El tercer día de Riley Tobinski había sido bastante tranquilo, comparado con el resto, lleno de emociones fuertes. Se había ido pronto a su cuarto porque necesitaba recargar sus baterías sociales después de conocer a tanta gente. Tampoco tenía muchas ganas de ir a las fiestas de inicio de curso, aunque le hubieran invitado. Era imposible divertirse en un ambiente lleno de gente bailando y sudando como aspersores. La imagen le hizo tener náuseas.
La puerta del cuarto se abrió de golpe, chocando contra la pared.
—¡¡Arriba, novato!!
Riley alzó la mirada de golpe. Su corazón golpeó su pecho sin misericordia, haciendo que se inflara y desinflara. Dos tipos entraron a ambos lados del que había gritado. Se quiso apartar de ellos, pero ya le habían rodeado y le pusieron en pie, mientras se reían con malicia, pero el de la puerta les mandó callar.
—Camina, soldado —dijo uno de los que le tenían agarrado. El de la derecha.
—Joder —se quejó Riley mientras le levantaban del suelo por los hombros.
Le condujeron por el pasillo y le sacaron del edificio. Fuera, en el camino de adoquines, había una hilera de gente como él: novatos. Le colocaron junto a uno más alto que él. Sintió que lo conocía de alguna parte, así que inclinó la cabeza para mirarle.
Abrió los ojos perplejo.
¿Pero qué hacía ahí Ethan Kaine?
Le reconoció cuando sus miradas se cruzaron. Fue breve, pero pareció empatizar con Riley. Al menos, eso creyó hasta que abrió la boca:
—Pero tíos, que yo soy de segundo. ¿Qué os pasa? —soltó Ethan, encarándose.
—¡Silencio, novato! ¡No te he dado permiso para hablar! —dijo quien les había traído hasta allí.
Ethan apretó los labios, disgustado.
Riley pudo ver que aquellas sombras ya no eran ningún misterio para sus ojos. Eran siete chicos. Todos ellos llevaban máscaras blancas con la cara de un conejo. A diferencia de las que había visto hasta ahora en otros Magnum Delta, esas máscaras no cubrían la boca y eran totalmente idénticas entre sí. Tres se habían colado en el cuarto de Riley para sacarle a rastras. Los otros cinco eran nuevos y a sus pies había barreños de la lavandería. Uno para cada uno.
Riley se encogió asustado sin saber qué había dentro de esos barreños. Ethan iba a decirle algo, pero entonces se acercó el "líder" para colocarse frente a Riley.
—Novato, preséntate.
—¿Qué? —La pregunta pilló a Riley totalmente por sorpresa. ¿A qué cojones venía todo ese rollito militar de peli mala?—. Ahmm... ¿Soy Riley Tobinski?
Ethan se rió por la nariz, pero acto seguido se encogió por los gritos de uno de los conejos de atrás:
—¡ESO NO ES UNA PRESENTACIÓN, NOVATO!
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Magnum Delta
Mystery / ThrillerSally Perkins no está muerta y yo debo encontrarla. Es el mantra que Riley Tobinski se repite una y otra vez desde que su mejor amiga desapareció. Siempre tuvieron en común ese amor por los misterios y los crímenes que había que resolver, pero nunca...