No lo hagas... por favor...

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Un par de meses después...

Suspiro limpiándome las lagrimas y miro a Trek en el asiento de conductor, con una mano en el volante y otra en la palanca de cambios.

—Creo que deberíamos ir juntos— le ruego pero ek niega.

—Es hora de Que vayas sola, ya se que es difícil, para mi también lo fue pero tienes que hacerlo. Es el amor de tu vida, Hil, no puedes simplemente tener miedo de verlo en su peor momento. Amar es amar con todo, y más en los peores momentos—las sabias palabras de Trek se cuelan en mi interior y asiento pero la rabia también se hace presente.

—Lo amo y lo sabes, estaré con él siempre. Lo amo incluso así joder no me digas eso—gruño y el asiente, ya acostumbrado a mis repentinos enfados y cambios de humor en estos dos meses.

—Lo se, Hil, créeme que lo se.—da la vuelta a la llave haciendo que ek motor despierte.

—Lo siento—me disculpo un poco avergonzada.

—No olvides la tarde de helados hoy—cambia de tema y me sonríe se lado, como solía hacer Conor.

—Tengo de sobra en la nevera. Espero que lleves pensada la película y no nos tengas dos horas mirando por cuál te decides—lo molesto pero solo consigo una sonrisa divertida.

—Venga, vete—me echa y ruedo los ojos, bajo totalmente y por fin me adentro en el lugar que se ha convertido mi lugar más visitado y en el que paso más horas aquí encerrada incluso estudiando.

Poso la mano en el pomo de la puerta, cierro los ojos un instante para coger fuerzas y aferró mi mano en la tira de mi mochila para evitar el aparente temblor.

Abro y entro, mi cuerpo entero se tensa, camino hasta su cama, dejo la mochila cerca de la silla y lo abrazo como puedo.

Mi cuerpo se relaja ante su contacto y su olor, que empiezo a detestar un poco por el olor a hospital mezclado con su olor normal.

—Hola, Bluey—lo saludó dejando un beso en sus labios, quedándome allí un poco más de tiempo del necesario. Me separo y paso mis dedos por su pelo más largo de lo normal.—Yo creo que es hora de cortar las puntas, eh—bromeó pero mi voz se rompe.

Me aclaro la garganta y me recompongo, me siento pensando la silla a él, saco las cosas y empiezo a hablarle de clases, de casa, de los chicos y de los exámenes hasta que me quedo sin nada que decir y el silencio nos envuelve solo interrumpido por ese maldito "bip" de las máquinas que lo conectan.

Aprieto los puños clavándome las uñas y haciéndome daño.

—Levántate por favor...—le digo bruscamente y me levanto de la silla—Conor, Dios mío, no sabes lo difícil que es encontrar tu parte de la cama fría y vacía, como el silencio parece tragarme en cada segundo. Conor no sabes lo jodida que me siento sin ti. Necesito que te levantes, joder, despierta de una puta vez y dime que me amas una vez más.—

Empiezo a guardar las cosas enfadada y me pongo la mochila al hombro.

—Si no te despiertas te dejo ¿me oyes? Me acostaré con cualquier tío que se me cruce y te romperé el corazón como me lo estás haciendo ahora mismo. Si no te levantas me voy de tu vida, te dejo y me follare a media facultad ¿me oyes?—gruño fuera de mi pero con un tono de voz no elevado.

Ahí veis a una chica madura en todo su esplendor, claro que si.

Mi respiración es acelerada y es lo único que se escucha aparte de los pitidos de las máquinas y mi ira se convierte rápidamente en arrepentimiento y vacío.

APOSTAR A LA SUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora