Capítulo 22: Tan cerca y tan lejos

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—¿Cómo sabes de...? —Se interrumpió Kian cuando cientos de preguntas se le apelotonaron en la cabeza. Necesitaba organizarse y volvió a erguirse contra la puerta como si recuperar su altura le aclarara las ideas— ¿Cómo sabes de ella?

Livy le recorrió el rostro, desconcertada. Ella misma había hecho la pregunta inicial sobre Freya, pero parecía que no se esperara que él reaccionara así. Lo había tomado con la guardia completamente abajo. No obstante, era una chica tan transparente en sus expresiones que Kian creyó ver el momento exacto en que ella veía una oportunidad de saber más del tema. Al fin y al cabo, su curiosidad resultaba difícil de contener en ese cuerpo.

—Bueno, es que escuché su nombre por ahí junto con las otras cosas que normalmente se dicen de ti y...

Kian le clavó la mirada mientras la escuchaba atentamente, y quizá su atención sobre ella sirvió para presionarla un poco y hacerla concretar la verdad porque acabó resignada admitiendo:

—Kent me habló de ella.

Otro nombre indeseable.

—Burgess, por supuesto —masculló él entre dientes, cruzando los brazos. No le sorprendía en absoluto, pero había olvidado lo predecible que ese sujeto resultaba.

—¿Qué pasó con ella? —insistió Livy. Su voz fue tan dulce que Kian casi se sintió motivado a soltarle toda la información en el acto, pero también se daba cuenta de que ella intentaba hacerlo hablar de esa forma y Kian no podía perder la oportunidad de darle batalla.

—¿Qué me vas a dar por esa historia?

Livy abrió la boca en un gesto de auténtica indignación, pero también de alarma.

—¿Que qué te voy a dar? Oye, las otras veces no pediste nada a cambio. No sabía que ahora nos cobrábamos.

Kian agachó la cabeza tan pronto como sintió un cosquilleo en los labios. Seguía sin poder creer lo sencillo que era hacerle creer una broma.

Derrotado por el insistente cosquilleo que lo hizo sonreír de lado, levantó la cabeza y la miró divertido.

—Te lo pensaba contar de todas formas. Pero primero, dime qué fue lo que te dijo Burgess.

Livy sopesó la oferta como si quisiera encontrar las engañosas letras chiquitas. Luego miró a su alrededor, volviendo a fijarse en la cama donde fue a sentarse.

Kian intentó que su mente no se volara demasiado lejos al verla ahí, sobre sus sábanas de un azul tan oscuro que casi parecían negras. Qué catástrofe que ella supiera que ahí era donde la había soñado todas las veces.

Livy lo miró fijamente y él temor de que por un momento ella pudiera ver lo que estaba pensando.

Entonces ella comenzó a hablar. Le contó lo que Kent le había dicho acerca del problema en el que estuvieron involucrados con su ex.

A él no le sorprendió escuchar sobre la relación de tres años que Burgess y Freya sostuvieron; lo felices que fueron hasta que ella comenzó a sentirse acosada por Kian y lo decepcionante que fue para el pobre delegado verla besándose con su «acosador» fuera de la escuela, totalmente forzada a hacer algo que no quería. Después, la amargura que Kent pasó al enfrentarse a él, que lo único que buscaba era pleito para robarle a Freya, y que al final el mal triunfó sobre el bien porque Kian se salió con la suya; Freya se fue con el lobo malo y Kent quedó como un héroe derrotado al que se le brindó todo el apoyo y la simpatía, mientras que Kian quedó como el despreciable enemigo de cuento de hadas.

—¿Es todo? —inquirió él cuando ella se quedó callada. Sabía perfectamente que ese era el relato que escucharía, pero no se esperaba que todavía le hiciera sentir algo. Resentimiento. Ira.

TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora