Los días posteriores fueron más extraños que de costumbre. Le pedí a mi jefe acompañar a unos colegas a un evento fuera de la ciudad. Mi superior se empeñó en hacerme entender que no era mi cometido, pero le insistí tanto que entendió el por qué de mi empecinamiento.
—Muy mal tiene que ir la cosa para que cuando vuelvas algo haya cambiado por aquí. La vida tiene la mala costumbre de ser diferente cuando somos nosotros los que hacemos algo para que así sea.
Pareciera paradójico, pero éste fue el último empujón que me urgía. Pasé ese par de noches sin descansar. El cansancio solo logró que cayera rendido ante pesadillas.
Finalmente, llegué a casa después del viaje. Dejé mi maleta en el pasillo y busqué a Anya por la casa. La encontré en la cocina, con la encimera llena de figuras de papiroflexia, con folios de colores. Me transmitió mucha ternura vislumbrarla así.
—Hacía mucho que no las hacías.
—Hey. Me parece increíble que, una vez que lo aprendes, nunca se olvide. Todo el mundo habla de montar en bicicleta. Pero esto es mucho más bonito y accesible. No todo el mundo tiene una bicicleta a mano. Sin embargo, un papel...
—Anya, tenemos que hablar.
—No quiero, Tiago. No me apetece hablar de nada.
—Anya, por favor, es importante.
Pero ella ya lo sabía. Por eso no quería enfrentarse al momento.
—Adelante, por favor.
—Estos días he estado pensando.
—Ah, que no era un viaje de negocios.
—Claro que lo era. No te he engañado en eso. Es cierto que yo no tenía por qué ir, pero después de lo del otro día... se lo pedí a Francis.
—Te rogaría que terminaras con esto lo antes posible— me pidió.
Me aproximé a ella para mirarla a los ojos y demostrarle todo el amor que aún sentía por ella.
—Le he pedido a Julio que lo deje todo cerrado. En breves llegará la carta del divorcio.
—Vaya. No es la bienvenida que esperaba, desde luego.
—Anya, tenemos que acabar con esto ya. Ninguno nos merecemos por lo que estamos pasando— sujeté sus manos entre las mías, ofreciéndole todo mi apoyo—. No te preocupes, no va a faltarte dinero. Yo no soy así. Haremos división de bienes a partes iguales, y...
Lanzó mis manos al aire, alejándolas de ella. El comentario no había sido muy bien recibido. Se había sentido ofendida. Había encendido su rabia.
—¿Crees que todo este tiempo he estado contigo por dinero? Vale, me he aprovechado de eso. Negarlo sería absurdo. Pero, ¿crees que lo hacía por eso? El dinero es la única puta razón que he encontrado para estar contigo. Luchar por volver a quererte. Te puede parecer naif. De hecho, hasta a mí me lo parece, pero eso no cambia el hecho de que es así.
—Me parece una excusa algo... vaga.
—Todos mis motivos lo son, ¿verdad?
—Deja de hacerte la víctima ya, joder. ¿Quieres que empecemos con nuestra parte de responsabilidad? Empiezo yo. ¿Sabes por qué me follo a otra? ¿Sabes por qué? ¿Crees que no he tenido más oportunidades en todo este tiempo? ¿Crees que es la primera que me pasa por delante? No, no. Pero no sabes lo que es...
—¿Lo que es qué?
—Sentir casi que te violo, joder. No quieres estar conmigo y cada día me pregunto porqué. Porqué lo estás. Es como si tuvieras miedo de que llegara por las noches. En todo este tiempo nunca he dejado de quererte. Sin embargo, ya hace mucho tiempo que ya no sé cómo hacerte el amor. Lo olvidé. Y ahora...
—Y ahora qué.
—He encontrado a esa persona. Esa persona que buscaba en ti.
—Y eso qué significa.
—Que se acabó, Anya. Llegamos hasta aquí.
El amor siempre deja una marca. Una imborrable. Como sale en las películas. En esto sí que tienen razón. Pero no está mal, ¿no? Eso de saber que, a pesar de que no saliera del todo bien, hubo un tiempo, aunque fuera un leve instante, en el que los dos estuvimos allí.
Y fue mágico.
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'Todo lo que me(n)digas'
RomanceTiago se enamoró de Anya casi en el primer momento en que se tomó un segundo para mirarla a los ojos. Juntos lo construyeron todo. Sin embargo, el tiempo y el dinero los alejó, pese a seguir durmiendo en la misma cama. Algo les sucedió. Algo que nin...