Capítulo 14: Solo tú

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A dos días de la boda Pirs&Salvork

Lía dejó la cuchara sobre la mesa y bebió un poco de agua. Gabriel la observaba del otro lado de la mesa, se ha mantenido un tanto callado desde su regreso y es que, pensar en que su futura esposa besó a otro hombre le provoca un dolor agudo en el pecho y hastiado de saber la verdad, se levantó de la mesa, lanzó la copa de vino contra la pared y salió al jardín.

La damisela percibió el embravecimiento del hombre y procedió a seguirle hasta hallarlo cohibido en una butaca del jardín, llorando a más no poder.

-¿Pasa algo cariño? – pregunta preocupada.

-¿Cómo fuiste capaz de hacerlo?

-¿De qué hablas?

-Sé lo de James... lo de ustedes. Estamos por casarnos ¿Entiendes eso?

Lía no concibe reacción alguna. Gabriel se arrodilló a sus pies y se aferró a sus rodillas.

-¿Lo amas?

-Lo siento tanto. – dijo apenada. – Jamás quise que esto suceda.

Gabriel lloró desconsolado y Lía se inclinó para tranquilizarlo.

-No quiero perderte. No de esta forma ¿Por qué a mí?

-No estás perdiéndome.

-Siempre te dejé claro lo que sentía por ti y no encuentro el momento ni las palabras que dije mal para que dejarás de amarme.

-Y aprecio mucho lo que haces e hiciste todo este tiempo. Pero mi palabra te la di. No hay marcha atrás. Te amo Gabriel y también amo a James Arthur. Y si tengo que elegir... Nos casaremos, es un hecho.

-Sabes que no es lo mismo. – Gabriel se apartó de ella y se puso de pie, intentando irse de allí.

-Nos casaremos, eso es lo que importa. – inquirió Lía, tomándole de las manos. – Olvidemos esto ¿de acuerdo?

-Al menos puedo saber en qué falle. – interroga Gabriel, meditabundo.

Lía besó a Gabriel.

-La culpa es mía. Solo mía. No te martirices. Tú no mereces nada de mí.

Gabriel llevó su dedo a la boca de Lía.

-Nos vamos a casar y eso significa que nos merecemos del uno al otro.

Ambos permanecieron juntos aunque Gabriel no paraba de pensar que todo eso "no es lo mismo"

٭٭٭

Lía esperó toda la noche a Gabriel, pues éste había salido de casa sin avisarle y en especial, sin acudir al servicio del chofer.

Cuando la medianoche se presentó en el reloj, bajó a despertar a Tomeur, un tanto preocupada por lo que llevó a su prometido a huir de casa.

-Por favor, búscalo. Puede que le haya pasado algo terrible.

-No se angustie, señorita Lía. – le calmó Tomeur. – Debe estar en algún lugar. Iré ahora mismo.

-Te lo suplico, encuéntralo. – inquirió Lía, volviendo a su recamara y permaneciendo sentada en la butaca toda la madrugada. Cuando logró conciliar el sueño, a solo unos minutos del alba, Tomeur le tocó el hombro para despertarla.

-Dime que lo has hallado. – dijo desesperada, levantándose al instante.

-Él está bien. – dijo Tomeur. – Aunque haya perdido sus joyas y billetera.

Lía frunció el entrecejo.

-No se preocupe, tal vez las perdió en algún bar o es posible que se los hayan hurtado.

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