Capítulo 14 - La llave

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El mensaje seguía sin respuesta

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El mensaje seguía sin respuesta. La notificación de que había llegado, inactiva. Habían pasado dos horas y Oliver no contestaba.

Riley dejó el móvil en la mesa y se pasó las manos por la cara. Aquel constipado le había obligado a aislarse y entrar en una cuarentena dentro de esas cuatro paredes, con la bata puesta y un té que ya estaba más que frío. Se sintió solo sin los constantes cuidados de su madre, pues era la primera vez que caía enfermo y ella no estaba ahí, con su caldo y su leche con miel.

Resopló, dejándose caer sobre la mesa.

Y Oliver no le hacía caso.

Podría haber supuesto que estaría en natación, pero habían pasado dos horas. Además, natación era por la tarde, y se estaba acercando la hora de comer. ¿Y si los Magnum Delta le habían pillado y le estaban torturando con alguna clase de crimen camuflado de novatada, solo con la excusa de que estaban en una puta universidad y ellos eran más mayores...?

Hasta en su pensamiento se había quedado sin aire después de esa frase tan larga. Pero no, no podía ser, porque Oliver era de segundo, y ya no era un novato.

Coño, pero Ethan tampoco era novato y lo habían cogido por diversión.

¡Joder!

¿Dónde estaba ese chico?

Casi saltó sobre la mesa cuando oyó la notificación de un mensaje, pero ese mensaje no era de Oliver. Era de Ethan.

«¿Te han quedado bien las galletas de huevo y miel?».

Ethan había aderezado su mensaje con dos emojis: un huevo y un palito de miel goteante.

Riley bufó y contestó:

«???».

Al instante siguiente, Ethan respondió:

«Traducción = ¿Qué tal estás? ¿Te duele mucho la cara?».

Riley miró extrañado el teléfono y tuvo que leerlo otra vez.

Ethan se estaba preocupado por él. Quizá sí que se estaba volviendo más considerado. Se lo había demostrado en la conversación que tuvieron en la cafetería pero no se lo había creído del todo. Ya le conocía de un par de semanas, pero sentía que Ethan tenía dos caras y que emergían dependiendo de lo perjudicado que fuera. Quizá ahora estaba completamente sobrio.

De todas formas, consideró que era mejor tomárselo con precaución.

«Estoy bien. Tengo cremas para eso. No necesito tus remedios caseros».

Recordó como Ethan le había pedido que le contara si le volvían a hacer una novatada.

No. ¿Qué iba a poder hacer? ¿Darle otro remedio "mágico" para curar el trancazo que tenía? Ya tenía un arsenal de medicinas bastante decente, gracias.

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