16- Una noche de luz

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—¿Me dirás ya a donde vamos?—le pregunto por cuarta vez desde que bajamos del auto.

—No—y la respuesta siempre es la misma.

Desde que salimos le estuve preguntando hacia donde nos dirigimos, pero no me lo dice y comienza a ser desesperante. En estos momentos caminamos por un lugar que no reconozco de nada, una de las muchas rutas abandonadas de Queens.

He estado en muy pocas, pero una de ellas era muy especial para nosotros. Cuando niños, los Wilson y mi familia nos reuníamos cada semana en una de las rutas, la más cercana a el centro de la ciudad y que antiguamente era un parque infantil.

Aunque estaba todo oxidado y viejo amabamos jugar en el, era... no lo sé...¿atrayente? se sentía mágico.

Eran buenos momentos.

Sí, momentos en los que jamás lograría imaginar siquiera que el musculitos prepotente que me molestaba todo el tiempo terminaría llevandome a una cita especial por mi cumpleaños.

De la nada nos detenemos y miro a Dean extrañada.

—¿Sucede algo?—pregunto con el entrecejo undido.

—Cierra los ojos—pide y lo miro desconfiada—vamos cierralos—insiste y obedezco.

Se coloca detrás de mi y cubre mis ojos cerrados con sus manos, guiándome en la oscuridad.

—Habla de algo—le pido mientras seguimos caminando.

—¿Nunca puedes estár en silencio?—pregunta divertido.

—No me gusta el silencio—confieso por primera vez, nunca se lo había comentado a nadie pero siento que está bien decirle a Dean, quien parece bastante sorprendido de mi revelación.

—¿Por qué no?—pregunta confuso.

—No lo sé—admito—no tiene un por qué solo no puedo tolerarlo por mucho tiempo.

—Entonces nunca habrán silencios entre nosotros—promete—siempre podemos sacar algún tema para que no estés incómoda.

—Perfecto—digo al final—oye me dijiste ayer que ya entraste a el mercado negro ¿no?

—Sí, así es—afirma y dice—ya tengo varias drogas a la vista, pero no estoy seguro aún.

—Entonces cuando tengas la droga en tu poder y se compruebe que es la causante de las muertes mensuales tendremos lo primero para lograr encarcelarlo.

—Exacto amor—dijo—es el primer paso para acorralarlo.

Sé que es estúpido, pero aún no me acostumbro a que me llame con motes cariñosos y no sólo el "Adams" habitual.

Ya somos dos, pensaba que Dean no era tan cursi... lástima.

Pues a mi me gusta.

Porque te las dice a ti Emma.

También es verdad.

—De acuerdo ahora sube la pierna derecha—dice guiándome—listo ahora la izquierda.

—¿Por que siento que estamos invadiendo una propiedad privada Dean?—digo divertida.

—Tu sólo confía en mi y haz lo que te digo si no quieres saludar al suelo—dice y agrega—además no sería la primera vez que invadimos un lugar sin permiso del dueño.

No puedo evitar reír por lo último.

—Siento que te estoy llevando por el lado oscuro de tu profesión—admito aún con una sonrisa en el rostro—primero entras ilegalmente y con herramientas policiales a una red de delincuencia prohibida y ahora invades propiedades ajenas. Haces que tu trabajo me parezca más divertido.

A veces Donde viven las historias. Descúbrelo ahora