Capítulo 15

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—Charlie, deja de apuñalar el pudín —Lilah me quitó la cuchara del postre—. ¿Qué rayos te ocurre hoy? Estás más gruñona de lo normal.

¿Que qué rayos me ocurría? Lo rutinario sería que me quejase de tener que compartir un mismo piso con mis compañeros de trabajo, Wilkkings y Julia eran los problemas principales. Siguiéndole el hecho de que mi departamento era un desastre a causa de la depresión y la vagancia de mi rutina diaria, pero eso es algo que podría, si tuviese el ánimo y el apoyo, arreglar. Entonces, llegaba la verdadera cereza del pastel.

Nathaniel Mosten. Ahora mejor conocido como mi insoportable vecino de abajo.

¿Qué clase de persona "comúnmente educada", le deja notas en la puerta a su vecino? Peor aún, notas categorizando con serios problemas con la bebida específicamente.

—La vida Lilah —me llevé la cuchara a la boca—. Lag giga meg egta cogumiendo...

Lilah me quitó la cuchara de la boca.

—Repítelo.

—La vida me está consumiendo.

—No seas dramática —ella se acomodó en el banco de la lavandería y arrojó el pudín descartable en el tacho de desechos junto a los cestos apilados y vacíos—. Cuéntame qué te trae tan pesimista hoy principalmente.

Debía aclararlo porque ella sabía perfectamente que mis días pesimistas últimamente abarcaban todo lo que llevaba transcurrido del año.

Le conté absolutamente todo, desde el momento en que él tocó mi puerta, desde que Julia me llamó a su oficina y el bochornoso hecho de que tuve que volver a él arrastrándome en mis rodillas para rogarle que aceptara el trabajo porque de lo contrario volvería a sumirme en la vergüenza y paranoia de mi agujero negro.

Lilah no me interrumpió ni una sola vez, un gesto que me pareció muy alarmante de su parte conociendo la impaciencia con la que solía lidiar día a día incluso en su trabajo. Supe entonces que solo quedaba una opción para comprender su silencio. Mi amiga no tenía ni la más pálida idea de como salvarme de una situación tan tempestuosa como aquella.

—Esta bien... solo dame unos segundos para procesarlo —dijo alzando las manos en un gesto tranquilizador que a mi no logró tranquilizarme ni una mierda.

—Lilah ya, solo dilo —quería adelantar la desgracia—, no podría haberme metido en un mayor problema que este... todo es un caos... ¿para qué carajos decidí usar esa página en un principio?

—No culpes a la página —me señaló—. Esto es culpa del destino... pero, ¿sabes qué?

—No vayas a decir que "el destino así lo quiso" porque soy capaz de ahogarme a mi misma con esta cuchara.

—Pues el destino así lo quiso, ¿no te parece?

Sus labios se curvaron en una alentadora sonrisa que claramente no estaba haciendo efecto en mi, por el contrario, yo solo metí la cuchara en mi boca y estaba dispuesta a enviarla hasta el fondo si no hubiese sido por Lilah que me la arrancó como a un bebe yendo en búsqueda de su próximo auto de suicidio involuntario, solo que en mi caso era mucho más que voluntario.

—Y, ¿sabes qué es lo mejor de todo?

Arrojó la cuchara a la basura junto al pudín.

—No quiero oír ninguna descripción de un cliché de una comedia romántica.

Claro que no me hizo caso.

—Esto es como la primicia de un "enemies to lovers" —alzó sus manos.

—Enemis... ¿qué carajos?

—La desesperación por no ser humillada frente a todos tus compañeros de trabajo, tu ex y su pareja que resulta ser también tu jefa, te llevó a usar esa página de citas...

𝐀𝐋𝐐𝐔𝐈𝐋𝐄𝐑 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐑𝐄𝐉𝐀𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora