—¿Pasó algo entre tú y Livy?
Kian trató de no reaccionar ante la pregunta de Gil, al otro día, mientras metía libros en su casillero.
—¿Livy? —inquirió distraídamente, echando un vistazo a la hoja del horario, cada día más arrugada.
—Olivia.
—Ya. Y no, no sé a qué te refieras.
Gil lo observó con el ceño fruncido, incrédulo.
—Acaba de doblar el pasillo hacia acá, pero cuando te vio se quedó de piedra y se fue por donde había venido.
Kian hubiera preferido no saberlo. Las siguientes horas se la había pasado rumiando entre la satisfacción de una buena decisión, y el remordimiento por lo que le había dicho. Tenía que admitir que a ratos se odiaba al recordar la expresión herida que ella había mostrado el día anterior.
Obligándose a dejar de pensar en ello, cerró el casillero y por fin encaró a Gil.
—No pasó nada —le dijo escuetamente, antes de darse la vuelta para dirigirse a la clase de Estadística.
—¿Y por qué actuaría como si viera un demonio cuando te mira? —reflexionó Gil, emparejándole el paso.
Kian encogió un hombro.
—Todos me miran de esa manera.
—Pero sigue siendo extraño —razonó Gil—, sobre todo después de que te metiste con Bleiz para defenderla, y hasta te suspendieron...
—Le pedí que dejara de coincidir conmigo, y que se mantuviera alejada —soltó Kian, de repente, deteniéndose en medio del pasillo. No iba a poder soportar que Gil siguiera hablando de ella y haciendo teorías todo el día, cuando tarde o temprano iba a enterarse de la verdad. Mejor que fuera pronto y viniera de él mismo, no de los estúpidos rumores de sanitarios.
Gil se detuvo abruptamente, pero cuando Kian retomó la marcha no podía reaccionar. Se había quedado helado y con la boca abierta y llena de incredulidad por lo que acababa de escuchar.
Le tomó un instante menear la cabeza para espabilarse y darle alcance.
—¿Qué? ¿Por qué carajos querrías a Olivia lejos?
«Mierda, ni yo lo entiendo» respondió una voz dentro de Kian, pero todo lo que Gil vio por fuera fue una mueca insulsa.
—Tú mismo lo dijiste, me suspendieron por ella. Me causa más problemas de los que necesito —replicó, desviando la vista mientras enterraba las manos en los bolsillos de la chaqueta.
Gil resopló, y dos segundos después soltó una risa.
—¿Te estás escuchando? Ella no te suspendió, fue el director quien lo decidió, así como tú decidiste levantarte de la grada y hacerte el héroe. En todo caso, Olivia es la víctima y yo también porque no me hiciste caso. Te hubieras ahorrado el moretón de la mejilla y la suspensión.
Kian le lanzó una mirada severa, pero Gil se sentía complacido consigo mismo como para dejarse amedrentar. De todas formas, era inmune al temperamento de Kian y a sus miradas intensas que derretían el acero.
—Lo que sea a lo que estés jugando, luego no me vengas a decir que te salió mal —advirtió Gil, con una sonrisa lobuna en el rostro mientras le daba una palmada en el hombro a modo de despedida.
Kian se detuvo enfadado, viéndolo alejarse.
—¿Cuándo te he dicho algo? —le espetó en voz alta, obteniendo la reacción sobresaltada de los alumnos que pasaban a su lado.
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Tinieblas
عاطفيةReservado, misterioso, exótico..., y lleno de problemas. Kian Gastrell tiene la combinación perfecta para el desastre. Pero su mundo lleno de oscuridad y grises comienza a fisurarse cuando conoce a Livy Gellar, la chica más llamativa y colorida del...