Hermione se encontraba frente al espejo del vestidor del que sería su nuevo dormitorio con Draco a partir de ese día. Ella ya había reorganizado todas sus cosas esa mañana, únicamente faltaban las de Draco, las cuales Cavell acomodaría en cualquier momento.
Ginny y la señora Granger —quién había pegado el grito en el cielo porque ella se había salido de lo tradicional y había dejado atrás el mito de que el vestido de novia debía ser blanco— la habían ayudado a peinarse y vestirse, pero una vez que estuvo lista les había pedido que la dejaran sola. Viendo su propio reflejo, sintiéndose más hermosa que nunca, estaba controlando las ganas de llorar.
La elegante túnica de gala color visón con sus hilos de plata, su larga cabellera peinada con una especie de trenza muy floja y adornada con pequeñas flores naturales, unas hermosas sandalias color plata.
Una combinación de emociones empezó a albergarla: alegría, miedo, ansiedad... Le había costado conciliar el sueño por lo que había necesitado una poción para relajarse. Suponía que era una reacción normal de toda novia previo al día de su boda. No dejaba de pensar en que quería que todo fuera perfecto. Sin embargo, desde la mañana sentía un hueco en el estómago, no había logrado desayunar y apenas había almorzado más que todo por insistencia de su madre.
Dos meses había pasado al lado de Draco Malfoy, conociéndolo, enamorándose de él y dentro de una hora sería su esposa.
Se dirigió a la mesa de noche en el lado izquierdo de la amplia cama y sacó del fondo del cajón el pañuelo que le había dado él hacía tanto tiempo que casi parecía una eternidad, pero que en realidad eran únicamente cincuenta y dos días. Eso era poco y era mucho.
Casi podría asegurar que ese día había marcado un antes y un después en su relación, pero no podía decir con seguridad cuándo se había enamorado. Draco se había ido metiendo poco a poco en su mente, en su corazón. Solo un mes de los tres habían sido suficientes para saber que no quería a su lado a otro hombre que no fuera él.
Aspiró el aroma de su colonia en la tela y lo volvió a colocar al fondo del cajón. Luego pasó la vista por su amplio y nuevo dormitorio, por esa cama que compartiría con él, y su piel respondió ante esa evocación. Ella sería la esposa de Draco en todos los sentidos. Kingsley incluso había conseguido el certificado muggle que también validaría su matrimonio por las leyes británicas muggles y esa tarde lo firmarían junto al documento de unión mágica.
Estaba ilusionada por formar una familia, tener hijos con los hermosos ojos grises de los Malfoy, hijos Gryffindor o Slytherin, no le importaba mientras fuera con él. No podía esperar a que llegará ese momento.
Ella sabía que Draco era un hombre que no pasaba desapercibido para nadie y por supuesto lo ocurrido el domingo no sería la última vez que alguien coqueteara descaradamente con él. Hermione había sido insegura la mayor parte de su vida y había intentado ocultar su miedo al fracaso probándose a sí misma siempre, tratando de ser la mejor en todo, pero definitivamente sus emociones podían aún nublar su juicio como cuando en una situación similar, en sexto año le había lanzado a Ron una bandada de canarios conjurados como si fueran balas doradas. Hermione se prometió a sí misma en futuro controlar sus impulsos, confiar en él. Sabía que él sería fiel no por un juramento inquebrantable sino por convicción.
Con su corazón anhelando ver a Draco, salió a la sala donde su mejor amiga la esperaba. Harry ya había llevado a Emma al cottage.
—Me alegra verte feliz este día, Hermione —le dijo emocionada—. Sufrí mucho cuando leí la noticia del decreto, no merecías todo eso, pero ¿estaré loca si digo que le agradezco al sombrero que te haya emparejado con Malfoy? Nunca te había visto tan feliz, ni siquiera en los primeros días con Ron. —Hermione se sonrojó; a veces se sentía culpable por el cambio de sentimientos, pero Ginny nunca le había recriminado nada al respecto. Ella pareció adivinar sus pensamientos—. Mi hermano no te hubiera hecho feliz, lo sé.
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Y de repente, tú
FanficEl Ministerio de Magia Británico ha firmado un decreto que obligará a contraer matrimonio a cada mago y bruja que cumpla los requisitos. Hermione Granger ni siquiera sabe si desea casarse algún día, Draco Malfoy ha retrasado esa tarea por cuatro año...