Capítulo XIX: todo lo que hice mal.

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"Arrepentimiento, expiación y reparación son las tres condiciones necesarias para borrar las huellas de una falta y sus consecuencias." (Allan Kardec)

Que complicado es sentirse feliz, aguardando la calma, conservando la alegría del momento y cuán sencillo es perder todo el ánimo en un instante, dejarse llevar por la agonía que implica deprimirse. ¿Cómo recuperar la felicidad? Si en todo sentido estás presionado para sufrir tratos que lo único que logran es obligarlo a pensar en lo triste que es. Incluso si luchas con mucho esmero, el vano intento de ignorar las desdichas no logra nada; nunca hay mejoría.

Se supone que las lágrimas; consecuencia de los tratos despiadados de Mile a su persona, pararían con el volver a Tailandia. Sin embargo; aquí está nuevamente, llorando por culpa de aquel hombre ¿Qué placentero morbo debe sentir en herirlo con sus palabras y acciones? Primero jugando con sus sentimientos, luego criticando cada una de sus decisiones, adjudicando a él la blasfemia más cruel que su boca podría expresar ¿Acaso llamarlo fácil no fue suficiente? Ahora también debe soportar los viles tratos e intentos descarados de utilizar sus sentimientos para manejarlo a su antojo.

Si en el pasado; le habrían dicho que Mile era tan despiadado, entonces a capa y espada con esmero habría luchado por defender a su amado de semejantes mentiras ¿Qué tan tonto fue? El amor definitivamente es un cegador absoluto. Ahora mismo caminando por los pasillos, con sus manos tratando de borrar las pruebas de su melancolía; aquellas lágrimas gruesas que descienden una tras otra, amargas perlas que descaradamente pertenecían al pálido hombre, el único que podría llamarse dueño de ellas.

Si deja los pasillos solitarios en este instante, cada persona a su alrededor podrá ver aquellas gotas y cuestionar su origen. Está tan cansado, cansado de ese juego desalmado al que estaba obligado; pretender de forma incompetente que podría superar y ser ganador para el final resultar un perdedor… su única salida, escapar de aquello apenas terminará la grabación de la película, simplemente se veía tan lejana.

El tiempo que desea corra rápidamente, incluso si no obtiene ningún papel o después de terminar el contrato con BOC nadie lo quiera contratar; si vuelve a ser un simple modelo, por lo menos podrá descansar, podrá ser el mismo.

Quizás llevaba más de 20 minutos en el mismo pasillo, esperando calmarse lo suficiente para afrontar las miradas extrañadas que exigían una respuesta por su repentina desaparición. Cuando la voz de Tida, llamando su nombre mientras se acercaba lentamente atraía su atención.- ¡Apo! ¿Dónde te metiste? Llevo buscándote durante mu…- las palabras emitidas de pronto pararon con rapidez, al ver su rostro deprimido y el rastro de lágrimas en sus mejillas.- ¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras?.

Dejando su garganta seca luego de unos instantes hablar.-Tida no puedo estar aquí hoy, no me siento bien…- quizás si utilizara el pretexto de un estado de salud malogrado podría escaparse de las explicaciones molestas, aquellas que prefiere guardar para sí mismo.-por favor encárgate.

Ella que con voz preocupada quería obtener una respuesta por su estado de ánimo, sólo logró balbucear unas pocas palabras.-Apo pero…- interrumpiendo quizás un intento ridículo para convencerlo de hablar.

-No, por favor.- es minúsculo, el murmullo de su voz en el silencio de aquel lugar donde solo llegan los bajos ecos de puertas cerrándose o tacones en la madera. Tal vez es su mirada cansada o la tristeza que denota su cuerpo, lo que convence a su manager de dejarlo ir sin rechistar; siempre ha procurando salvaguardar la integridad de su persona, asintiendo con una resignación latente anuncia.

-Está bien.- tocando suavemente uno de sus hombros mientras su otra mano tiende un pañuelo blanco, aquel que secaría el desastre causado por las lágrimas.- ve y descansa, yo me encargaré de todo.

The LoserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora