EL CÓDIGO

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Narra Susan

-Tiempo atrás, en este mismo lugar, la primera asamblea capturó a la diosa del mar y la confinó en un cuerpo de carne y hueso. Explicó el pirata, ganándose el asentimiento del resto.

Tras una pausa, continuó. -Aquello fue un error. Domeñamos los mares y salimos ganando, cierto ¡Pero dejamos un hueco para Beckett y su calaña! Mejor vivíamos cuando el dominio de los mares no obedecía pactos con criaturas monstruosas, sino al sudor de una frente de un humano y la fuerza de sus hombros ¡Todos sabéis que esto es cierto! Una vez más, el hombre parecía conseguir el apoyo de aquellas personas. Al menos, hasta que reveló su verdadera intención.

-Caballeros, damas, debemos liberar a Calipso. El silencio consumió a la sala por un instante. Silencio que finalizó al ser interrumpido por los lores de la piratería, a quienes no les había gustado la idea.

-¡Disparadle!

-¡Cortarle la lengua!

-Aún mejor: ¡Disparadle en la lengua! Y recortarle esa barba tan descuidada. Aportó mi esposo.

-¡Sao Feng estaría de acuerdo con Barbosa! Dijo uno de los que fueron sus hombres.

-¡Así es!

-¡Calipso era entonces nuestra enemiga y ahora también lo será!

-Y es improbable que ahoga esté de mejog humog. Señaló un pirata con acento francés.

Tras esas palabras, comenzó la verdadera disputa:

-¡Yo estaría de acuerdo con Sao Feng!¡Liberemos a Calipso! Exclamó otro de los señores de la piratería, apoyando su arma sobre la mesa, dejando así muy claras sus intenciones. Sino estaban a favor, acabarían estándolo a través de la violencia.

Pero el resto tampoco se quedó atrás:

-¿Estáis guetándome? Preguntó el francés, acercándose peligrosamente seguido de su tripulación.

-¡Callaos! El comentario y el puñetazo que le siguió en respuesta, fueron el detonante de otra pelea absurda y desmedida por una lucha sin sentido para demostrar quien tenía mayor poder.

Nosotros mirábamos aburridos la escena desde la cabeza de la mesa, esperando a que, al menos, finalizara pronto para poder proseguir con la asamblea.

-Es demencial... Opinó Elizabeth.

-Es política. Señaló Jack.

-Son piratas, hermana ¿Cómo puedes seguir sorprendiéndote? Comenté de forma obvia, aún con los brazos cruzados y sin apartar la vista de la pelea.

-Y mientras tanto, nuestros enemigos se acercan. Volvió hablar Elizabeth.

-Suponiendo que no estén ya aquí. Le respondió Barbosa, quien tampoco iba tan mal encaminado.

Ya harta de la situación, desenfundé mi pistola, me subí encima de una de las sillas y disparé dos veces al techo, causando que la estúpida disputa cesara de una vez por todas.

-Te lo agradezco. Me dijo Barbosa mientras volvía a mi posición inicial.

El pirata se situó arriba de la mesa bajo la atenta mirada de los piratas. -Fue la primera asamblea la que encerró a Calipso. Y nosotros hemos de ser los que la liberemos. Y en agradecimiento, ella tendrá bien concedernos favores...

Sus palabras causaron mi risa. llamando la atención de todos los presentes.

-¿Algo que decir? Preguntó un molesto Barbosa, bajando de la mesa. Miré durante una décima de segundo a mi Capitán antes de dar un paso al frente. Era mi momento de actuar.

Piratas del Caribe: En el Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora