echa con tu carnala y se te ocurre decirle esas mamadas mijo—

Ellos me miraban confundidos.

—¿De que hablas Ovidio?—

—Hablo de que deberían de cuidar más a su hermanita, no vaya a ser que le pase algo—

Ellos me miraban sin entender, lo que provocaba un toque de gracia en mí.

Salí del rancho y ya iba manejando cuando un atardecer muy bello se robó mi atención.

Te amaba Edgar, eras mi carnal, pero el cartel solo puede tener una cabeza.

Uno de 4" pensé.

Eva.

La troca ya iba en el máximo de su velocidad aproximada.

Iba en el camino de la sierra de Badiraguato, iba a con mi padre, con ese señor que siempre me pretegio y me resguardo bajo su brazo.

El teléfono vibraba, era señal de que me estaban llamando. Voltee un minuto a verlo, el nombre de Iván se reflejaba.

Iván. Mi mente se desconecto al mencionar su nombre.

"Besar tus labios es mi sueño, y se que algún día tu me vas a amar igual que yo"

Recordé la canción que Iván me cantaba cuando según yo estaba dormida, mis ojos se vidriaron. Cerré los ojos fuerte, y todo se volvió negro.

Iván.

—No contesta- dije mirando a Alfredo.

—Entonces  vuelve a llamar— me dijo mi apa.

Habíamos llegado a la casa de los pinos, según yo Evita vendría aquí, pero no a llegado.

—¿Dónde está la niña?— ahora hablo mi abuela.

—viene en camino ama— mi apa dijo viendo el panorama mientras se chingaba una cerveza.

Alfredo me hizo una seña que rápido entendimos.

Cielo mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora