Se acabo.

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8

Mi abuela ya no estaba... mi abuelita ya no estaría para llamarme "vagabunda Preciosa" mi abuelita ya no estaría con nosotros en navidades.

—¿Quieres ir a casa?— pregunta después de que hace un par de minutos deje de llorar y me quede allí, quieta en su pecho.

—No, quiero quedarme aquí—murmuro y él solo asiente con la cabeza, nos quedamos un rato más hasta que el conserje nos viene a echar, literalmente.

No se ni como termine aferrándome a la cintura de Conor mientras conducía su Ducati roja.

—Hemos llegado ¿quieres entrar a tu casa? o a ¿la mía? no hay nadie—pregunta y me bajo de detrás de él, me da mi mochila que no se de donde la ha sacado ni llevado.

—Quiero olvidar todo un momento y entrar a casa... no ayudaría—murmuro sin creerme lo que estoy pidiendo.

—Vamos a mi casa—entra la moto a su garaje y yo entro por la puerta abierta del garaje, espero a que acomode todo y lo sigo cuando sube a la planta principal, está todo organizado y limpio, nada comprado con el día de la fiesta.

Solo lo sigo y terminamos en  una habitación que reconozco, donde me encerré después de besarlo.

—Bienvenida a mi cuarto—rompe el silencio, mierda, esa vez en la fiesta me encerré en su habitación.

Bueno si supieras que ya la conozco...

—Desde aquí me acosas ¿eh?—intento bromear pero mi voz sale apagada.

—Yo no soy un acosador—se defiende indignado

—Dijo el que se acercó a mi cuando estaba en tu piscina, luego el que me siguió cuando me echaron de clase, el que tiene detenciones conmigo y el que mira por la ventana hacia mi habitación.—ruedo los ojos

—En mi defensa: tu habitación está justo enfrente de la mía y había una loca saltando y gritando a todo pulmón mientras intentaba estudiar.—dice señalando el escritorio que se encuentra junto a la ventana

—Aja—lo miro con los ojos entrecerrados, él me imita y me mira también con los ojos entrecerrados—¿Como conseguiste mi número entonces? Acosador.—

—Tu hermana, a la misma que le gritaste. Se escuchó hasta aquí—se tira en su cama, pone los brazos detrás de su cuello y la sudadera se le sube mostrando su V marcada y parte de su "tableta de chocolate".

Ignoro mi corazón acelerado las cosquillas en mi cuerpo, las mariposas en mi estómago y los nervios que me invaden por imaginármelo sin camisa.

—Pues por tu culpa—me encojo de hombros cruzándome de brazos y mirando por la ventana, empiezo a caminar por la habitación mientras siento su mirada, me detengo en la puerta del baño.

—¿Puedo?—Pregunto para usar su baño, él me sonríe y asiente, se ve jodidamente como un dios griego en una cama, sacudo la cabeza para apartar la mirada y entrar al baño.

Me lavo la cara y veo el desastre que soy, los ojos rojos de llorar y un poco hinchados, mi pelo un revuelto de pelo castaño oscuro y mis ojeras notorias.

"Un desastre"

Hago mis necesidades y salgo del baño no sin antes lavarme la cara otra vez.

Cuando voy saliendo me hago un moño mal hecho que seguro queda mejor que la maraña de pelos. Me siento en el borde de su cama procurando no tocarlo, y mi vista se queda en un punto fijo pensando en todo y nada a la vez.

APOSTAR A LA SUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora