VUELTA AL PLAN INCIAL

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Narra Susan

Algunos de nosotros nos subimos al bote para llegar al navío. De pronto, vi un reflejo brillante de una inmensa cantidad de colores en el agua, sirenas. Elizabeth, sin saberlo, acercó la mano hacia el reflejo. Pero en un segundo, ya estaba sumergida en el agua.

Aún riéndome, me sumergí en el agua, viéndome rodeada de estas magníficas criaturas con una sonrisa en mi rostro. Al contrario de a Elizabeth, me trataban con respeto y alegría. Unos segundos después de que las sirenas siguieran su camino, salí a la superficie para acercar a Elizabeth al bote. En cambio, yo me quedé en el agua, flotando al lado de este.

-No me mires así, no sirves de nada ahogada. La próxima vez que veas a una criatura marina, ten un poco más de respeto, o acabarás en el fondo del océano. Comenté hacia Elizabeth, dado que me miraba extrañada.

-¿Todo bien, amor? Me preguntó Jack, mirándome divetido al ver como disfrutaba del agua a la vez que se asomaba del bote, agachándose levemente hacia mi. Ya habíamos llegado a la perla y la gente comenzaba a subir al navío.

-Perfectamente, Capitán. Respondí para después posar mis manos en su rostro, alzándome, para así unir nuestros labios en un beso antes de sumergirme de nuevo en el agua y subirme seguido a la perla, consciente de su atenta mirada sobre mi cuerpo.

Fui directa al camarote para cambiar mi ropa, encontrándome, una vez acabé, con la entretenida y estúpida conversación de Barbosa y mi Capitán en medio del navío.

-¡¿Qué estás haciendo?! Le cuestionó Barbosa.

-¡¿Qué estás haciendo tú?! Repuso Jack.

-No, ¡¿qué estás haciendo tú?!

-¡¿Qué estás haciendo tú?!

-No, ¡¿qué haces tú?!

-¡¿Qué haces tú?! El Capitán es quien da las órdenes.

Esto acababa de comenzar y ya me estaba hartando.

-¡El capitán ya está dando las órdenes! Exclamó Babarbosa.

-¡Es mi barco, yo soy el capitán!

-¡Las cartas son mías!

En ese punto, mi paciencia ya había llegado a su fin. Por lo que me situé entremedio, señalándolos a ambos amenazadoramente. -¡Más os vale a los dos cerrar la boca! Porque esta es MI tripulación, y por ende, YO soy la capitana ¡Pelearos si lo deseáis por el puesto de segundo a abordo, pero lo más lejos posible de mi presencia! ¿Os ha quedado claro? Cuestioné demandante mientras me miraban alarmados.

-. Asintieron repetidamente.

-Bien. Dije arrebatando a Babosa las cartas de navegación. Antes de que el pirata pudiera soltar una sola queja, ya había desenfundado una de mis dagas muy cerca de su cuello, evitando dicha queja para luego caminar con pasos firmes hasta el timón.

Tiempo después estaba en el camarote, observando las cartas de navegación. Mi cabeza parecía estar apunto de estallar. Me levanté para ir hacia uno de los armarios y servirme una copa de ron en el instante en el cual llamaron a la puerta situada detrás mía.

-Adelante. Dije haciendo que la persona entrara en la habitación. Luego, escuché el sonido de la puerta cerrarse. No me hizo falta oír su voz para saber de quien se trataba.

Unos abrazos me rodearon por la espalda, creando una sonrisa en mis labios prácticamente al instante.

-No sabes cuanto te extrañé, amor. Comentó dándome un pequeño beso en mi cuello.

Simplemente me giré, haciendo que se sentara en la cama del camarote. Seguido, me senté sobre su regazo y le besé desesperadamente, intentando controlar todas las emociones reprimidas en mi pecho durante tanto tiempo.

Al separarnos me dediqué a admirar su rostro en detalle.

-Has vuelto, estás aquí, conmigo. Susurré tras unos segundos, sintiendo como las lágrimas se acumulaban en mis ojos.

Jack puso sus manos sobre mis mejillas, acariciándolas con cariño sin quitar su hermosa sonrisa.

-Siempre volveré a tu lado, Susan Swann.

Tras esas palabras, no pude decir nada. Solamente me aferré a su pecho mientras las lágrimas recorrían mi rostro, dejando ir todas esas emociones que, como ya os he dicho, llevaban acumuladas desde hacía semanas.

Al fin volvía a sentirme segura, al fin él volvía a estar a mi lado y al fin podríamos cumplir todo aquello que planeamos.

Lo siguiente que recuerdo es despertar tumbada en el pecho de Jack debido a sus caricias en mi pelo.

-Hola, amor. Me saludó tras darme un dulce beso en mis labios.

-Hola, capitán. Comenté tranquila, abrazándome aún más a su pecho.

-Creo que debemos ponernos al día. Necesito que me cuentes lo ocurrido en todo el tiempo en el que estuve en el reino de David Jones. Dijo, distraído en acariciar mi anillo del dedo anular.

-Estoy de acuerdo. Será mejor que empiece desde el principio. Pero para ello, necesitaré algo de ron, y creo que tu también. Respondí causando su risa y levantándome no sin antes dejar un pequeño beso en su hombro

-Jamás hay que negarse a una buena copa de ron. Comentó divertido, contagiándome su risa. La había echado de menos.

-Tras el hundimiento de la perla, decidí ir a donde me indicaste que fuera si pasara algo así: con Tía dalma. Empecé a contarle mientras servía el ron en las copas y le entregaba una a Jack, quien me tiró de la cintura para que me sentara en su regazo. Mi Capitán guardó silencio esperando a que continuara.

-Ahí descubrimos que había ayudado a regresar a Barbosa de la muerte y nos dio la idea y el apoyo para rescatarte. Estuvimos un par de meses planteándolo. Al mismo tiempo que yo planifiqué como hacer para que no interfiriera en nuestros propios planes.

-No esperaba menos de mi Capitana. Murmuró provocando mi sonrisa.

-Poco antes de llegar a Singapur para pedirle recursos a Sao Feng y hacer pública la llamada a la amblea de hermanos, nos enteramos de las barbaridades que hizo el desgraciado de Beckett. Jack, ha quitado toda ley que podía salvar a las personas de la horca, negando el derecho a juicio. Simplemente condena a muerte sin remordimientos. Hizo un trato con Jones al obtener el corazón, controla el mar. Entonaron la canción, exigiendo justicia por los cientos, puede que miles, de vidas arrebatadas de nuestros iguales, fue una masacre. La noticia llegó hasta mi junto con una petición de que vengáramos las muertes e hiciéramos sufrir a Beckett. Esto no debe quedar así. Finalicé sintiendo como la rabia y la frustración me invadían.

-Y no lo hará, amor. Vengaremos las muertes de los nuestros, le quitaremos el poder a Beckett y los llamados piratas serán los que tengan el gobierno del mar de nuevo. Además de que tendremos nuestro propio beneficio al sumar todo esto a nuestro plan inicial. Dijo decidido y con su sonrisa de lado.

-Ahora, mi querida Capitana Sparrow, sigue contándome tus avances en nuestros planes. Pidió dándole otro sorbo a la bebida.

Piratas del Caribe: En el Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora