Con una mochila cargada de libros, corría hacia la universidad, con carpetas, además, entre mis manos temblorosas. No iba a llegar a tiempo. De esto hace ya unos años. Bastantes. Más de los que puedo recordar. Y, efectivamente, no llegué. Me choqué antes con una chica cualquiera, de la calle.
—No vas a decirme que esto ha sido casual y fortuito.
Pese al desajuste interior, sonreí.
—Lo siento, era broma. Pero es que te veía a tope, muy nervioso, y he pensado que lo mejor era...
—Sentirte ofendida por el tropiezo.
—Tú también ves algún cabo suelto en el improvisado plan, ¿verdad?
Y terminamos de recoger todos los papeles.
—¿A dónde llegas tarde?
—Pues ya... —miré el reloj, desilusionado— a ningún lugar. El tiempo límite para llegar tarde era un minuto. A partir de dos, ya no te dejan pasar.
—Te puedo invitar a un cigarro, si eso te tranquiliza.
—Venga, vale— accedí.
—Pero, ¿tú fumas?
—¿Tanto se me nota?
—Tienes pinta de... no sé.
—¿De qué?—me agobié ligeramente.
—De vivir poco.
Nos pusimos a caminar por la acera, en dirección a un parque muy cercano. Lo cierto es que debido a la celeridad que me abrumaba, no había tenido tiempo de observarla a los ojos, con parsimonia y calma. Aquella faz pudo con mi entereza. Aquella fue la primera vez. De haberla contemplado minutos antes, en el ajetreo, nunca hubiera accedido a pasar más tiempo cerca de ella. Pero, por suerte, me percaté tarde. Y allí estábamos, sentados en el césped.
Me alargó un cigarro. Cuando fui a cogerlo, retrocedió en el amago.
—¿Seguro?
—¿Qué más te da?
—Me gustaría dejar constancia en la historia por ejercer otro tipo de influencia sobre ti.
—Pues entonces habrá que hacer alguna cosa más que solo fumarse un cigarro.
—¿Un café?
—Justo lo que tenía en mente.
Así comenzó nuestro tormentoso periplo. En crucero de lujo, eso sí. Desde aquel día, no volví a fumar más. Aunque a veces he extrañado muchísimo lo que sentí en aquel instante, con ese cigarro entre los dedos y una tos que no era capaz de doblegar. Había más cosas indómitas que se escapaban de mi jurisdicción. Nuestra relación siempre tomó el mejor camino. Siempre, siempre. Hasta que se nos fue de las manos. Sin darnos cuenta. Ese fue el secreto que se nos escapó. La vida, imagino.
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'Todo lo que me(n)digas'
RomanceTiago se enamoró de Anya casi en el primer momento en que se tomó un segundo para mirarla a los ojos. Juntos lo construyeron todo. Sin embargo, el tiempo y el dinero los alejó, pese a seguir durmiendo en la misma cama. Algo les sucedió. Algo que nin...