A dos semanas de la boda Pirs&Salvork
Las invitaciones a la ceremonia fueron enviadas a familiares y por supuesto, amigos de la joven pareja rumbo al casamiento. Antes que el invierno se infeste en el pueblo, es preciso llevar a cabo el jolgorio. Muchas respuestas se han confirmado. Gabriel, al parecer, tiene todo bajo control. "Esta boda no precede a ningún otra" afirmar los diarios locales. Los habitantes están enterados respecto al significado de Lía y Gabriel. Se han encargado de mantener vivo el anuncio de su unión. Cosa que a Lía le resulta tedioso, pensaba que el mejor momento de su vida – aunque no lo disfrutase como tal – trascurriría con el mayor cuidado posible, tal vez, bajo discreción. Protagonizar los excesivos rumores y pláticas no es algo a lo que esté acostumbrada y mucho menos, escuchar los elogios a su bendita fortuna por llegar a esposar al caballero Pirs. Por otro lado, el cantoeta proseguía esforzándose porque Dolly replique Nocture de Chopin a la perfección así como las flores del jardín Pirs abrieron los capullos para posteriormente, derramar los aromas de colores pintorescos. Eran perfumes similares a los que se despredían de los jardines colgantes de Babilonia. James terminó de reconstruir aquel paradisíaco lugar. Asi como lo hizo con las clases de Dolly en el último atardecer de octubre.
-¿Y el señor Joshua? – preguntó James al encontrar una mansión repleta de soledad.
-Hoy es su aniversario con mamá. Decidieron tomarse un momento a solas en el restaurante Bilwur. - contestó Dolly mientras guió a James al estudio.
-¿Y tú hermano? - vuelve a cuestionar al sentarse en la butaca del piano.
-No ha regresado esta tarde. Asumo que debe estar con Abigail.
James frunció el ceño, un poco anonadado por el tiempo que Damir se dedica a compañar a su hermana.
-¿Entiendes que están enamorados? – dijo Dolly al acariciar los teclados del piano.
James meditó por efímeros segundos. Aquel día en el cementerio, tras descubrir que sufre la afección de Adelain, pensó en el futuro que tendrían sus hermanos ahora que también lo perderían a él. Antes de irse, deseaba que Abigail, Andrew y Werdan se encuentren en buenas manos. Si Damir en realidad la amaba, había logrado que, al menos, un miembro de la familia no lo extrase tanto después de su irreversible partida.
-Lo sé. – aclaró James mientras extrajo las manos de los bolsillos -. Son felices, eso es lo que importa.
Dolly se acercó a James y juntó sus manos con las suyas.
-¿Eres feliz, James Arthur? – investigó la jovencita al mirarlo a los ojos.
James quiso responderle al instante que la dicha fue despojada de su ser. Pero debía mantener oculto el descubrimiento de la enfermedad. Por un momento, el dolor en el pecho apareció y se desvaneció como un recordatorio brevísimo del padecimiento.
-Lo seré si tocas Rondo Alla Turca de Mozart.
Dolly asintió y empuñó los dedos. Esto es para ti, le dijo a James esbozando una estival sonrisa. La sonata fue tocada con aquella velocidad musical que caracteriza su mística naturaleza. Era sutil, inspiradora y reflejaba la calidad del conocimiento otorgado por el maestro. La melodía que Dolly producía con sus queráticos dedos resucitó sus recuerdos. Rondo Alla Turca fue la primera sonata que la tía Gilda tocó para su pequeño sobrino en la pacifica Wisconsin, desde ese instante, nació la pasión por la música, la poesía, el arte. Tía Gilda le mostró el camino para hacer que el júbilo anide en los oídos y vuele a través de las manos. Aunque, fue Caylif Alwer quien le mostró la magia de la verdadera felicidad, la que importa por sobretodas.
Sé un cantoeta, le dijo Caylif la noche en que le dio a conocer el significado de esa palabra. Caylif siempre le tuvo un cariño especial a su primogénito. Ansel James Arthur Alwer fue el hombre que lo adoptó cuando fue hallado en una carreta de navos con destino al mercado lugareño. Ansel dedicaba sus amaneceres a vender la cosecha de navos que le generaba los ingresos financieros suficientes para adquirir comida y una que otra prenda. Acababa de abastecer el puesto de verduras del viejo Duandil. Entre la muchedumbre, no reconoció a la mujer que había abandonado a un recién nacido en la carreta. Lo tomó entre los brazos, envuelto en sabanas ensangrentadas y esos ojos azulejos y tez de algodón le motivó a convertirse en el valor mismo que sus padres desconocían. Decidió adoptarlo y orientarlo hacia el camino del bien. Así fue hasta los siete años en que, Caylif Alwer, regresaba de regar agua a los sembrios en el campo noreste, alejado de la ciudad de Hamburgo cuando entró a la cabaña, la escena lo consumió al nivel en que fue la imagen más aterradora en su vida que recordaría hasta el final de sus días. Alguien había asesinado a su padre y llevadose todo el dinero con el que pretendían comprar semillas. Caylif tembló cuando extrajo el cuchillo del cuello del anciano y la sangre que manchó sus manos se le quedó impregnada como recordatorio a la muerte. Nadie de sus vecinos, repleto de hijos, estuvo dispuesto a acoger al infante, así que, como única alternativo, fue puesto en un orfanato donde creció sin esperanza alguna de que alguien le devolviera el sabor de una familia. Una vez que Caylif cumplió la mayoría de edad, fue echado de Crosbuilt. Aun cuando vivió en varios orfanatos, desde Kreson, Adrek, Vyulca, Estrova, Casa Crim, Dezay Crossbuilt (al norte de Polonia), tuvo siempre una infancia y adolescencia complicada, imposible de recordar algún arcoíris. Ese pasado constituyó la razón esencial por la cual emprendió la difícil tarea de dibujar un cielo colorido para todos sus amigos de cada orfanato donde creció poco a poco. De este modo, viajaba por todos los centros religiosos que le prestaran ayuda mediante donación de víveres o vestimentas, mismas que serían trasladas a las manos de los huérfanos. Para Caylif, la primavera fue siempre eterna, debido a que, en aquella estación, cosechaba navos acompañado de James. Un día serás más alto que mí – le susurró James al odio donde reposaba una bola de cera – y encontrarás la forma de ser alguien correcto e incluso, alguien por quien el mundo empiece a creer.
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EL CANTOETA
RomanceLa familia lo es todo para James Arthur al igual que la música, poesía, el arte. Su padre falleció en la Primera Guerra Mundial y ser hermano mayor de Andrew, Werdan y Abigail le orilló a convertirse en el hombre de la casa. Así es como desde tempr...