XVIII: Un matrimonio problemático

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Desde que Namjoon ordenó que se llevaran a Jjanggu, Joo-Heon sería incapaz de alejar al perrito del rey Omega.

Así que Hyun-Woo y las damas de compañía lo cuidaban a escondidas, aunque Nayeon y Jeong-Yeon lo mantuviera oculto en su pequeña casa, así no habría sospechas.

Seokjin se sentía tranquilo, siempre lo visitaba cuando fingía ir al pueblo a conseguir fresas y más le dolía despedirse de Jjanggu, lo peor es tener que vivir con su Alfa.

Por lo tanto, el Omega se mantenía encerrado en sus grandes aposentos, leyendo las cartas que su hermana Jisoo enviaba desde varios días atrás, avisándole que estaba siendo preparada para cuando se convierta en reina.

— Espero que mamá deje descansar a Jisoo, todo es aburrido en Gwacheon, igual lo estoy aquí, encerrado en este infierno. — comenzó a bostezar, tan solo se sentía — Me importa poco lo que Namjoon diga, iré a entrenar.

Me parece buena idea, así mantienes la tristeza lejos de ti y de mí. — su lobo siempre está para animarlo, la excepción era que sus lobos se aman tanto por ser destinados, a diferencia de ellos en que sus humanos están muy distanciados para sentir una conexión.

Algo que molestaba a los lobos, no poder disfrutar de sus aromas mientras se acurrucaban en sus profundos sueños, ya que dormían en habitaciones separadas.

— Tengo que hallar la espada de Namjoon que usó en la guerra. — termina de ponerse su armadura, sin ayuda de sus doncellas, quiso salir de sus aposentos para distraerse — ¿Dónde estará?

Sabía bien que en la habitación de Namjoon podría encontrar esa valiosa arma, le tenía prohibido entrar a los aposentos pero más riesgo corría si lograba descubrirlo, no pierde nada con intentarlo.

— Bien Seokjin… Eres valiente, solo hay que tomar la espada y salir a entrenar. — lentamente abrió la puerta, aprovechando que el moreno estaba paseando por el pueblo.

Jin seguía buscando hasta chocar con la espada, con cuidado lo toma y se lo lleva, no se atrevería en devolverlo que pensó ocultarlo en algún lugar.

— Vamos a jugar… Nam me alejó de Jjanggu y yo le quitaré esa estúpida espada.

Pasó todo el tiempo entrenando, manteniendo el filo de la espada y algunos guardias lo veían sorprendidos. Les parecía raro que un Omega tan delicado como Jin, sea capaz de actuar como un Alfa.

— ¿Ustedes que miran? ¿No tienen más cosas que hacer? ¡Si se atreven a contarle de esto al rey Alfa, yo mismo acabaré con sus vidas! — amenazó mostrando sus ojos ámbar, haciendo temblar a los guardias — ¡Largo!

Los guardias aún querían conservar sus cabezas que decidieron marcharse.

— Majestad, ¿necesita algo? — Sana apareció con un gran cesto de hortalizas traídas del mercado, que acababa de ver el ocurrido acontecimiento.

— Querida, me alegra verte. — el pelinegro calmó a su lobo, no quería asustar a la omega — Quiero que me hagas un favor… ¿Eres capaz de hacerlo?

— Yo le soy fiel, majestad. — hizo una reverencia dejando a un lado las hortalizas — Puedo ayudarle y dar mi vida por usted.

— Gracias por ser considerada, pero… — sacó la espada — Necesito que lleves esto a Gwacheon y se lo des a mi hermana, tiene que esconderlo de mi esposo.

— P-Pero es del rey Alfa. — decía temerosa.

— Lo sé, lo tomé sin permiso, ¿cumplirás con ello? — esperaba una respuesta.

— Lo haré. — Sana fue por un caballo de los establos, llevándose la espada que fue heredada por Kim Seung al moreno.

— Buen viaje… — Jin se llevó el cesto para dejarlo en la cocina, donde están los demás sirvientes.

❛❛Empire Of Lies❜❜ ¹ © NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora