Capítulo 6

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Ella

Estábamos cerca pero guardando distancias, me dio un escalofrío, y otro, y otro, a cada rato. Una manta no servía de mucho en pleno invierno por la noche.

Escuché el sonido de su manta moverse y note que se acurrucaba a mi lado, pero dandome la espalda. Y me paso un trocito de su manta aunque en la espalda ya no tenía ni una pizca de frío.

-¿Estas bien?- Dijo tan flojo que casi pensé que lo había imaginado.

-eeh, si, si, estoy mejor ahora mismo. -

No sé si él hablaba de el ataque de hace unas horas y el miedo que había sentido, o si hablaba del frío. Yo sin duda le hablaba de lo bien que estaba por que estuviera a mi lado, como si al menos fuéramos amigos.

Volvió el silencio y fue cómodo pero ambos estábamos dentro de nuestras mentes.

Deseaba saber en qué pensaba. Deseaba saber si su forma de ser cambiaría una vez que saliéramos de aquí. Si nos estábamos haciendo amigos o simplemente era por no estar solo. Si todo lo que decía tendría algún sentido fuera de estas paredes. Si las ondas de su voz y su energía al estar conmigo se las llevaría el aire cuando abran la puerta del instituto.

Nos quedamos dormimos y yo me desperté a las 7am, él estaba boca arriba y yo tenía la cabeza apoyada en él y un brazo y una pierna por encima. Habíamos dormido abrazos y no era capaz de moverme porque dudaba volver a estar así de cerca alguna vez en nuestras vidas. Se despertó el por la luz que entraba de las ventanas y levantó la cabeza lo más mínimo para verme y decir "buenos dias" con la voz ronca y una mano frotándose la cara.

Él

Me tape la cara y recé porque mis mejillas no estuvieran rojas.
De normal, la gente pensaría que había estado con muchas chicas y sí había besado varias pero nunca nada más. Era la primera vez que me abría con alguien y dormía abrazado a alguien.

Decidí que una media sonrisa era lo único que debía mostrarle, como si esto fuera pan de cada día y ella pareció no notar que lo fingía. Con el brazo que había por detrás de su cabeza, con el que la había abrazado le acaricié el pelo y sonrió.

-¿Desayunamos? La máquina espendedora está solita para nosotros-

-Venga vamos, a quien madruga Dios le ayuda- Y empezamos a reinos mientras que con lss mantas por encima de nosotros, que parecíamos la virgen Maria fuimos por el pasillo en busca del desayuno.

Si hubiera algún conserje y mos viera en ese momento, probablemente pensaría que lo buscábamos para llevarlo al otro mundo pero resulta que estábamos encerrados y los limpiadores no venían hasta el medio día, si es que venían.

Desayunamos y miré si la moto seguía ahí, que efectivamente lo estaba. Sonreí con satisfacción al asegurarlo y volví a sentarme con ella, abrimos galletas y empezamos a comer.

Ella me comenzó a preguntar cosas de la moto y otras varias y yo respondía secamente, lo primero que pasara por la mente. Hubo un momento que pareció que su mirada cambiaba, me miró confusa y se mordió el labio con inseguridad y nerviosismo, no podía quitar la mirada y tuve que obligarme. Entendí que me estaba comportando como un imbécil pero me daba miedo que se hiciera tan cercana a mi.

No hice nada por cambiar su mirada, me dolió haberla provocado pero no le dije que cuando saliéramos de aquí, ella llegaría a su casa en esa moto y que el casco de reserva de casa ya tenía su nombre sin que lo supiera.

Ella

Lo que deseba saber estaba empezando a saberlo y aunque sabía cuales eran las posibles respuestas, no me agradaba en nada. Terminé de desayunar en silencio, con la mirada perdida y me fui al baño a hacer mis necesidades.
Él me acompaño y por el pasillo me habló de fútbol, su categoría
y como era la relación de su equipo y el entrenador. Le escuché cada jodida palabra porque creía que era mejor que aunque acabara en algún momento, poder decir que yo había tenido un poco de él.

Se quedó en la puerta y al salir volvimos abajo. Nos sentamos encima de la mesa y hablamos de tonterías.

12pm

Estuvimos hablando un rato y no pude evitar preguntarle

-Todo lo de este finde, ¿lo vas a dejar en el olvido?-

Me miró, su expresión no era sería pero no podía descifrarla, me dedicó una sonrisa que sentí sincera y dijo:

-No me olvidaría nunca de este finde, ni de ti, pero eso no quiere decir que vaya a ser siempre como me mostré anoche.

No respondí, porque no era necesario responder a eso, lo había dicho claro y yo lo había entendido. Pasamos el resto de tiempo bien, jugando en los ordenadores y compitiendo.
Recogimos todo en bolsas de basura y las dejamos con las de la cantina, como si nunca hubieramos estado allí, se enteró la policía no el director y ya que las cámaras solo se usaban para asustar a quién creyera que realmente eran reales, aprovechamos esa ventaja. Cosas de instituto público.

Sobre las 13.00h deberían venir los encargados de limpieza y no deberían de vernos pero iban a dejar la puerta abierta durante un par de horas y era nuestro momento. Solían empezar por la zona de la cantina, así que nos escondidos en una clase cerca de la puerta y cogimos nuestras cosas.

Estábamos atentos a cualquier ruido y cuando por fin sonaban las llaves en la cerradura de la puerta y ese click, nos miramos a la vez y el tiempo se paró.

Él

No pude evitarlo, quise pero no pude, mi mirada bajó a sus labios, estaba sonriendo y eso me llegó hasta lo más profundo del alma, no me di ni cuenta de que su sonrisa dibujó otra en mi cara y nos quedamos mirándonos fijamente lo que parecieron segundos eternos.

Cuando los empleados se perdieron por el pasillo, salimos en silencio y nos digimos a mi moto entre risas.
Se quedó de pie a mi lado, un poco dubitativa sobre qué hacer, yo mientras me subía a la moto y la arrancaba.

-Idiota, estoy esperando a que te subas - le dije con algo de cariño en la voz.

Se subió sin casco, a veces hay que tomar medidas arriesgadas pero era hora de alejarse lo más rápido de aquel instituto.

Se agarró tímidamente de mi cintura y eso no iba a ser suficiente una vez que arrancara. No le dije nada, retrocedí lentamente con la moto hasta alinearme con la calle, hice un arranque rápido solo para avanzar dos metros y frenar, de inmediato se abrazó a mi con fuerza. Ahora sí arranqué de verdad y la llevé a casa mientras se agsrraba a mí.

Paré en la puerta que me indicó y se bajó, se alejó hasta la puerta y antes de sacar la llave se giro y me decido una sonrisa preciosa acompañada de un gracias, se estaba sonrojado y si no tuviera puesto el casco, vería que yo estaba casi peor.

Llegué a casa, aparqué en el garaje y mientras lo cruzaba para llegar a las escaleras que dan al salón, observé el sitio donde estaba el casco de respuesta y sonreí.

Un minuto a su ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora