Capítulo 8

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—¡Vamos chicos, no es una decisión tan difícil! —exhibí mi cuerpo frente a la pantalla—, ¿el rojo o el dorado?

Lilah se había tomado las molestias de prestarme los vestidos de gala que guardaba en su armario de lujos, con el cual había estado acumulando ropa decente desde que la habían ascendido en su trabajo y debía de asistir a varios eventos lucrativos de alto rango.

Claro que yo no tenía ningún vestido al que se lo pudiese categorizar como "decente" en mi armario. Lilah ya había previsto aquel detalle y se me adelantó antes de cuentas presentándose en mi trabajo con una valija bastante pesada que, si no hubiese sido por mi, los guardias de seguridad de la entrada al edificio la hubiesen detenido creyendo que se trataba de una bomba.

—Rojo suele llamar la atención por el color —comenzó Cam quien no podía ser mejor candidato para descartar los vestidos que había estado probándome la última pasada hora—, pero el dorado tiene una espalda descubierta que grita "lo importante está aquí abajo cariño".

Aquello me robó una sonrisa.

—A mí me había gustado el morado —murmuró Denis un tanto decepcionado.

—Ve con el dorado, cariño —Lilah se encontraba tan cerca de la cámara de su computadora que podía ver el interior de sus fosas nasales—. Seguro que encantas a Nathie con ese.

—¿Nathie?

Magnus se vio interesado de golpe.

—Nathaniel —los corregí.

—¿Quién carajos es Nathaniel? —preguntó Jack desde la otra división de la pantalla.

—Creí que irías con Rufus a la entrega.

—Tus bromas no me hacen gracia, Denis —le sonreí.

—Así que Nathaniel —Cam se arrimó sobre sus codos sobre la mesa ratona del living de Magnus—. ¿Por qué nos estamos enterando de esto a estas horas?

—Porque fue algo de última hora —intenté justificarme.

—¿Cómo fue que conseguiste un reemplazo tan rápido? —preguntó Magnus incrédulo—. Apenas el lunes acudiste corriendo a nosotros desesperada por ayuda.

—Charlie, se te va a hacer tarde, Nathaniel no te va a esperar por siempre cenicienta.

Lilah quien me conocía mejor que nadie en aquel grupo, seguramente había notado el pánico en mi rostro y la vergüenza que le seguiría al revelar la verdad detrás del encantador Nathaniel.

—Tiene razón, ve y refriégale esa espalda y ese trasero a Dylan para que recuerde que fue lo que dejó —me alentó Cam.

Despidiéndome de mi apoyo emocional, terminé de arreglar mi cabello en lo que podría llamarse un especie de peinado elevado para dejar en descubierto, según las palabras exactas de Cam, "mi espalda de Mireille Darc en Le grand blond avec une chaussure noire".

Le había enviado los detalles de nuestra "cita" a Nathaniel. Si es que así podría decírsele al hecho de que estaba usando parte de mi sueldo en pagarle a un novio falso para que asistiera a una inauguración de mi mano para no dar más vergüenza de la que ya debo dar en mi respectivo trabajo.

Y en la aclaración de uno de esos detalles especificaba el uso de algo apropiado para una gala, lo que él con claridad comprendió textualmente "lleva un traje o no te pagaré esas tres horas ni por casualidad".

El evento se llevaría a cabo casi al otro lado de la cuidad, algo que me pareció de lo más absurdo teniendo en cuenta que nuestras oficinas se encontraban en el centro. Luego la memoria me devolvía la respuesta a mis preguntas con tal sencillez. Wilkkings se había encargado de la elección del recinto.

𝐀𝐋𝐐𝐔𝐈𝐋𝐄𝐑 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐑𝐄𝐉𝐀𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora