Había momentos en los que Riley verdaderamente se planteaba hasta qué punto una persona podía llegar a ser odiosa sin apenas poner esfuerzo en ello. Ethan Kaine era una de esas que superaban límites. Desde que había llegado a la universidad había tenido que tratar con él en más de una ocasión sin buscarlo, y todas las veces habían sido desagradables sin necesidad de tener que forzar la situación.
Sí. Ethan Kaine era como un herpes genital.
Le había provocado una y otra vez para sacarle de quicio y, ¡vale! Puede que sacar de quicio a Riley Tobinski no fuese una tarea del todo complicada, pero cuando se trataba de él era abrir la boca y conseguirlo. Por un momento había pensado que podrían haber llegado a un acuerdo en cuanto a querer encontrar a Sally. Incluso podrían haber llegado a colaborar. Pero Ethan había acabado estropeando de nuevo esas ganas de querer congeniar con alguien como él.
La universidad se le estaba haciendo cuesta arriba al chico de Nashville, demasiado complicada socialmente para su gusto. Su madre no estaba allí para consolarlo cuando volvía tras un día duro. En su habitación solo había una cama vacía, un escritorio austero y una mancha en la ventana que sospechaba que no se iría nunca, porque habían quedado pequeños restos de aquel «CARAMOCO» infernal. Podría llegar a ser un sitio acogedor si, algún día, le daba un toque más personal. Algún póster o fotos, recuerdos de casa en las estanterías, pegatinas en el portátil... Algunos elementos podrían ayudarle a sentir aquello más suyo, pero aún no había podido hacerse con nada de ello. Su cuarto era una habitación vacía que le hacía sentir más solo aún. Por eso no quería estar allí.
Sabía que al principio iba a ser duro, sobre todo porque él contaba sobre sus hombros con el peso de querer encontrar a su amiga, algo de lo que un estudiante normal no tenía que ocuparse.
¿Dónde estaría Sally?
Su desaparición había entrañado muchas incógnitas, no solo sobre qué había pasado con ella, sino que también parecía tener un lado oculto que no había compartido con él. Algo tan corriente en la vida de una persona como es tener pareja era lo que Sally había decidido ocultarle... ¿Por qué?
Y aún estaba la incógnita de por qué Ethan Kaine. Si ese tío no había cambiado con respecto a cómo era cuando estaban juntos, seguía sin comprender qué había visto ella en él.
Eran incompatibles, incompatibles del todo.
Ella era divertida y alegre, pero respetuosa. Era rara, también. Le gustaban los temas relacionados con los crímenes o los extraterrestres. A Ethan parecían gustarle los porros y las trastadas. ¿Qué cojones tenían en común?
Ese chico era una incógnita y una molestia en su vida. Le había cabreado tanto que había tenido que salir a tomar el aire porque, claro, si entraba a ese cuarto vacío e impersonal iba a ser aún peor. El vértigo se iba a agarrar a su estómago y lo iba a intentar tirar, entonces esas lágrimas se desbordarían. Por eso había salido de la residencia y había echado a andar.
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Magnum Delta
Gizem / GerilimSally Perkins no está muerta y yo debo encontrarla. Es el mantra que Riley Tobinski se repite una y otra vez desde que su mejor amiga desapareció. Siempre tuvieron en común ese amor por los misterios y los crímenes que había que resolver, pero nunca...