Capítulo 27: A escondidas

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El lunes tardó una eternidad en llegar. Entre los dos trabajos y las discusiones sin sentido que se habían reanudado con Jennifer, sentía que las horas del lunes llegaron arrastrándose.

Pero justo antes de salir con rumbo a la escuela, recibió una llamada de uno de los superiores con los que trabajaba en el muelle. Una urgencia. El montacargas de turno había sufrido un accidente y necesitaban remplazarlo pronto. Ya.

Antes de que Kian abriera la boca y siquiera dijera una sola palabra, su jefe le hizo dos aclaraciones que lo hicieron reconsiderar las cosas: Uno, solo lo requerían un par de horas. Dos, se le pagaría como una jornada extra completa.

Quizá en otro momento hubiera sido más fácil tomar esa decisión, sin remordimientos, pero mientras pedaleaba hacia el muelle no pudo apartar de su mente el tiempo que eso le quitaría para ver a Livy. Aunque, si se daba prisa, quizá pudiera alcanzar a llegar a la clase de Historia. 



Kian estaba jadeando para cuando logró subir por las escalinatas principales de Dancey High

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Kian estaba jadeando para cuando logró subir por las escalinatas principales de Dancey High.

En ese momento, la campana chirrió potente por los altavoces, haciéndolo comprobar la hora en su teléfono. Ese era el final de la clase de Historia y el inicio del receso.

Mierda.

Apretó el paso a través del pasillo que lentamente comenzaba a llenarse de alumnos que salían de sus clases para ir a almorzar. Luego subió escaleras de dos en dos, impulsándose con una mano sobre el barandal, y continuó por el pasillo del piso superior.

—¡Kian!

No se detuvo cuando escuchó su nombre, pero se volvió sobre el hombro, advirtiendo que era Gil el que lo llamaba, quien frunció el ceño al ver que no iba a detenerse, pero decidió cerrar el casillero a las prisas para darle alcance.

—Gil —jadeó Kian, a modo de saludo.

—¿Dónde diablos estabas? Te perdiste la primera clase —espetó Gil, intentando no chocar con nadie, pero al mismo tiempo tratando de seguirle el paso— ¿Quién te está persiguiendo?

—Nadie. Necesito llegar a Historia.

—¿Historia? Pero ya terminó la hora, ¿tampoco estabas aquí? —La confusión lo hizo amortiguar sus pasos hasta que se rindió, dejando de seguirlo. Pero antes de que Kian se alejara más, colocó las manos alrededor de la boca para formar un megáfono e intentó advertirle—: ¡Oye, la clase de Historia no...! —Bah, era inútil decirle que la clase se había cancelado. Ya iba demasiado lejos.

Y en efecto, cuando Kian apoyó las manos a los lados del umbral de la puerta y miró por la ventanilla, se encontró con el aula completamente vacía, como si nunca hubiera habido clases. Pensaba que al menos podría alcanzar a Livy mientras ella salía de ahí, pero estaba equivocado.

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