Cuando el padre preguntó a Lía si aceptaba casarse con Pirs, ella reviró a ver todos los presentes y nunca localizó a James Arthur. Escudriñó el rostro de su prometido y también a la cruz que se posaba en el altar, cerró los ojos y pensó en lo que le dijo a Pirs <<tú no me mereces>>
Por supuesto que ahora debía demostrarlo, a pesar de no amarlo como ama a James, le dio su palabra y Pirs merecía el amor de ella, uno forzado al menos.
-Acepto. – afirmó y tras la orden de besar a la novio, juntó sus labios con los de su esposo y cerró los ojos, imaginando entre los aplausos y elogios que era James quien ponía su brazo al borde de su cintura y no solo calentaba sus labios, sino, su alma.
James Arthur, el cantoeta, el limpiador de zapatos, el amor de su vida al que vio por primera vez y necesitó tocarlo, saber su nombre, conocerlo, vivirlo por unos leves días.
¿James estás aquí? Se preguntó al vacío de su mente y cuando el estruendo de un disparo detuvo toda voz y emoción, la sangre corrió por su vestido y el suelo la acogió como el heno lo hizo con Jesús. Miró a Gabriel a los ojos y su pulso se desvanecía mientras otro disparo se coló en el ambiente. Las personas gritaron y Pirs no paraba de pedir ayuda para su amada que lentamente se marchitaba hasta que su última palabra fue; cantoeta mío.
Lía Salvork murió en los brazos de su amado, con una bala que atravesó su costilla y derivó su alma, imaginando a su amado contoeta, asesinada a manos de Lucas Malsuen, durante su boda.
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EL CANTOETA
RomanceLa familia lo es todo para James Arthur al igual que la música, poesía, el arte. Su padre falleció en la Primera Guerra Mundial y ser hermano mayor de Andrew, Werdan y Abigail le orilló a convertirse en el hombre de la casa. Así es como desde tempr...