A mediados de semana Hermione se encontraba sentada en posición de flor de loto sobre su cama y frente a ella tenía el pañuelo que Draco le había dado semanas atrás. Por motivo de trabajo, hasta esa tarde Ginny había logrado ir por primera vez al apartamento y se había quedado boquiabierta por ver la belleza del lugar.
—Malfoy se pasó con este detalle —le dijo viendo por la ventana hacia Grosvenor Square.
—Sentía que se apegaba más a él y a mí que una casa antigua.
—Ajá —le dijo en son de burla.
—¿Qué significa ese «ajá»? —inquirió frunciendo el ceño.
—Yo diría que hay algo más detrás de todo esto.
—¿Crees que quiere congraciarse conmigo por todo lo ocurrido? Porque yo también lo llegué a pensar...
—Pienso que si te odiara, no se hubiera preocupado por comprar otro lugar teniendo, como has comentado, otras propiedades. Quizá al final de todo, este decreto no se ha equivocado y no podías haber encontrado una persona con quién te complementaras mejor.
—No creo eso. Él y yo no tenemos nada en común y no creo que tener un apartamento bonito sea la única razón para decir que el decreto no se equivocó con nosotros.
—¿Estás segura? Han compartido libros, visto películas, el gusto por la pasta italiana, han coincidido en ideas para invertir en las empresas y muchas cosas más que me has contado.
—Nada de eso forja un matrimonio, Ginny.
—¿Cómo que no? ¿Qué es lo que esperas entonces, Hermione? ¿Un príncipe azul de esos cuentos muggles que te gustan, que al verte quede inmediatamente enamorado de ti y al besar tu mano veas las estrellas a tus pies? Eres inteligente, por amor a Merlín, sabes que nada de eso es real. Harry piensa que ustedes dos juntos no es tan mala idea después de todo. Son similares y a la vez distintos; se han puesto de acuerdo con todo esto del decreto a pesar de ustedes mismos, solo que tú estás demasiado ciega para aceptarlo.
—¡No es así! —Estaba empezando a molestarle los comentarios de su amiga, quien al notarlo, cambió de tema.
—Harry también dijo que un mago prefirió entregarse a los aurores antes que casarse. Está en la cárcel.
—¡No lo puedo creer!, ¡pero si ni siquiera han pasado los tres meses!
—Al parecer, consideró que prefería estar en Azkaban, y no creas que es el único caso. Si escapan del país, igual te encontrarán, pues cuando pusieron sus nombres en el cáliz, implícitamente firmaron algo que les impide dejar Reino Unido por algún medio mágico o muggle. En San Mungo hay cuatro personas internadas por intentarlo.
—¡Sigo sin poder creerlo! —repitió Hermione completamente indignada—. ¡¡Son unos sucios!!
—Ya te imaginarás cómo está Harry. Dice que si hubiera sabido que entre sus funciones de auror estaría el tener que perseguir opositores al decreto, hubiera preferido trabajar en otra área, pero firmó un contrato hace dos años que le impide renunciar durante la próxima década.
—¡Esto es una mafia! No me queda duda de que lo tenían todo planeado desde hace mucho tiempo.
—Harry dice lo mismo, es muy frustrante para él.
—¿Cómo es que no ha salido eso en los diferentes medios de comunicación?
—Porque el ministerio lo tiene todo controlado, por supuesto. A Zacharias ni siquiera le permiten acercarse al edificio, y El Profeta solo escribe lo que ellos desean que se sepa.
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Y de repente, tú
FanfictionEl Ministerio de Magia Británico ha firmado un decreto que obligará a contraer matrimonio a cada mago y bruja que cumpla los requisitos. Hermione Granger ni siquiera sabe si desea casarse algún día, Draco Malfoy ha retrasado esa tarea por cuatro año...