No me había dado cuenta de la gravedad del problema de creer que una pequeña sobredosis de extroversión de un martes desesperado por la tarde, me había llevado a hacer realmente.
Convencerme de que llevar a un completo desconocido, que quizá tuviese el rostro de un anciano como Steven Seagal a que de un joven Steven Seagal, fuese la mejor opción que se me había ocurrido para salirme del apuro del viernes, quizá no había sido la mejor opción precisamente.
Y claro, ese nerviosismo, o quizá mejor descripto como pánico a flor de piel se vio reflejado en todo mi cuerpo dentro de la oficina.
Llevaba una taza vacía y limpia para cuando ascendía en el elevador tratando de distraer mi atención en la pantalla de un celular que debería haber cambiado hacía unos cuantos años atrás. Por poco me cortaba los dedos de lo dañada que se encontraba esa pantalla.
Las puertas se abrieron y yo decidí ignorar a cualquier empleado que intentara socializar un miércoles a las siete de la mañana.
—Veo que preferiste continuar con la misma porquería.
Encontrarme con Dylan en el ascensor era lo peor que podía sucederme en el día. Últimamente, aquello no sucedía tan seguido porque él estaba tan dispuesto a evitarme como para preferir usar las escaleras antes que tener que compartir un espacio reducido conmigo dentro.
—Y yo veo que preferiste no seguir con la misma "porquería" a la que llamábamos relación.
No le di la satisfacción de mirarlo a los ojos, y aún así supe que él lo estaba haciendo de reojo a través de sos anteojos que ahora detestaba más que nunca.
—No podía esperar un comentario más propio de ti, Charlie —tomó aire haciéndose el decepcionado, un gesto que tanto me revolvía por dentro el desprecio que por suerte, había regenerado hacia su persona asquerosa—. Julia me dijo lo del bono y el premio. Sinceramente me parece una estupidez.
—A mi sinceramente me importa un carajo que opines tu de las decisiones poco sensatas que toma tu... novia.
Aquello le había dado directo en su pico de orgullo, porque si había alguien que tenía su orgullo en un altar junto a Dios en el cielo, ese no podía ser más que Dylan.
—Me gustaría que seas lo suficientemente adulta como para hablarme a la cara y no mientras juegas Candy Crush, Charlie.
Las puertas del ascensor se abrieron y no me hizo falta saber que esa era mi parada ya que Dylan, aunque me molestara admitirlo, se encontraba unos pisos por encima de mí en un cargo que solo por tener huevos en vez de ovarios fueron capaces de otorgarle.
—Oh si, lo sé Dylan, te encantaría que te mirase todo el rato pero en realidad —caminé hacia la salida aún con la cabeza gacha sobre mi adicción—, y aunque te cueste demasiado aceptarlo, el Candy Crush requiere mucha más atención que tu patético traje a medida del tío Nudos.
Estoy segura de que en el momento en que esas puertas se cerrasen, el correría a Google en búsqueda de algo como "¿quién carajos es tío Nudos?". Me hubiese encantado ver su reacción entre confundido y disgustado al encontrar la respuesta.
Ahora que lo pensaba por más de un segundo, con esos lentes ridículos y ese traje tan depresivo y aburrido... quizá de verdad no hubiese diferencia entre ambos.
Haber relacionado tal infantil comparación logró hacerme olvidar por un segundo de lo que tanto me tenía preocupada desde la mañana, incluso me había sacado una sonrisa.
—Beckam —y el desaliento volvía a la vida.
—¿Si, Wikkings?
—¿Por qué no me habías dicho que recibirías un premio en la inauguración del viernes? —preguntó llamando la atención del resto del equipo de nuestra oficina—. Hubiésemos preparado un pastel de felicidades.
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𝐀𝐋𝐐𝐔𝐈𝐋𝐄𝐑 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐑𝐄𝐉𝐀𝐒
RomanceLas estrictas reglas de la página de alquiler de parejas son las siguientes: 1) La pareja de alquiler no debe en ninguna circunstancia revelar los datos privados sobre su persona. 2) Se prohíbe el contacto físico explícito entre la pareja de alqui...