14- Yo seré tu interruptor

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Aquí está ella.

Ana Cox en el umbral de la puerta del salón, temblando y con una bebé en brazos.

—Ayuda—era lo único que se escuchaba en la habitación puesto a que nadie habría la boca.

—¿En qué podemos ayudarte Ana?—le pregunto luego de unos minutos en los cuales me miró, respiró hondo y se acercó a mí.

—Necesito que me ayudes Emma—me pide y deja a la bebita en mis brazos tras un gesto de desesperación.

—¿Q…qué?—fue lo único que logre decir al notar la bebé dormida entre mis brazos.

—No tengo mucho tiempo—confesó—pero necesito hablar contigo Emma.

Me pide y al salir de mi ensoñación camino a mi oficina y nos sentamos en el sofá que tiene la misma.

—Escucha Emma—respira hondo—el temblor que hubo hace un rato... fue un explosivo subterráneo.

—¿Cómo...?—iba a preguntar, pero me interrumpe.

—Lo sé porque ya sabía que pasaría—admite y la miro confusa—mi novio trabajaba en esas excavaciones.

Oh claro.

El chico de las magulladuras. 

—¿Él está...?—no puedo terminar la oración, pero al parecer lo capta porque una lágrima que ni siquiera seca recorre su mejilla.

—Él estaba abajo.

Me quedo procesando la información y hay algo que aún no comprendo. 

—¿Por qué has venido a mi Ana?—pregunto confundida provocando un suspiro de ojos cerrados.

—Anoche, Lucas y yo tuvimos una conversación en la madrugada—dice luego de abrir sus ojos—unas horas antes tuvimos una discusión por el estado en que volvía de las excavaciones. 

Sí, podrías saltarte esa parte, la vimos en directo.

«Siempre llegaba destrozado de un trabajo del que yo no sabía nada..., pero luego de una conversación telefónica que tuvo con alguien me dijo que hoy iba a morir—confiesa y se le quiebra la voz—así... sin más...me dijo que no podía explicarme porque sería peligroso para mí, incluso...—miro la niña que dormía entre mis brazos—para la bebé, pero no podía... simplemente no podía aceptar algo así sin saber el por qué de tanta seguridad en su voz Emma.

Me quedo en silencio para que continúe y luego de una larga respiración lo hace.

—¿Cómo se acepta sin preguntas que el amor de tu vida te diga que es su última noche a tu lado?—me mira como si tuviera esa respuesta cuando no es así y entonces baja su mirada a sus manos—acepté las condiciones que me puso y me contó la verdad.

—¿Qué condiciones?—pregunto intrigada. 

—Me dijo que él se enteraría que sé de más—no dijo quién era él pero ya sabía que hablaba del encapuchado—y por eso mi vida estaría condenada, que por más que lo intentara nuestra hija no viviría si se quedaba a mi lado.

—Dios, Ana—digo con un hilo de voz.

—Y acepté—me dijo mirándome mientras el grifo que eran sus ojos no dejaba de gotear—acepté sin pensarlo porque yo no podría vivir sin saber el por qué.

¿Saben que es lo más doloroso de esta historia?

Qué entiendo cómo se sintió la decisión que tomó.

¿Qué harían si alguien que aman les dijera que moriría al día siguiente? Sin dejarles disfrutar de los planes que hicisteis.

¿No pedirían una explicación más larga que un: "mañana voy a morir"?

A veces Donde viven las historias. Descúbrelo ahora