Al siguiente día, tras las primeras horas de clase, Kian percibió que a sus espaldas había un pequeño alboroto entre dos chicos en el pasillo de los casilleros, pero no le prestó especial atención porque acababa de sonar la campana hacía un par de minutos y todo el ambiente era sórdido entre portazos metálicos el parloteo.
Ya había cerrado su puerta y se estaba echando la mochila al hombro cuando logró distinguir una conversación a sus espaldas.
—¡No lo toques con tus sucias manos! Es para Livy, hoy es su cumpleaños.
La mención de ese nombre lo hizo detenerse y voltear sobre el hombro. No sabía en qué año iban esos alumnos, pero uno de ellos le arrebataba al otro un pequeño oso de peluche.
—Si quieres mi consejo, ni lo intentes —le dijo el otro—. Ya no está con el delegado, pero, ¿no has escuchado? Dicen que trae algo con Kian Gastrell, el de tercero. Seguro la está manipulando, pero yo que tú no me meto; me contaron que está amenazando de muerte a todos los que se atreven a acercarse a ella...
Kian endureció el ceño, pero no se quedó a escuchar ni un segundo más. No por los disparates tan típicos sobre él que estaba escuchando, sino por una información que ahora no podía ignorar y lo tenía con el corazón acelerándose. ¿Era el cumpleaños de Livy?
Diablos, no lo sabía, pero se encargaría de averiguarlo.
Caminó a prisa por el pasillo y subió a la segunda planta. No conocía el horario de Livy y no sabía hacia qué clase podría dirigirse, pero con suerte si se apuraba tal vez la encontraría cerca de su casillero.
Así fue. A lo lejos vio que ella estaba sacando un libro, pero un chico se le acercó por detrás antes de que él pudiera hacerlo.
Livy volteó tras el ligero toqueteo sobre el hombro y clavó los ojos en el chico antes de desviarlos hacia la colorida tarjeta de cumpleaños que le acercaba junto con una margarita medio desmayada que parecía haber arrancado en el camino.
Kian sintió una voltereta en el estómago, pero se quedó clavado justo donde estaba, mientras que lo único que podía hacer era observar cómo ella esbozaba una sonrisa agradecida e intercambiaba algunas palabras con él.
El sujeto estuvo a su lado dos minutos más, y no bien se fue, un par más se le acercaron.
Finalmente, los pies de Kian se movieron, pero para regresar por donde había venido.
Una desagradable sensación comenzaba a invadirlo. Estaba molesto, pero era una molestia extraña. Odiaba admitirlo, pero quizá estuviera celoso, después de todo, aquel era un sentimiento con el que últimamente estaba conviviendo mucho, y sin embargo podía sentir que había algo más. No podía evitar sentirse molesto por el hecho de que esos chicos (y probablemente más) sabían del cumpleaños de Livy mientras él no tenía idea de ese detalle.
A lo mejor no era para tanto y todos ellos se enteraron sobre la marcha, tal como lo hizo él, pero...
Su ceño se frunció al darse cuenta.
Darse cuenta de lo susceptible que se volvía cuando se trataba de ella.
ESTÁS LEYENDO
Tinieblas
RomanceReservado, misterioso, exótico..., y lleno de problemas. Kian Gastrell tiene la combinación perfecta para el desastre. Pero su mundo lleno de oscuridad y grises comienza a fisurarse cuando conoce a Livy Gellar, la chica más llamativa y colorida del...